lunes, 7 de julio de 2008

Mi generación: ¿desinteresada?


Por: Crystal Fiallo

Las generaciones de los años 40, 50, 60 y 70 hablan de mi generación como un grupo de jóvenes desinteresados/as, poco comprometidos/as, contaminados por la cultura light, distraídos por todo el “entertainment” y la globalización y, me atrevo a decir que hasta nos llaman irresponsables. Se preocupan porque somos el parto de una generación de resistencia, lucha y rebeldía, y los mismos rechazan todo ese modus operandi.

Al Sr. Juan Bolívar Díaz, periodista reconocido del programa Uno + Uno, le afecta mucho esta mutación generacional. Él explica que la juventud de hoy sólo busca partir hacia otros países, ya sea por la vía de visas legales o aguas ilegales (yola). Esas palabras las escuché en un testimonio que le dedicó a un amigo que recién se introdujo al mundo de la literatura, haciendo énfasis en que debe haber más jóvenes como él.

¡Que frustración tan grande! ¡Que impotencia! Ustedes que tanto lucharon contra los violadores de la democracia, con los asesinos de pensamientos, con los matadores de sueños, con los verdugos de la igualdad. Me imagino que deben preguntarse muchas veces: ¿qué hicimos mal? ¿Por qué nuestros hijos/as o los jóvenes de hoy en día no se involucran en luchas, no sienten ese compromiso, no buscan “la verdad” frente a todas estas mentiras?

Ya basta de martillar su esperanza de esa forma; no es tan mal como parece y hay muchas razones que explican esa falta de complicidad entre una generación y la otra, como son:

- El liderazgo de esa época materializaba lo que muchos, pocos, mayorías o minorías, odiaban o amaban: Balaguer, Bosch, Majluta, Peña Gómez.
- La institucionalidad era mínima.
- La fragilidad social y política les daban temas para luchar día a día.
- La sociedad civil no estaba tan fragmentada como lo está hoy en día.
- Las prácticas para violentar los derechos eran crudas y absurdas.
- Las divisiones de pensamiento se enmarcaban en 4 partidos fuertes y estables.
- El transfuguismo en los partidos políticos no eran una opción porque cada agrupación se mantenía firme en sus convicciones. Ahora es una práctica del circo político que nos dirige, que debilitó nuestra partidocracia y la credibilidad del elector.
- América Latina y el Caribe estaban luchando por las mismas ideas y se sentía la resistencia en los ecos del viento que soplaba por todo el Atlántico, el Pacífico y el Mar Caribe.
- La distracción era mínima: no tenían las herramientas tecnológicas que hoy son la razón de que el ocio no exista; de que las tardes en hamacas o mecedoras no sean los escenarios perfectos para devorar un libro de Cortázar; de que el Malecón no sea coautor de los paseos de los domingos.
- La música que invadía la radio nacional e internacional estaba totalmente influenciada por la política y la defensa de los derechos humanos, y no eran tantos como ahora. Imagínense, ahora hasta tenemos: Latin American Idol, American Idol, Asian Idol, European Idol, y a lo mejor un Caribbean Idol.
- La moda era una forma de rebeldía y a la vez era fashion.
- Etcétera, etcétera…

Muchos dirán que los problemas son los mismos pero no es así. El hecho de que podamos exigir, reclamar y amenazar por nuestros derechos en voz alta, es una razón suficiente para diferenciarnos de sus generaciones. Ejemplo de esto es el juicio político a la Cámara de Cuentas, el aumento de sueldo de los Diputados, y el tema de la leche y la Secretaría de Estado de Educación. Por otro lado, no tenemos de donde sostenernos: no tenemos un Che Guevara, un Ghandi, un Lennon, una ideología en pro de la colectividad y el bien social; no tenemos un dictador asesino a quien apuñalar con nuestras manifestaciones; sí tenemos poca transparencia, injusticias (esas nunca acabarán), enfrentamientos, pero todo esto podemos denunciarlo; ustedes no podían.

No crean que les digo que las irregularidades que hoy en día golpean la nación no deben de ser aplastadas por la opinión y accionar de la sociedad; lo que trato de explicar es que la intensidad, las formas, los fines, el objeto ha variado y para colmo nos han dado un Chat, un Iphone o una video conferencia para que miremos hacia otros países y concentremos nuestros intereses de manera más global.

No es una generación versus otra; no es que la generación nuestra es el anticristo, ni que la de ustedes es la salvadora. Es otro contexto. Me atrevo a decir que hemos sido más valientes porque hemos sobrevivido a toda esta vanidad, superficialidad y vacío que no lo llenamos con ninguna comida chatarra. Hemos sobrevivido a la ausencia de bloques unificados que dividían el mundo y te daban una razón por la cual luchar.

Hemos perdurado en el tiempo gracias a las libertades que ustedes nos entregaron; algunos nos hemos comprometido más que otros; los demás son el producto de una generación que busca una identidad en un mundo donde las opciones son infinitas gracias a ustedes.

Como decía Marina, aprendimos inglés, porque a diferencia de ustedes, entendimos que ese idioma nos abría las puertas a oportunidades. Comenzamos a ver a los imperios como aliados, porque sus habitantes no son los culpables de sus antecesores. Decidimos cuidar más nuestra salud, porque aprendimos de aquellos caídos que no recibieron información a tiempo.

Pero más importante aún, cambiamos las armas por palabras y ahora simplemente no nos cabe en la cabeza que para que haya libertades, acceso a información, y respeto a la diversidad de opinión, necesitemos más que palabras, voluntad ciudadana y compromiso con la patria.

No queremos una Igrid Betancourt que tenga que vivir un secuestro de años; ni unas Mirabal que sean asesinadas para celebrar el día de la no violencia o para matar a un dictador. Tampoco quisiéramos a un Manolo, a un Orlando o un Narcisazo que mueran para abrirnos las puertas a la democracia, porque, ¿alguna vez se han sentado a pensar lo que sienten o sintieron los hijos e hijas de cada uno de ellos/as? ¿La falta que le hizo Minerva a Minou cuando atravesaba la adolescencia?

Mi generación quiere que la sociedad funcione apoyándose de otros modelos que han superado esas deficiencias; que haya diálogos, que se elimine la corrupción, que haya más oportunidades de empleo; quieren ser buenos y buenas ciudadanos/as desde sus hogares, desde sus espacios de trabajo; sin tener que perder a un amigo o a una amiga, o un padre o una madre.

Como en todas las generaciones, mi generación tiene personas buenas, malas, mediocres, intelectuales, rebeldes y dispuestas. No busquemos culpables; analicemos el contexto y veamos en qué fallamos o estamos fallando. No todo está perdido. Creo que el aliento para seguir adelante (no pa’lante) lo necesitamos todos y todas, aunque nos cueste admitirlo. ¡Unamos generaciones y hagamos resistencia juntos!.

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