Por: Guillermo Peña Capellán
El Estado Social
y Democrático de Derecho que establece la constitución dominicana está fundado
en la soberanía popular. (Art.7)
Es esencial para
todo sistema democrático respetar la soberanía del pueblo por medio de sus
representantes o en forma directa. A esos fines se establece el voto directo,
libre, personal y secreto como mecanismo democrático para elegir o ser elegido.
“Nadie puede ser obligado o coaccionado, bajo ningún pretexto, en el ejercicio
de su derecho al sufragio ni a revelar su voto” (Art.208)
Todo esto,
teóricamente me parece perfecto. La gran pregunta es: ¿Es actualmente el voto
preferencial verdaderamente democrático, libre, directo y secreto como
establece la constitución?
Para responder
esta pregunta debemos entender primero que la democracia supone respeto total a
la soberanía popular, sino no podemos hablar de una democracia real.
Es por ello que
si el clientelismo político, la compra de cédulas, la manipulación mediática o
cualquier otro mecanismo vulneran el voto libre y directo; es inconcebible
decir que vivimos en una sociedad democrática.
El voto
preferencial que se discute en la actualidad en el congreso nacional no es ni
directo ni democrático y por consiguiente es inconstitucional. Esto así porque cuando el ciudadano elige el
diputado de su preferencia, arrastra de manera involuntaria al senador del
mismo partido, no pudiendo decidir de manera directa a quien prefiere para ese
cargo.
No podemos
hablar de una democracia real cuando ni siquiera podemos elegir de manera
directa a nuestros representantes. Y si a esto le sumamos los mecanismos de
coacción a los servidores públicos para votar por el gobierno de turno, tampoco
podemos argumentar la libertad y el secreto del derecho al voto que establece
el artículo constitucional anteriormente citado.
La ciudadanía
debe estar pendiente a la discusión del voto preferencial. Hay que entender que
nos guste o no es por medio del voto donde podemos expresar nuestro rechazo o
satisfacción al sistema político. Claro, la abstención consciente siempre es
una opción para rechazar el sistema, pero no creo que esto pueda provocar un
cambio en las reglas de juego porque a la clase política le importa poco la
legitimidad.
Debemos estar consciente de que la salida
democrática no es el voto preferencial ni las listas. Lo correcto es el voto
directo y uninominal. Que se vote por el diputado, senador, alcalde y regidores
que se quiera aunque sean de partidos diferentes y que se incluya el voto en
blanco para quienes no estén de acuerdo con los candidatos presentados. Lo caro
no puede ser excusa para implementar este modelo. Como ciudadana/o tenemos
derecho a votar, a expresar en las urnas no me gustan ningunos o a abstenerme. Eso
es democracia. Lo demás es puro cuento.