sábado, 14 de septiembre de 2013

Voto preferencial y democracia



Por: Guillermo Peña Capellán

El Estado Social y Democrático de Derecho que establece la constitución dominicana está fundado en la soberanía popular. (Art.7)

Es esencial para todo sistema democrático respetar la soberanía del pueblo por medio de sus representantes o en forma directa. A esos fines se establece el voto directo, libre, personal y secreto como mecanismo democrático para elegir o ser elegido. “Nadie puede ser obligado o coaccionado, bajo ningún pretexto, en el ejercicio de su derecho al sufragio ni a revelar su voto” (Art.208)

Todo esto, teóricamente me parece perfecto. La gran pregunta es: ¿Es actualmente el voto preferencial verdaderamente democrático, libre, directo y secreto como establece la constitución?

Para responder esta pregunta debemos entender primero que la democracia supone respeto total a la soberanía popular, sino no podemos hablar de una democracia real.

Es por ello que si el clientelismo político, la compra de cédulas, la manipulación mediática o cualquier otro mecanismo vulneran el voto libre y directo; es inconcebible decir que vivimos en una sociedad democrática. 

El voto preferencial que se discute en la actualidad en el congreso nacional no es ni directo ni democrático y por consiguiente es inconstitucional.  Esto así porque cuando el ciudadano elige el diputado de su preferencia, arrastra de manera involuntaria al senador del mismo partido, no pudiendo decidir de manera directa a quien prefiere para ese cargo.

No podemos hablar de una democracia real cuando ni siquiera podemos elegir de manera directa a nuestros representantes. Y si a esto le sumamos los mecanismos de coacción a los servidores públicos para votar por el gobierno de turno, tampoco podemos argumentar la libertad y el secreto del derecho al voto que establece el artículo constitucional anteriormente citado.

La ciudadanía debe estar pendiente a la discusión del voto preferencial. Hay que entender que nos guste o no es por medio del voto donde podemos expresar nuestro rechazo o satisfacción al sistema político. Claro, la abstención consciente siempre es una opción para rechazar el sistema, pero no creo que esto pueda provocar un cambio en las reglas de juego porque a la clase política le importa poco la legitimidad.

Debemos estar consciente de que la salida democrática no es el voto preferencial ni las listas. Lo correcto es el voto directo y uninominal. Que se vote por el diputado, senador, alcalde y regidores que se quiera aunque sean de partidos diferentes y que se incluya el voto en blanco para quienes no estén de acuerdo con los candidatos presentados. Lo caro no puede ser excusa para implementar este modelo. Como ciudadana/o tenemos derecho a votar, a expresar en las urnas no me gustan ningunos o a abstenerme. Eso es democracia. Lo demás es puro cuento.