martes, 8 de septiembre de 2009

Desempleo juvenil I


Por: Guillermo Peña Capellán

La odisea que pasa un joven profesional dominicano para conseguir empleo es ya desesperante. Si no tiene un amigo en el gobierno o una conexión con un empresario influyente, son pocas las posibilidades de que encuentre un trabajo formal.

Más difícil aún es que termine la secundaria y obtenga un trabajo estable, debido a que una gran cantidad de universitarios, ante el ambiente de desesperanza prefiere asalariarse por debajo de su nivel académico, que quedarse en su casa, “jalando aire”.

Hace algunos meses, el Secretario de Trabajo, Max Puig, informó que República Dominicana tiene el índice de desempleo juvenil más alto de toda la región centroamericana, y que la elevada tasa de desempleo juvenil no tiene que ver con la crisis económica mundial, sino que la misma “tenderá a agravar dicha situación”.

Un 30.9% de la juventud dominicana está desempleada, cuando el promedio en Centroamérica es de apenas un 7%. Y eso que este rango sólo considera jóvenes a quienes entran en el parámetro de 15 a 24 años. Si tomamos en cuenta que la Ley General de Juventud 49-2000, considera jóvenes a quienes oscilan entre 15 a 35 años, el dato podría llegar al 50%, aproximadamente.

A propósito, una investigación realizada en el año 2008 por el Colectivo Latinoamericano de Jóvenes, resalta el dato de que un 47% de las y los jóvenes cuyas edades comprenden entre 18 y 30 años, no tienen empleo.

Si pensaban que habían leído lo peor están equivocados. Y es que según la organización juvenil Projuventud, el 70% de l@s jóvenes que estudiaron en el extranjero carece de empleo.

Ya no se podrá alegar que los niveles de educación en el país son muy bajos y por ende no es posible emplear a tantos jóvenes porque no tienen la preparación académica necesaria. Los datos ante señalados confirman que estamos muy lejos del promedio de Centroamérica y que hay muchos jóvenes que vuelven con maestrías y doctorados del extranjero y no encuentran una oportunidad laboral digna.

El Estado dominicano debe garantizarle un primer empleo a los jóvenes, en razón de su vulnerabilidad por las excusas de falta de experiencia y capacidad.

Las universidades dominicanas también pueden colaborar para reducir esta brecha social, creando una bolsa de trabajo, mediante el cual las empresas identifiquen estudiantes de término para ingresarlos inmediatamente al mercado laboral.

Es urgente ponerle coto a esta situación, sino el círculo de pobreza seguirá en aumento a la par con la desigualdad y la falta de oportunidades. Datos hay de sobra para identificar dónde están los problemas. Lo que no existe es voluntad política para enfrentar tan dramática situación.

martes, 1 de septiembre de 2009

Corrupción policial


Por: Guillermo Peña Capellán

Una de las conquistas del Código Procesal Penal dominicano, Ley 76-02, era precisamente que la cultura del tránquenlo y luego se averigua había terminado.

Las injustas y represivas redadas quedaban prohibidas. Eso aprendí con el Prof. Guillermo Moreno cuando me impartió Derecho Procesal Penal I y II. Sin embargo, el viernes pasado comprobé que, lamentablemente este instrumento legal, al igual que muchos otros, quedó en teoría.

Y es que a William, el señor que lava mi carro, con una cubeta de agua en mano, casi es objeto de una redada policial. Si no es por mi querida madre que vocea “dejen a ese señor tranquilo que él es quien lava los carros por aquí”. La historia fuese otra.

Cuando pude salir de mi hogar, conversé con William y me contó que ya le habían advertido que patrullaban para buscar dinero. Que en el colmado “El Metro”, ubicado en Gazcue, a un empleado del mismo, con una funda de hielo en la mano, casi se lo llevan a la chirola también.

No es casual que recientemente saliera a la luz pública que la Policía Nacional es la tercera institución más corrupta del país, según el “Estudio de percepción de la corrupción de hogares de la República Dominicana”.

Otra mala señal que demuestra la poca institucionalidad de la Policía Nacional es la puesta en retiro del General Juan Tomas Taveras Hernández, por el simple hecho de publicar un artículo crítico de la institución de la “ley y el orden”, en este mismo medio digital.

Un Estado social y democrático de derecho es aquel que garantiza el estricto cumplimiento de las leyes. Cuando las autoridades no cumplen el rol que les corresponde, pierden el respeto de la ciudadanía y se convierten en ilegítimas.