Por: Guillermo Peña Capellán
La partidocracia es entendida
etimológicamente como, el gobierno, el poder, la fuerza, o la influencia de los
partidos políticos en un Estado. Se forma de los vocablos: Partido, del latín Partire, que significa dividir algo, y del griego krateia, que es igual a ¨poder¨ o
¨gobierno¨.
Con la partidocracia se busca que
los partidos resuelvan las más importantes decisiones de la vida política de un
país. Y esto va, desde el señalamiento a dedos de los candidatos de los cargos
electivos hasta el control y sometimiento a la línea partidista sin importar
principios y leyes.
El neologismo partidocracia, aún
no reconocido por la Real Academia Española, pero si analizado y discutido en
el ámbito de la ciencia política, busca explicar cómo los partidos políticos
asumen el monopolio de la actividad pública y desplazan a los partidos
minoritarios, la ciudadanía y los movimientos sociales, aniquilándolo todo.
El concepto de partidocracia se
utiliza para entender que la élite política decide sobre la vida política de
una nación. Esa élite política acompañada de la élite económica pacta por sus
intereses personales y grupales, para finalmente decidir quiénes serán los
presidentes, vicepresidentes, alcaldes, regidores, diputados, senadores y una
gran parte de los actores políticos del Estado.
En el año 2002, la alta
dirigencia política del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), a excepción de
algunos, apoyaron y negociaron una
reforma constitucional para que Hipólito Mejía optara por un nuevo mandato
presidencial. Se compraron legisladores del PLD y PRSC, y finalmente se impuso la reelección.
En aquel tiempo, la indignación de una gran parte de la sociedad dominicana fue abrumadora. Ayer,
no solamente porque no se estaba de acuerdo con modificar la constitución para
la reelección, sino también porque la popularidad del presidente Hipólito Mejía
estaba en el suelo y no lo querían ver ni en pintura.
Hoy se repite la historia. La
alta dirigencia política del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) acaba de
apoyar y negociar una reforma constitucional para que Danilo Medina pueda
repostularse. Se compraron legisladores del PRD y PRM y se impuso la reelección.
La única diferencia entre ayer y hoy, es que en el año 2002, Hipólito Mejía no
tenía alta popularidad y Danilo Medina si la tiene.
Ni el PLD, ni el PRD, ni el PRSC,
ni gran parte de la alta dirigencia política del PRM pueden afirmar coherencia
anti reeleccionista.
La historia está ahí para
recordar también la denominada ¨Alianza Rosada¨, pacto firmado en el año 2006, donde
el PRD y el PRSC pactaron para impedir que el PLD lograra mayoría en el
congreso sin que se tomara en cuenta las diferencias ideológicas de ambos.
Por estas razones, decimos que la
partidocracia es igual de corrupta y conservadora. De oportunista y
politiquera. Que no discute ideas, principios, proyectos, programas y políticas
públicas, sino cargos electivos, ministerios, clientelismo político y contratos
para repartirse el pastel estatal.
El problema no es solamente el
PLD, es la partidocracia, es esa elite política y económica que lo controla
todo. ¿O acaso ustedes creen que a los partidos tradicionales les importa hacer
cambios estructurales y de modelo económico para transformar el país?
Elevemos el nivel de debate
político con propuestas y políticas públicas que transformen el Estado y
trabajemos por una nueva cultura política sin partidocracia.