viernes, 30 de mayo de 2008

¡Que pena!


Por: Harold Aybar

Ya paso la campaña electoral y con ella todos los desafueros de los partidos políticos por obtener el poder, aunque admito que la sociedad tiene un respiro después de la contienda, en las siguientes líneas le expondré el porque me apena.

Que pena que se acabo la campaña, ya que en este proceso nos dimos cuenta de una serie de irregularidades del gobierno de turno y que se juramentará el próximo 16 de agosto nuevamente, tal es el caso de la sun land, que para cuyo préstamo no se utilizaron los procedimientos correspondientes y que tienen como personeros a dos ejecutivos del palacio presidencial.

Algo sin precedente en la cultura clientelista de los partidos políticos, las nominillas de los miembros del partido oficialista, y otras tantas más que no trascendieron y que quizás nos daremos cuenta en la postrimería del período presidencial que se inicia el próximo 16 de agosto, y de todo esto nos dimos cuenta por la campaña electoral.

Pero que pena que se acabara, fue en la campaña que nos dimos cuenta de que Miguel Vargas, tiene compromisos con la justicia española, por un supuesto lavado de dinero con el sonado caso Marbella, y que además su gestión como secretario de obras públicas, tuvo una serie de prevaricación en la construcción de las villas panamericanas.

Que pena que pasara, es la única ocasión en que nuestros políticos se levantan el refajo para echarse en cara y ante la opinión pública todas sus faltas, note usted lector que pasada las elecciones no se menciona nada de esto.

Si todas estas acusaciones blancas y moradas fueron producto del proceso eleccionario y que más allá del 16 de agosto no se le darán curso solo me resta terminar como empecé, diciendo que pena…!

lunes, 26 de mayo de 2008

Las verdaderas razones de por qué Hillary sigue en la contienda presidencial


Por: Sonia Tejada

El encaminar cada paso que damos hacia un único objetivo puede ser excelente, nos ayuda a mantenernos enfocados y a lograr lo que queremos. Es práctica común de las personas exitosas, pero hay que tener cuidado porque también lo es de los seres más miserables del planeta. Creo que si la meta nos oscurece el camino, no vale la pena. Debe ser el camino el que nos lleve a la meta, no al revés.


Tomemos el caso de Hillary Clinton, ha puesto sus ojos en la Casa Blanca y no admite ruta alterna. Ha ido poniendo piedritas tras piedritas totalmente calculadas para poder llegar a su meta, desde la humillación como primera dama, su asunción a senadora de Nueva York, y hasta su voto a favor de la guerra de irak. ¡Todo fríamente calculado! Para Hillary ese era el camino más directo para llegar a la meta.


Puso todas sus energías en ello, y ahora que su sueño se le ha convertido en pesadilla no sabe dar marcha a tras; por el contrario, sigue adelante, dejándonos más claros cada días quién es Hillary Clinton.Yo tengo mi teoría de por qué el sueño de la Senadora Hillary Clinton se convirtió en pesadilla: por no creer que Barack Obama podía ser una amenaza para ella, la todo poderosa señora Clinton.


Ese día 3 de enero en Iowa, Hillary se dio cuenta de que había subestimado su oponente -creo que a todos nos cogió por sorpresa Obama para ser sinceros-, excepto que la senadora Clinton no se preocupó demasiado porque ella tenía todas las de ganar: su "experiencia", su nombre, el color de la piel de su oponente, sus afiliaciones o relaciones con gente controversial, y hasta el nombre y ascendencia de éste.


Lo que vino después todo ya lo sabemos: la campaña de Hillary no perdió tiempo en pintar a Obama como inexperto, como el candidato negro, como musulmán y como anti patriota. Como consecuencia, Obama tropezó varias veces, pero por una razón que se le escapa a Clinton -pues ella no puede aceptar que un hombre que salió prácticamente de la nada le haya robado el show a ella la gran Hillary Clinton- su popularidad siguió en ascenso.


Esta lucha sin cesar me sugiere algo manido: Hillary Clinton sigue subestimando a Obama, aún después de éste haberle ganado la nominación. ¡Eso es tener agallas! Lo que yace al fondo de su batalla sin sinsentido, es que no puede aceptar que Barack Hussein Obama le haya ganado. Parece una niña caprichosa que se cree que todo se lo merece.


Esa es la verdadera razón por la que Hillary está en la contienda aún cuando todos sabemos que legítimamente no puede ganar. El desquiciante afán de poder de Hillary la ha llevado a balancearse sobre una cuerda sumamente fina: el pasado racista de la nación.


La peor ofensa fue ayer al recordarnos el asesinato de Bobby Kennedy durante su campaña en California, uno no puede dejar de preguntarse ¿qué demonios quiere decir esto? ¿Está ella sugiriendo que sigue en la contienda no vaya a ser que presenciemos otra tragedia? Su no tan sutil comentario, ha tocado una fibra muy sensible: sugerir que Obama puede ser asesinado, y en esto se le pasó la mano.


Me es claro que su conducta y la forma cómo ha manejado la nominación de Obama, la revela como una hipócrita de primera categoría; ella no se cansa de hablar de treinta cinco años de lucha por los derechos civiles, sin embargo, si ponemos esa lucha a contra luz su argumento palidece: Hillary Clinton mira a Obama desde arriba, desde una esfera superior, a la que Obama no puede tener acceso. ¡Que ironía! Aunque ella lo niega sus acciones lo gritan a todo pulmón: Obama no puede ganar, Obama no ha sido probado, Obama no puede ganarse el voto de los blancos de clase trabajadora, Obama es ingenuo, y como si eso fuera poco, ahora Obama puede ser asesinado. ¡Bravo señora Clinton la verdad siempre sale a relucir!La conducta de Hillary Clinton me da náuseas.


La desesperación ha sacado a la luz sus más bajos motivos. Si Hillary le arrebatara la candidatura a Obama, con su argumento rancio y fuera de lugar, y llegara a convertirse en la candidata por el partido, creo que la pérdida sería doble para el país: habrá ganado el pasado y sus heridas sobre un presente que augura que hemos evolucionado y avanzado algo hacia la unidad racial del país

viernes, 23 de mayo de 2008

De mayorías huecas y crisis política (1)


Por: José Carlos Nazario

Las últimas elecciones fueron preparadas, desde el punto de vista administrativo, con bastante eficacia. A su organización no corresponden los vicios, ni las oportunísimas críticas, que se le puedan endilgar al recién terminado torneo. Sin embargo, hemos vuelto a cojear de la misma pata.

Desde hace tiempo nos vienen señalando, distintos sectores y personajes, del peligro que supone la simplificación de los procesos políticos, reducidos al plano electoral. El peligro, claro y vislumbrado por todos, reside en el debilitamiento del sistema de partidos, que daría paso a una crisis, de la que puede surgir una cura, pero también una enfermedad más grave.

Nadie con cierto indicio de visión crítica puede establecer que de las elecciones del 16 de mayo pasado salen fortalecidos los partidos.

Aquellas maquinarias que hace diez años observaban un accionar lleno de propuestas realizables y que algunos, incluso, llegaron a concretar, hoy se ven diezmadas en su esencia y tienen que recurrir a mecanismos burdos para sostener su presencia en la competencia.

Su debilitamiento -el de los partidos- les hace recurrir al clientelismo, el rentismo, la compra de conciencia y de cédulas para poder empujar en la carrera por conquistar el poder. Al alcanzarlo o mantenerlo, los componentes de dichas maquinarias se convierten en agentes de intereses creados o se pliegan al servicio de quienes les respaldan económicamente, que representan, en su mayoría, intereses minoritarios.

Se debilita, por un lado y desde varios francos, internos y externos, el partido que parece más fortalecido, por haber obtenido un porcentaje mayor en la contienda.

El oficialismo, hoy, cuenta con unos adeptos fruto del oportunismo, carentes de disciplina, que sin duda van a tropezar con muchas de las cuestiones que fortalecen la lógica partidaria del PLD. Ante la disyuntiva que se presenta en la necesidad de buscar espacio para dichos nuevos adeptos, se prevé una crisis interna sin precedentes en dicha organización.

El Partido Revolucionario Dominicano sale, también aparentemente, fortalecido en números en la contienda pasada; pero su debilidad reside en el fantasma de las luchas internas que siempre ha estado en su seno.

Hipólito Mejía y su eternamente activo PPH intentarán a toda costa desplazar a un Miguel Vargas Maldonado que, aún siendo un candidato débil y con visibles talones de Aquiles, logró, sin entrar en juicios sobre sus medios, alcanzar casi un cuarenta por ciento de los votos. Esta lucha interna podrá sin duda terminar en un resquebrajamiento -otro más- en la dirigencia y militancia blanca.

Del Partido Reformista Social Cristiano podemos decir que cumplió su ciclo político e incluso electoral. A dicha organización, por diversos factores históricos, políticos y sociales, le ha sido decretado el destino de la desaparición del espectro de los llamados “partidos mayoritarios”. Su tradición derechista y estatista ha sido absorbida, por un lado por Leonel Fernández y por otro, por el sector conservador y mayoritario a lo interno del PRD, representado por Hipólito Mejía.

Observando la situación y pasado un término de mediano plazo, desgastadas estas figuras por el poder o por la propia lógica de su proceder, que no es sostenible a largo plazo por tratarse de simples ofertas inmediatistas y clientelares, surgirá el espacio para una alternativa de carácter liberal que conciba el Estado y la política de una forma distinta.

Dicha opción, que deberá ser fraguada bajo la concepción política del convencimiento de sectores que tradicionalmente no se han involucrado en actividades políticas, podría erigirse como una alternativa política de filosofía progresista y compromiso ético y social, como podría, también, surgir de un esfuerzo populista, que no diera los frutos más deseados y que siga condenando nuestro país a la indignidad y la desigualdad.

miércoles, 21 de mayo de 2008

¿Ganaron? Análisis Post-Electoral

Por: H. Galván

Cualquiera que quiera hacer un juicio correcto de los fenómenos, tener opiniones razonables y tener éxito en sus empresas, deberá leer bien la realidad, conocer a profundidad las cosas, el origen e ideosincracia de los actores; e identificar y entender las razones causales de los hechos.

El pasado viernes sucedió un hecho real, ese hecho fue que 2.2 millones de dominicanos, el 53% de los que votaron, lo hicieron por el actual Presidente, reeligiendo su desproyecto de nación virtual; idealizada en las calles de Nueva York, y que olvida el campo, la raíz, el barrio, al vecino, a la vecina, la escuelita, el verdulero, la música del colmado y las calles polvorientas.

Todo aquello es verdad, pero también es verdad que ganó en unas "elecciones" bien organizadas, desde el punto de vista administrativo y que trascurrieron sin incidentes (más allá de aquellos a los cuales ya estamos acostumbrados), pero sin una acción de fuerza que obligara a los 2 millones de dominicanos que votaron por él. Analicemos las razones por las cuales pudo sucede este fenómeno.

La noche del 16 de mayo, estuve hasta tarde de la noche recorriendo la ciudad. El polígono central, la 27 de Febrero, la México, la Duarte y zonas aledañas, la Máximo Gómez, la Bolívar, la Zona Colonial, Ciudad Nueva, San Carlos, el Malecón, todas desiertas. En el único lugar en el que hubo celebración esa noche fue en la avenida Independencia, frente al local principal del PLD en la calle Cervantes y más tarde, cerca de la Independencia esq. Pasteur, en el concierto de Peña Suazo, a escasos pocos metros de la Casa Nacional de ese partido.

En el colmado de la esquina, un oficial superior del DNI, para nada incubierto, se apresuraba comprando, junto a sus subalternos, varias botellas de "blu leibol" al precio que costara. Se notaba que no estaban tan preparados para celebrar.

Pero realmente no había un pueblo celebrando. Celebraban los militantes del PLD; tan escaso tigeraje, que apenas podía colmar el patio del comando de campaña y el pedazo de calle en frente. Pero ese viernes el pueblo se acostó temprano. Y creo que se acostó, después de escuchar al derrotado Miguel Vargas alrededor de las 11:00 de la noche. La ciudad cerró sus puertas.

Esta anécdota me permitió reflexionar la situación. Los jóvenes observadores internacionales, a quienes acompañé todo el día 16 recorriendo los centros de votaciones de la ciudad, se sorprendían de la calma absoluta. Yo les decía que el pueblo, aunque en mayoría votara por Fernández, no encontraría verdaderos motivos para celebrar su propia derrota, aunque los buscara bien.

Y es que unas elecciones, en las cuales primó el concepto del "menos malo", y en donde se compraron tantas voluntades, no pueden generar resultados que motiven celebración. Ni los primeros que a regañadientes eligieron el golpe menos fuerte, ni los segundos que eligieron interés por encima de gusto y sentimiento, pueden encontrar ahora, suficientes motivos para festejar.

Ciertamente sigue vigente la concepción del mal menor. Los dominicanos y dominicanas se sienten atrapados en un círculo vicioso de políticos ladrones, de los cuales, prefieren elegir aquellos ladrones "más recatados", "más inteligentes", "más amanerados" y "limpios". Prefieren elegir a los ladrones menos "bullosos" y más "organizados", y a aquellos que "roban pero que construyen". Los eligen, pero al fin de cuentas, saben bien que son ladrones.

Otra razón importante de esta victoria fue el clientelismo. Sin temor a equivocarme, pienso que Fernández ha logrado crear la mayor red clientelar de la historia dominicana. Comparable únicamente (en proporción y no en magnitud) con la construida a finales de 1800 por Ulises Heureaux (Lilís), quien también fue un alumno aventajado de un gran hombre, y terminó traicionando sus principios; y quien también trajo modernidad al país de la mano del Ferrocarril y de las plantaciones. Espero, sinceramente, que no necesitemos a un Jacobito de Lara.

Nunca, desde los últimos años de Lilís (y ni siquiera con Trujillo y Balaguer), un Presidente había hecho tantos esfuerzos por sonsacar y corromper la disidencia; por destruir las instituciones y las organizaciones gremiales, y por distorsionar la subjetividad de todo un pueblo con propaganda y desinformacion. Nunca se había utilizado tanto dinero público para comprar tantas voluntades y partidos.

Con la inmensa y abultada nómina pública, con el festival de subsidios (a la electricidad, al gas, al pan, a la leche, al pollo y los huevos, a los transportistas, al arroz, etc), con la compra dirigentes opositores, con las pensiones de intelectuales y artistas, con el uso de la millonaria publicidad gubernamental, con los tratos bajo de la mesa con los dirigentes de los cárteles choferiles, con la tarjeta solidaridad, con la tarjeta de los estudiantes, con la creación de la policía auxiliar, con la utilización del financiamiento público a instituciones para neutralizarlas (Academia de Ciencias, UASD, etc) y con la nómina de periodistas, y sin siquiera hablar de la nominilla, entre otros, se ha creado una gran red de clientelismo que enreda a cientos de miles de personas "claves" las cuales comprometen y en el mejor de los casos neutralizan cualquier disidencia. La lógica de funcionamiento es similar a la del PEME, pero a diferencia del "programa" anterior, la nueva red no incluye sólo delincuentes, beneficia también a periodistas, productores y empresarios, dirigentes políticos, artistas, intelectuales, personalidades y dirigentes gremiales. Todos personas con cierta influencia en la opinión pública o en su sector de origen.

En otro nivel, una lógica clientelar más masiva, busca beneficiar con pequeñas cantidades de dinero a gente del pueblo a jóvenes, a dirigentes políticos medios y bajos de ese partido y a amas de casa. Una vez creada la red, el beneficiario, o sus familiares, temen perder la miserable dádiva y tienden, por tanto, a favorecer el día de las elecciones al candidato Leonel Fernández y a su reelección.

En este análisis omitiré los beneficios del pastel que reciben los grandes empresarios en términos de subsidios a la energía y el combustible, y sobretodo el otorgamiento de onerosos contratos y permisividad ante sus mafias, tales como el contrato de San Soucí. Esta situación, más corporativa que clientelar, explica el porque el Consejo Nacional de la Empresa Privada –CONEP- ha dejado atrás su tradicional espíritu combativo para silenciar su alegría en aras de la gobernabilidad, pero ese es otro análisis.

Ni una palabra de los grandes jerarcas de la Iglesia Católica de los cuales ya conocemos sus más que evidentes preferencias electorales. Sin embargo, a diferencia de los pequeños beneficiarios que votan por Fernández para conservar una dadiva miserable, a costa precisamente de su propia miseria y entregar su dignidad, los grandes empresarios y los jerarcas de la iglesia, si tuvieron este 16 de mayo pasado, grandes motivos para celebrar.

Es precisamente esta inmensa red clientelar, expresada los miles de millones de pesos invertidos en publicidad gubernamental, y las nóminas de miles de periodistas poco serios, la que ha logrado imponer en los hechos una visión distorsionada de la realidad. La inmensa y aceitada maquinaria propagandística del PLD ha tergiversado la realidad para venderle al ciudadano común que su situación mejora; que el Presidente Fernández es un Presidente "inteligente" y modernista; que se preocupa por la educación y que es "más estadista" que los demás.

Son precisamente los más jóvenes los más vulnerables ante la propaganda; son ellos los más fáciles de impresionar con un avance tecnológico y una modernidad que solamente es virtual, alejada obviamente de las escuelas sin pupitres, los hospitales sin camas y los barrios sin luz. Los más jóvenes, con poca experiencia y malicia, caen más fácilmente en las redes de los manipuladores, y por eso votaron masivamente por Fernández.

La clase media, los sectores urbanos, también votaron masivamente por Fernández el pasado 16 de mayo. Valoran la estabilidad y tienen muy fresco el recuerdo del desastre llamado Hipólito Mejía. No les importa mucho el presidente de turno, siempre y cuando puedan seguir usando las tarjetas de crédito, los préstamos, los Mall's y viajando a Estados Unidos de cuando en vez. No se dan cuenta que el modelo actual genera la creciente inseguridad en la que viven y prefieren el mal menor.

Leonel ganó también por la oposición. Los cuales se esforzaron por perder.

Por un lado, el Partido Revolucionario Dominicano –PRD-, el cual eligió el peor candidato posible. Un hombre sin carisma, ni luces, pero perseguido por demasiados escándalos que hacían demasiado impotable su candidatura. Su propaganda fue agresiva y poco creativa, y su discurso alejado de los intereses de la gente. El único atributo de Miguel Vargas Maldonado era su fortuna, pero al fin de cuentas no resultó ser tan afortunado.

Los disminuidos reformistas, por su parte, presentaron un candidato folklórico que hizo de hazmerreír tirando pollos y gallinas desde una Hummer veloz. Los pocos reformistas que quedaban, fueron absorbidos por los demás partidos, sobretodo el Partido de la Liberación Dominicana, y el Presidente, quien con mucho dinero sucio en el bolsillo, se ha encargado de pulverizar al Partido Reformista, y adueñarse definitivamente de la nueva derecha dominicana. EL PRSC, un partido que había gobernado por 22 años el país, puede considerarse un partido desaparecido al obtener el 4.59% de los votos el pasado 16 de mayo.

Se combinaron muchos factores que obligaron al pueblo dominicano a elegir un mal menor, que de todos modos es mal. Fue un hecho real y sólo nos resta estudiarlo, comprenderlo, pero lo más importante, aprender de él. Aprender sobretodo la forma de evitar que se repita.

Nuestro pueblo deberá saber elegir mejor sus gobernantes, o seguirá llorando lágrimas de sangre por sus consecuencias. Nosotros por nuestra parte, deberemos aprender a facilitarle al pueblo salir del circulo vicioso en que se encuentra.

martes, 20 de mayo de 2008

¿Quién decide?

Por: Millizen Uribe

Desde que observé el comercial de la Junta Central Electoral en el que aparecen personas que ejercen distintos oficios, pero que deduzco pertenecen a un mismo estrato social, diciendo:

“Yo decido”, me surgió la pregunta de: ¿Hasta qué punto es cierto que el que hace el delivery del colmado, la muchacha del servicio y el motorista de la esquina son quienes deciden, a través de las urnas, el destino político de la República Dominicana?

Y, aunque de acuerdo a la constitución dominicana todos tenemos el derecho a elegir y ser elegido, es propicio preguntarse: ¿Quiénes elegirán realmente el próximo 16 de mayo al nuevo Presidente de la República?

La pregunta no es capciosa, si consideramos que en este país algunos políticos, empresarios y personas en general consideran la constitución como “un pedazo de papel” y, además, que la voluntad popular puede ser manipulada.

Por eso, en un proceso electoral en el que los principales candidatos presidenciales han hecho una cuantiosa inversión en publicidad y promoción, me pregunto ¿Hasta qué punto quienes asistan a las urnas tomaron su decisión en base a hechos reales y no por mentiras promocionales?

En una campaña electoral caracterizada por la invasión de los medios de comunicación con un excesivo despliegue de anuncios, ¿hasta qué punto la exposición constante a esa “carrera de anuncios” no condiciona la opinión, y, por ende, el voto?

En un país dónde el desencanto y la conformidad se han adueñado de la gran mayoría de la población, ¿Hasta qué punto quiénes asistirán a las urnas no lo harán porque sí y no elegirán al menos malo?

En un proceso electoral donde la mayoría de los candidatos responde a partidos tradicionales cuyas propuestas, según demuestra la historia, son promesas lanzadas al vacío, ¿Hasta qué punto la población no está obligada a elegir más de lo mismo?

En una nación donde no todos somos iguales, pues no todos tenemos lo mismo ni recibimos el mismo trato ante la justicia y las instituciones, ¿Es cierto que el voto de Juan de los Palotes influye de la misma manera que el de Don Fulano?

¿Hasta qué punto el Presidente de la República no se elige en un cuarto frío y sí en los barrios y callejones del país?

Y, la pregunta más difícil de todas, ¿Hasta qué punto este viernes 16 de mayo los votos que hagan quienes asistan a las urnas se traducirán en la construcción de una mejor patria, de una mejor República Dominicana?

jueves, 8 de mayo de 2008

Presidentes ejemplares

Por: Guillermo Peña Capellán

República Dominicana estaba repleta de hombres ejemplares que se exiliaron o reanunciaron a cargos públicos porque tenían dignidad y decoro, porque se resistieron a las intervenciones norteamericanas, porque se negaron a colaborar con los abusos de déspotas en el poder, porque nunca compartieron participar, ni silenciar la corrupción administrativa de aquel entonces.

Hoy, gran parte de los funcionarios públicos carecen de autenticidad, porque sus palabras están muy lejos de sus acciones, porque no solamente silencian la corrupción sino que participan burdamente en ella, porque no resisten las presiones de organismos internacionales, mas bien son serviles a ellos.

Ahora bien, es importante subrayar que este triste panorama vivido por los dominicanos y dominicanas en las últimas décadas, no siempre fue así. En la historia dominicana se registran presidentes ejemplares, y precisamente en éstos tiempos es necesario recordarlos.

Algunos de ellos fueron: Ulises Francisco Espaillat y Francisco Gregorio Billini.

Ulises Francisco Espaillat, en 1876 fue elegido Presidente de la República, "suprimió las regalías y dádivas que por costumbre y en inmoral acción, entregaban los presidentes a aquellos jefes y oficiales que habían colaborado en su ascenso al poder. La moralidad y honradez de este ilustre hombre fueron ejemplos mientras duró su presidencia. Al abandonar el solio presidencial dijo: "Yo creí de buena fe que lo que más aquejaba a la sociedad de mi país era la sed sumamente moral y regeneradora; pero otra sed aún más terrible la devora: la sed de oro." En honor a el se conmemora el Día Nacional de la Ética Ciudadana, Decreto (252-05)."

Francisco Gregorio Billini, en 1884 fue elegido Presidente de la República, renunció tras negarse a limitar la libertad de imprenta. "El 16 de mayo de 1885 Francisco Gregorio Billini presentó renuncia a su alta investidura pronunciando un admirable discurso que le honra y enaltece como una de las grandes figuras cívicas de la historia dominicana. En uno de sus párrafos decía: "Cuando subí las gradas del solio para regir los destinos de la Patria, aunque pisé con firme planta hasta el último escalón, desconfié de mi gloria; porque traía el deseo de hacer mucho en bien de la República. Hoy, habiendo hecho muy poco, dadas las circunstancias, me parece que este descenso me enaltece: desciende mi personalidad vana y efímera para elevarse la República grande inmortal. Creo dar ejemplo resignando el mando espontáneamente, y eclipsándome en las sombras del hogar sin mezquinas aspiraciones para el porvenir". Cuenta una anécdota que al día siguiente de abandonar el solio presidencial mandó donde un familiar y amigo a que le prestara veinte pesos, para cubrir sus más apremiantes necesidades. "

Presidentes ejemplares hemos tenido en la historia dominicana, casos como éstos son referentes históricos para la juventud dominicana que tiene otra visión de la política. No nos lamentemos del pasado, construyamos un presente y un futuro mejor transmitiendo éstas ideas a quienes creen en una mejor nación.
Datos obtenidos en: Héroes y Próceres Dominicanos y Americanos -P . 125- y en:

martes, 6 de mayo de 2008

Guillermo Moreno, el gran ganador

Por: Millizen Uribe

Tras observar con atención y detenimiento el programa especial “Las propuestas de los candidatos”, un intercambio con los candidatos presidenciales, que organiza el Grupo de Comunicaciones Corripio, he llegado a la conclusión de que el gran ganador de su primera entrega fue Guillermo Moreno.


Y, aunque no estoy entre el grupo de personas que apoya su candidatura, pues no creo en este sistema electoral, pienso que Moreno demostró que el doctor Leonel Fernández, candidato presidencial del Partido de la Liberación Dominicana y actual Presidente de la República, no es el único candidato que tiene “manejo” y capacidad discursiva.


Ganó porque, a diferencia del doctor Fernández, no tiene que recurrir a mentiras obvias para quedar bien en el debate, como por ejemplo, negar, ante la nación entera, las famosas “nominillas”, cuando, tras una investigación, la periodista Nuria Piera presentó pruebas de su existencia, pruebas que el gobierno no ha podido refutar.


Ganó porque, distinto a otros candidatos, al tratar el tema de la corrupción no tuvo colas que le pisen, sino que pudo, inclusive, hablar de cómo en su gestión ante la Procuraduría General de la República persiguió la corrupción sin importar su origen o sus siglas partidarias.


Ganó porque al abordar temas como los impuestos, el alto costo de la vida, el Tratado de Libre Comercio, la reforma constitucional y el gasto social, entre otros, de sus propuestas se desprendió la intención de gobernar en beneficio de las grandes mayorías del país, y no de un grupito particular (el mismo de siempre).


Sin embargo, sin ánimos de ser pesimista o ave de mal agüero, pienso que el próximo 16 de mayo Moreno no será el gran ganador, pues para nadie es un secreto que las inequidades sociales, económicas y políticas presentes en esta sociedad llegan hasta el sistema electoral, el cual no permite que personas serias y honradas alcancen y permanezcan en la presidencia (ver casos de Juan Bosch y de José Francisco Peña Gómez).


Y lamento que, a diferencia de otros países latinoamericanos, las organizaciones sociales alternativas y los grupos de izquierda de este país estén tan divididos, unos muy perdidos del contexto actual, otros todavía en divisiones estúpidas (muchas veces productos de rencillas personales), que no cuenten con la capacidad de articularse, pero articularse de verdad, no sólo con siglas, y convertir a Moreno en una opción posible.


Y me duele el hecho de que la mayoría de los electores dominicanos y dominicanos no ejerzan un voto de consciencia, sino que elijan al que hará “algo por mí” o al que más veces salió en la televisión.


Que triste, que mal, porque de lo contrario fuese muy posible que al fin, después de aquel gobierno sietemesino de 1963, por fin tuviésemos en el poder a una persona que haría las cosas de una manera diferente.

viernes, 2 de mayo de 2008

Junot Díaz

Por: José Carlos Nazario

Escribir es la empresa de quien se atreve a sobreponerse a la muerte, dicen algunos. Aún sin adscribirnos a estos designios fatalistas podemos decir que hay quienes logran elevarse y vencer la mortalidad, simplemente haciendo lo que les da la gana. El escritor debe tener mucho de esto.


Dejándose llevar por fuerzas internas, para muchos sobrenaturales, quien incursiona en la literatura es un esclavo. “Impulsado por demonios” decía Faulkner, el escritor es un hijo del sufrimiento cuya satisfacción, única y excluyente, consiste en la concepción de su obra, saborear la gloria intima de la creación.


Pocos han sido los dominicanos vivos que han logrado encontrar ese rincón recóndito de sus vidas para ubicarse en el y desde allí, escribir desgarradores textos que merezcan la grandeza de lo pequeño: La emoción o el desagrado, la sonrisa, el placer individual de quien disfruta o padece su lectura.


Junot Díaz ha logrado despertar el interior de muchos de sus lectores, aquello que los creyentes llaman alma; lo hizo con Drawn y ahora, de forma pasmosa lo ha logrado con The Brief Wondrous Life of Oscar Wao. Su capacidad de refugiarse en lo oscuro para emerger hacia la luz, eclipsándola, lo ha hecho merecedor del Premio Pulitzer. Sintamos orgullo por este talentoso ser humano al que el azar hizo nacer en suelo dominicano.