Por: Millizen Uribe
Tras observar con atención y detenimiento el programa especial “Las propuestas de los candidatos”, un intercambio con los candidatos presidenciales, que organiza el Grupo de Comunicaciones Corripio, he llegado a la conclusión de que el gran ganador de su primera entrega fue Guillermo Moreno.
Y, aunque no estoy entre el grupo de personas que apoya su candidatura, pues no creo en este sistema electoral, pienso que Moreno demostró que el doctor Leonel Fernández, candidato presidencial del Partido de la Liberación Dominicana y actual Presidente de la República, no es el único candidato que tiene “manejo” y capacidad discursiva.
Ganó porque, a diferencia del doctor Fernández, no tiene que recurrir a mentiras obvias para quedar bien en el debate, como por ejemplo, negar, ante la nación entera, las famosas “nominillas”, cuando, tras una investigación, la periodista Nuria Piera presentó pruebas de su existencia, pruebas que el gobierno no ha podido refutar.
Ganó porque, distinto a otros candidatos, al tratar el tema de la corrupción no tuvo colas que le pisen, sino que pudo, inclusive, hablar de cómo en su gestión ante la Procuraduría General de la República persiguió la corrupción sin importar su origen o sus siglas partidarias.
Ganó porque al abordar temas como los impuestos, el alto costo de la vida, el Tratado de Libre Comercio, la reforma constitucional y el gasto social, entre otros, de sus propuestas se desprendió la intención de gobernar en beneficio de las grandes mayorías del país, y no de un grupito particular (el mismo de siempre).
Sin embargo, sin ánimos de ser pesimista o ave de mal agüero, pienso que el próximo 16 de mayo Moreno no será el gran ganador, pues para nadie es un secreto que las inequidades sociales, económicas y políticas presentes en esta sociedad llegan hasta el sistema electoral, el cual no permite que personas serias y honradas alcancen y permanezcan en la presidencia (ver casos de Juan Bosch y de José Francisco Peña Gómez).
Y lamento que, a diferencia de otros países latinoamericanos, las organizaciones sociales alternativas y los grupos de izquierda de este país estén tan divididos, unos muy perdidos del contexto actual, otros todavía en divisiones estúpidas (muchas veces productos de rencillas personales), que no cuenten con la capacidad de articularse, pero articularse de verdad, no sólo con siglas, y convertir a Moreno en una opción posible.
Y me duele el hecho de que la mayoría de los electores dominicanos y dominicanos no ejerzan un voto de consciencia, sino que elijan al que hará “algo por mí” o al que más veces salió en la televisión.
Que triste, que mal, porque de lo contrario fuese muy posible que al fin, después de aquel gobierno sietemesino de 1963, por fin tuviésemos en el poder a una persona que haría las cosas de una manera diferente.
Tras observar con atención y detenimiento el programa especial “Las propuestas de los candidatos”, un intercambio con los candidatos presidenciales, que organiza el Grupo de Comunicaciones Corripio, he llegado a la conclusión de que el gran ganador de su primera entrega fue Guillermo Moreno.
Y, aunque no estoy entre el grupo de personas que apoya su candidatura, pues no creo en este sistema electoral, pienso que Moreno demostró que el doctor Leonel Fernández, candidato presidencial del Partido de la Liberación Dominicana y actual Presidente de la República, no es el único candidato que tiene “manejo” y capacidad discursiva.
Ganó porque, a diferencia del doctor Fernández, no tiene que recurrir a mentiras obvias para quedar bien en el debate, como por ejemplo, negar, ante la nación entera, las famosas “nominillas”, cuando, tras una investigación, la periodista Nuria Piera presentó pruebas de su existencia, pruebas que el gobierno no ha podido refutar.
Ganó porque, distinto a otros candidatos, al tratar el tema de la corrupción no tuvo colas que le pisen, sino que pudo, inclusive, hablar de cómo en su gestión ante la Procuraduría General de la República persiguió la corrupción sin importar su origen o sus siglas partidarias.
Ganó porque al abordar temas como los impuestos, el alto costo de la vida, el Tratado de Libre Comercio, la reforma constitucional y el gasto social, entre otros, de sus propuestas se desprendió la intención de gobernar en beneficio de las grandes mayorías del país, y no de un grupito particular (el mismo de siempre).
Sin embargo, sin ánimos de ser pesimista o ave de mal agüero, pienso que el próximo 16 de mayo Moreno no será el gran ganador, pues para nadie es un secreto que las inequidades sociales, económicas y políticas presentes en esta sociedad llegan hasta el sistema electoral, el cual no permite que personas serias y honradas alcancen y permanezcan en la presidencia (ver casos de Juan Bosch y de José Francisco Peña Gómez).
Y lamento que, a diferencia de otros países latinoamericanos, las organizaciones sociales alternativas y los grupos de izquierda de este país estén tan divididos, unos muy perdidos del contexto actual, otros todavía en divisiones estúpidas (muchas veces productos de rencillas personales), que no cuenten con la capacidad de articularse, pero articularse de verdad, no sólo con siglas, y convertir a Moreno en una opción posible.
Y me duele el hecho de que la mayoría de los electores dominicanos y dominicanos no ejerzan un voto de consciencia, sino que elijan al que hará “algo por mí” o al que más veces salió en la televisión.
Que triste, que mal, porque de lo contrario fuese muy posible que al fin, después de aquel gobierno sietemesino de 1963, por fin tuviésemos en el poder a una persona que haría las cosas de una manera diferente.
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