lunes, 26 de mayo de 2008

Las verdaderas razones de por qué Hillary sigue en la contienda presidencial


Por: Sonia Tejada

El encaminar cada paso que damos hacia un único objetivo puede ser excelente, nos ayuda a mantenernos enfocados y a lograr lo que queremos. Es práctica común de las personas exitosas, pero hay que tener cuidado porque también lo es de los seres más miserables del planeta. Creo que si la meta nos oscurece el camino, no vale la pena. Debe ser el camino el que nos lleve a la meta, no al revés.


Tomemos el caso de Hillary Clinton, ha puesto sus ojos en la Casa Blanca y no admite ruta alterna. Ha ido poniendo piedritas tras piedritas totalmente calculadas para poder llegar a su meta, desde la humillación como primera dama, su asunción a senadora de Nueva York, y hasta su voto a favor de la guerra de irak. ¡Todo fríamente calculado! Para Hillary ese era el camino más directo para llegar a la meta.


Puso todas sus energías en ello, y ahora que su sueño se le ha convertido en pesadilla no sabe dar marcha a tras; por el contrario, sigue adelante, dejándonos más claros cada días quién es Hillary Clinton.Yo tengo mi teoría de por qué el sueño de la Senadora Hillary Clinton se convirtió en pesadilla: por no creer que Barack Obama podía ser una amenaza para ella, la todo poderosa señora Clinton.


Ese día 3 de enero en Iowa, Hillary se dio cuenta de que había subestimado su oponente -creo que a todos nos cogió por sorpresa Obama para ser sinceros-, excepto que la senadora Clinton no se preocupó demasiado porque ella tenía todas las de ganar: su "experiencia", su nombre, el color de la piel de su oponente, sus afiliaciones o relaciones con gente controversial, y hasta el nombre y ascendencia de éste.


Lo que vino después todo ya lo sabemos: la campaña de Hillary no perdió tiempo en pintar a Obama como inexperto, como el candidato negro, como musulmán y como anti patriota. Como consecuencia, Obama tropezó varias veces, pero por una razón que se le escapa a Clinton -pues ella no puede aceptar que un hombre que salió prácticamente de la nada le haya robado el show a ella la gran Hillary Clinton- su popularidad siguió en ascenso.


Esta lucha sin cesar me sugiere algo manido: Hillary Clinton sigue subestimando a Obama, aún después de éste haberle ganado la nominación. ¡Eso es tener agallas! Lo que yace al fondo de su batalla sin sinsentido, es que no puede aceptar que Barack Hussein Obama le haya ganado. Parece una niña caprichosa que se cree que todo se lo merece.


Esa es la verdadera razón por la que Hillary está en la contienda aún cuando todos sabemos que legítimamente no puede ganar. El desquiciante afán de poder de Hillary la ha llevado a balancearse sobre una cuerda sumamente fina: el pasado racista de la nación.


La peor ofensa fue ayer al recordarnos el asesinato de Bobby Kennedy durante su campaña en California, uno no puede dejar de preguntarse ¿qué demonios quiere decir esto? ¿Está ella sugiriendo que sigue en la contienda no vaya a ser que presenciemos otra tragedia? Su no tan sutil comentario, ha tocado una fibra muy sensible: sugerir que Obama puede ser asesinado, y en esto se le pasó la mano.


Me es claro que su conducta y la forma cómo ha manejado la nominación de Obama, la revela como una hipócrita de primera categoría; ella no se cansa de hablar de treinta cinco años de lucha por los derechos civiles, sin embargo, si ponemos esa lucha a contra luz su argumento palidece: Hillary Clinton mira a Obama desde arriba, desde una esfera superior, a la que Obama no puede tener acceso. ¡Que ironía! Aunque ella lo niega sus acciones lo gritan a todo pulmón: Obama no puede ganar, Obama no ha sido probado, Obama no puede ganarse el voto de los blancos de clase trabajadora, Obama es ingenuo, y como si eso fuera poco, ahora Obama puede ser asesinado. ¡Bravo señora Clinton la verdad siempre sale a relucir!La conducta de Hillary Clinton me da náuseas.


La desesperación ha sacado a la luz sus más bajos motivos. Si Hillary le arrebatara la candidatura a Obama, con su argumento rancio y fuera de lugar, y llegara a convertirse en la candidata por el partido, creo que la pérdida sería doble para el país: habrá ganado el pasado y sus heridas sobre un presente que augura que hemos evolucionado y avanzado algo hacia la unidad racial del país

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