Por: José Carlos Nazario
Llevan años exigiendo que se vindiquen sus derechos. Solicitando que les devuelvan las tierras que Trujillo les regaló a sus ancestros.
Prensa, autoridades y demás actores les amparan e impulsan. Ellos tienen el dinero para decir, y que sea escuchado, que los bienes que les facilitó el oscuro régimen, en su calidad de testaferros, les deben ser devueltos.
Sin embargo, y nos da pena, muchos no pueden decir lo mismo sobre lo que les quitaran esbirros y torturadores que hoy se pasean ostentando su lujo y su rostro, sin ningún reparo.
Son una pieza más de los coletazos de un monstruo que tiene casi cincuenta años agonizando y que no se acaba de morir.
A los dolientes hijos, huérfanos de asesinados y desaparecidos, es a quienes la historia debe resarcir. A esos y no a refinados truhanes es a quienes el Estado debe honrar con una Ley de Memoria Histórica que excave en fosas comunes, que reconozca las víctimas y erija museos y espacios de recordación. Para que no nos hagan cuentos.
Llevan años exigiendo que se vindiquen sus derechos. Solicitando que les devuelvan las tierras que Trujillo les regaló a sus ancestros.
Prensa, autoridades y demás actores les amparan e impulsan. Ellos tienen el dinero para decir, y que sea escuchado, que los bienes que les facilitó el oscuro régimen, en su calidad de testaferros, les deben ser devueltos.
Sin embargo, y nos da pena, muchos no pueden decir lo mismo sobre lo que les quitaran esbirros y torturadores que hoy se pasean ostentando su lujo y su rostro, sin ningún reparo.
Son una pieza más de los coletazos de un monstruo que tiene casi cincuenta años agonizando y que no se acaba de morir.
A los dolientes hijos, huérfanos de asesinados y desaparecidos, es a quienes la historia debe resarcir. A esos y no a refinados truhanes es a quienes el Estado debe honrar con una Ley de Memoria Histórica que excave en fosas comunes, que reconozca las víctimas y erija museos y espacios de recordación. Para que no nos hagan cuentos.
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