miércoles, 10 de septiembre de 2008

Lenguaje no sexista; una reacción ante lo excluyente

Por: Harold Aybar

Uno de los hechos esenciales de la vida en sociedad, es el de comunicar, y esa necesidad crea formas alternas de comunicación.

La palabra tiene la virtud de provocar sentimientos, reacciones, adecuaciones, y también exclusiones como es el uso del lenguaje sexista.

Se está frente a la necesidad de cambios lingüísticos en consonancia con la realidad, eso sería poner la ciencia del lenguaje al servicio de la exaltación de la condición humana.

Tal es el caso de las mujeres exigiendo los derechos más elementales dentro de los que se halla la eliminación del lenguaje sexista.

La génesis de esta exigencia se remonta a los movimientos reivindicativos nacionales e internacionales por los derechos de la mujer y de las convenciones y pactos internacionales que refuerzan esas demandas.

En el idioma castellano se identifican formas diversas de subvaloración y de omisión de la condición femenina lo cual además de ser violatorio a los derechos humanos, es una inobservancia respecto de los avances y los aportes que en todos los ordenes han tenido las mujeres en todos el mundo, por lo cual es una razón de lucha en países de Europa, América Latina, Centro América y El Caribe.

Por la formación del género gramatical de muchas palabras, y por la función de los artículos definidos e indefinidos es gramaticalmente correcto usar “los y las“ “todas y todos”. Por lo mismo, no es igual el niño que la niña, pues son nombres comunes que por terminar en “o” el primero, y en “a” el segundo, es masculino y femenino respectivamente.

Si decimos “los estudiantes” estando presentes varones y hembras ¿dónde está la concordancia de género que debe establecer el artículo?

El lenguaje no sexista, ya no es asunto de feministas, es un hecho social que se expande. He escuchado al cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez, decir “amigos y amigas” “ellos y ellas” y en varios programas de televisión se distingue muy bien al público al tratarlos de ellos y ellas.

Estas y otras consideraciones son tratadas más a fondo, en el documento titulado, Las Plagas del Español Dominicano, el citado documento hace referencia a tres asuntos considerados como dañinos para el buen decir:

– La plaga de género.
– El empleo de vocablos extranjerizantes.
– El recurso de expresiones malsonantes que hieren la sensibilidad del buen hablante.

De la autoría del Doctor Bruno Rosario Candelier, presidente de la Academia Dominicana de la Lengua y el más reciente Premio Nacional de Literatura.

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