jueves, 16 de octubre de 2008

6 de Octubre de 1897; nacimiento de los apagones


Por: Harold Aybar

La electricidad y el alumbrado público llegaron a la ciudad de Santo Domingo el 27 de febrero de 1896 durante el régimen del dictador Heureaux. Desde ese momento los dominicanos comenzaron a disfrutar del servicio de la energía eléctrica, tanto para uso doméstico, comercial, como para el alumbrado de las principales vías. Según datos de la época la ciudad capital no alcanzaba los 30 mil habitantes.

La llegada de tan importante servicio público, como todos los logros del régimen de Heureaux, fue posible gracias a un préstamo que contrajo el Estado con varios agiotistas que permitió solventar la instalación de la primera planta eléctrica mediante un contrato con la empresa norteamericana: "The Edison Spanish Colonial Light Co". A un costo de 24 mil dólares, suma grandiosa para la época.

El día que fue inaugurado el servicio eléctrico en Santo Domingo, fue de regocijo general imagínense ustedes un país que ha vivido en tinieblas, aquél 27 de febrero de 1896 fue sumamente festivo, carnavalesco, con el fondo alegre de varias bandas musicales, y el momento en que se inició el advenimiento de la luz fue saludado por varios cañonazos disparados desde la fortaleza Ozama.

Y como la felicidad de un pobre dura poco, en efecto así fue, las altas sumas que cobraba la compañía por el servicio, luego la imposición de nuevos impuestos para cubrir el préstamo que permitió su instalación y acto seguido la renuncia del ayuntamiento de la ciudad a la administración de la planta, situación ésta que parece ser el primer eslabón de lo que parece ser una cadena interminable, pues al momento de usted leer este artículo aun existen los apagones. Una crónica del periódico Lístin Diario del 6 de octubre del 1897 señala: comenzaron los apagones. Anoche la ciudad estuvo a oscuras y según parece se debe a que están limpiando las calderas de la planta eléctrica. De manera que es seguro que estaremos dos o tres días sin luz.

Es consabido por todos que los apagones continuaron multiplicándose día tras día poniendo en entre dicho la modernidad, finalmente la primera planta que se instaló en la capital cuya población a pesar de pagar el servicio vivía permanentemente padeciendo de apagones, se fundió y tuvo que ser sustituida. Y a pesar de la mala experiencia capitalina la cuestión del alumbrado público se convirtió en una demanda febril de toda la población del país.

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