martes, 20 de marzo de 2007

Reply a Guillermo (Parte II)


Por: Rafael Santana Viñas

Guillermo, acuso formal recibo de tu correo electrónico. Lamento haber respondido un poco fuera de plazo, pero he estado ocupado atendiendo las notas y comentarios que me remiten los demás dominicanos preocupados sobre la situación del país.

Hace poco más de un año, que escribí mi respuesta a tu primer correo electrónico y leyendo el contenido del segundo, no me asombra que todo siga igual. En esa oportunidad, advertí claramente cuales eran los pasos a seguir para que todos, como Nación, pudieran hacer renacer la flor de la esperanza, sin embargo, aparentemente han hecho caso omiso. Definitivamente los buenos y verdaderos dominicanos no han escarmentado a los traidores como deben y continúan siendo víctimas de sus maquinaciones.

En momentos tan desesperantes como los que me describes, es tan necesario tener salud, corazón y juicio, ya que hombres sin juicio y sin corazón conspiran contra la salud de la Patria. De ahí que, todo tu pesar, solamente me trae el recuerdo de lo tanto que luché ya que por desesperada que sea la causa de nuestra Patria, siempre deberá ser la causa del honor de cada uno de ustedes y siempre deben de estar dispuestos a honrar su enseña con vuestra sangre. En República Dominicana no hay más que un pueblo que siempre se ha proclamado independiente de toda potencia extranjera, y una fracción miserable que siempre se ha pronunciado contra esta ley, contra este querer del pueblo dominicano, logrando siempre por medio de sus intrigas y sórdidos manejos adueñarse de la situación y hacer aparecer al pueblo dominicano de un modo distinto.

La política sigue en un atolladero, me comentas. Corrupción e Impunidad caracterizan la política dominicana. Es un sistema donde se premia al político que hace lo malo y ahuyenta a aquellos que están deseosos de profesarla honradamente. Siempre ha existido el dilema del papel de los políticos en las sociedades, lo que si podría afirmarte es que nada hacemos con estar excitando al pueblo y conformarnos con esa disposición, sin hacerla servir para un fin positivo, práctico y trascendental.

Nada me asombra Guillermo, pero recuerda que el buen dominicano tiene hambre y sed de justicia a largo tiempo, y si el mundo se la negase, Dios que es la Suma Bondad, sabrá hacérsela cumplida y no muy dilatado; y entonces, ¡ay! De los que tuvieron oídos para oír y no oyeron, de los que tuvieron ojos para ver y no vieron… la Eternidad de nuestras idea! Porque ellos habrán de oír y habrán de ver entonces lo que no hubieran oír ni ver jamás.

Recuerdo que en una reunión con varios dominicanos en la casa de Don Manuel Joaquín Delmonte, con el objeto de aunar voluntades, manifesté que todo pensamiento de mejora en que el sentimiento nacional se postergara a la conveniencia de partidos, debía siempre reprobarse, por que puesto en ejecución constituía delito de lesa patria.

Guillermo, el éxito de la República, dependerá de que cada dominicano trabaje por y para la Patria, que es trabajar para sus hijos y ellos mismos. Mientras no sean unidos, no podrán apagar la tea de la discordia ni vencer a vuestros enemigos, que son aquéllos que están muy acordes con estas ideas: destruir la Nacionalidad aunque para ello sea preciso aniquilar la Nación entera.

Nunca dejen de trabajar a favor de vuestra santa causa, haciendo por ella, como siempre, más de lo que puedan; y si no han hecho ahora todo lo que deben y han querido, quieren y querrán hacer siempre en su obsequio, es porque nunca falta quien desbarate con los pies lo que ustedes hacen con sus manos.

Finalmente joven amigo, dulce esperanza de la patria mía, seguid con tesón y ardor en la hermosa carrera que habéis emprendido y alcanzad la gloria da dar cima a la grandiosa obra de nuestra renegeración política, de nuestra independencia nacional, única garantía de las libertades patrias. Hagan de mi ideario el ejercicio práctico de su vida cotidiana y verán como poco a poco las cosas irán cambiando.

Atentamente,
Juan Pablo Duarte y Diez
Padre de la Patria

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