El miedo: una emoción que te recuerda tu grado de ‘humanidad’. Un torbellino interior que acelera tus latidos y que se mezcla con la desesperación, algunas veces con llanto, con sudor, fuerte jadeo y ganas de correr. Pero, ¿qué pasa cuando todos los miedos se mezclan entre sí y no puedes separar uno del otro? ¿Será lo que muchos llaman “una crisis existencial” producto de las distintas etapas de vida que los seres humanos atraviesan? ¿O será incertidumbre? Quizás ¿un vacío espiritual, emocional, mental?
Complicarse buscando una respuesta no es una opción, pues dice un dicho que la vida es sencillamente complicada y complicadamente sencilla (eso explica muchas cosas). A mi me dio la gana de agarrar mis miedos y sacarlos a la luz. No hago esto para vencer mis miedos, o para expulsarlos de mi ser: lo hago con la preocupación de que hemos olvidado que sentir miedo y confusión es de humanos.
Enfrentar los miedos es el lema de todo líder, pero vencerlos es el discurso de la Sra. Reflexión. Hoy siento que más dominicanos/as, a raíz de los procesos de reforma del Estado que se llevan a cabo en estos últimos años, han desarrollado miedo a creer y a perder el mismo miedo.
Quiero compartir mis miedos para despertar los tuyos, los suyos, los de ellas y los de ellos; atrapar la razón que mantiene vivos esos miedos y recordar que estamos hechas/as de puros sentimientos y tejido humano.
Tengo miedo de equivocarme, de hablar cuando no me toca, de olvidar fechas históricas importantes o ubicaciones de países en mi globo terráqueo.
Temo no llenar las expectativas de aquellas generaciones que nos abrieron camino para nuestra llegada; temo que ellos y ellas sean tan intolerantes que, contrario a incentivarme, más bien me alejen con sus críticas y con sus varas con las que miden a todos/as los de mi generación sin pensar qué nos afecta, qué nos falta, qué nos pasa.
Tengo miedo de que Silvio deje de cantar, de que Fidel decida decir adiós, de que Chávez se haga amigo del imperio…
Tengo miedo de que los países del medio oriente sigan siendo sacos de arena para golpear, que África siga gritando y nadie la escuche y que el cono sur se haga eco de ese llanto y se ahogue.Me da pánico que la lucha de las minorías continúe para siempre; me horroriza comprar un carro pero más aún montarme en carro público y colaborar con la red de “los dueños del país”.
Me aterra seguir hablando lo mismo durante décadas; que Juan Luis Guerra deje la música, que Victor Victor deje de sonreír, que Tony Almond se corte sus trenzas o que “El Jefe” vuelva.
Me da desasosiego pensar que Casa de Teatro deje de existir o que Evo Morales olvide sus raíces. Me enloquece creer que el capitalismo llegó para quedarse y que la globalización se “chupará” los países más pobres.
Tengo miedo de que me critiquen, de que me griten, de que me cuestionen, de decidir por la sociedad civil o por el gobierno; me da miedo no llorar, no amar, no sentir… Le tengo un chin de miedo a la nueva Carta Magna… ¿en qué parará eso?Me asusta perder la sensibilidad, tomar decisiones serias, hablar en público, dejar de escribir, perder la esperanza, perder los dientes o ser decapitada.
Me espanto cuando el gobierno nos da la espalda como pueblo; odio ver la cara de las clases sociales cuando se paran una frente a la otra; me da terror ver que los valores se derrumban; me da miedo abortar, ser violada, no tener nacionalidad, viajar en yola o tener un primo contagiado de AH 1N1.
Mientras escribo, de fondo escucho a Aventura que canta una canción en contra de la interrupción del embarazo, seguida de la canción de su autoría: “hoy es noche de sexo”: ¡eso da miedo!Horror, terror, espanto, susto pensar que no tengo a nadie que de la cara por la muerte, por nosotras las mujeres, jóvenes, niñas o por los inmigrantes de las alcantarillas del mundo…
Tengo miedo de perder el miedo y de nunca perderlo.
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