Por: Millizen Uribe
Las madres se respetan, incluyendo a la Madre Naturaleza. Esta es una de las enseñanzas básicas que recibimos en nuestros primeros años de formación, tanto escolar como humana.
Sin embargo, en estos últimos años hemos observado como en nuestro país la tendencia de irrespeto hacia el medio ambiente se ha arreciado.
Primero peligró el malecón, con el capricho del proyecto “Novo Mundo XXI”, conocido popularmente como “la isla artificial”, y con el que se pretendía “tomar un millón de metros cuadrados del mar Caribe, en la porción que se extiende desde la avenida Winston Churchill por la parte Sur, hasta el rompeolas que está frente al obelisco en la esquina formada por las calles Ángel Guerrero y George Washington en la zona de Ciudad Nueva” para construir una lujosa y costosa isla artificial destinado al uso de los más pocos. Después fue la resistencia al cierre de las granceras, un proceso que empezó con una resolución emitida durante la gestión de Max Puig en la Secretaría de Medio Ambiente pero que encontró aguante en algunos sectores.
Ahora es el caso de Los Haitises. Este Parque Nacional, una de las reservas biológicas más importantes del país, pues constituyen un sistema de captación, almacenamiento, conservación y distribución de agua, está siendo amenazado por la intención de instalar una fábrica de cemento que aprovecharía al mismo tiempo los recursos mineros de la corteza terrestre en la zona.
De acuerdo con los informes, la Secretaría de Medio Ambiente le ha concedido el permiso a la empresa interesada bajo el argumento de que de que “el área de concesión esta fuera de los límites del Parque”.
No hay que ser un técnico en medio ambiente para darse cuenta de que cualquier intención de explotar la corteza terrestre de esta zona afecta a toda esa bella cadena de plantas, ríos, manglares y montañas que se cierne sobre este parque.
Una vez más la patria nos llama. Nos extiende el llamado de una de sus hijas predilectas: la naturaleza.
Y una vez más los quisqueyanos valientes debemos alzarnos en la defensa de la madre naturaleza, parte importante de ese legado histórico y monumental que nos dejaron los padres y las madres de la patria.
Y es que aceptar esta obra con el argumento de que proveerá de unos cuantos empleos a algunos campesinos de esta zona sería volver a canjear espejitos por oros, pues en tiempos que la escasez del agua es una de las amenazas principales para los años venideros, una media isla en el mundo sacrifica su biodiversidad por unos cuantos pedazos de cementos.
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