miércoles, 25 de febrero de 2009

El Estado de la Unión según Obama


Por: Sonia Tejada

El señor presidente Barack Obama ha hablado. Dio un discurso magnífico. La retórica del presidente nos dio matices de la realidad, la gravedad, la urgencia, las consecuencias de la inacción, nos ofreció paralelismos con otras épocas difíciles de la historia de la Nación, y nos recordó nuestras responsabilidades cívicas, y como padres, maestros –como guardianes de las mentes de los que serán nuestro futuro-, nos impregnó a todos de un cauteloso pero contundente optimismo.

El haber incluido el costo –proyectado o real- en el presupuesto nacional de las guerras de Iraq y Afganistán -por primera vez en siete años- es un paso hacia la transparencia y la responsabilidad fiscal. ¡Enhorabuena! Ya basta de ocultarnos el costo real a los ciudadanos que, desafortunadmente nos hemos visto obligados financiarlas.

La intención de reducir el déficit y reducir los gastos innecesarios apunta en la dirección correcta. Sin embargo, Obama continúa adelante con su agenda política.

Puso un gran esfuerzo en explicar por qué la responsabilidad fiscal, y el resolver los problemas de la nación no están en oposición. No es cuánto gastamos sino en qué y cómo lo gastamos. Obama asegura que es posible implementar las reformas/mejoras necesarias, al mismo tiempo que toma medidas para llevar adelante el largo proceso de recuperación de toda una época de irresponsabilidad gobernativa, institucional, corporativa e individual.

El entender las causas y las dimensiones del problema, tener la visión de una posible solución, reconocer los obstáculos a vencer –esperados e inesperados-, y fijar una meta clara y concreta del resultado deseado nos presentaron a un Obama seguro de sí, en total control del su papel de Jefe de Estado. Ha sido el mejor discurso de su corta gestión.

Esperemos a ver que tantos baches nos aguardan en el largo trayecto hacía la recuperación económica y moral de la Nación. Nos resta esperar. ¿Cómo reacciona el mercado al discurso del presidente Obama? Ya veremos.
Foto: Periódico El País

martes, 24 de febrero de 2009

Somos un país (II)


Por: Guillermo Peña Capellán

Es importante aclarar que, desacreditar el país, no es, ni será jamás la intención de quien suscribe. Los datos antes señalados, son el reflejo del país que somos. Ocultarlos, negarlos e incluso dudar de ellos, es querer tapar el sol con un dedo.

Difundir por todos los medios, datos relevantes como éstos, es una responsabilidad que tenemos como ciudadanos. Al hacerlo, la gente se empodera; y a su vez, las autoridades priorizan en las políticas sociales más vulneradas.

El Episcopado Dominicano se pronunció (por fin) contra el clima de corrupción y pobreza que vive hoy la República Dominicana. Lo hizo porque percibió que sus feligreses se están cansando de ver como cada vez mas, los gobiernos dominicanos juegan con el erario público y nadie los defiende.

Y es que, aunque hemos logrado ciertos avances macroeconómicos en los últimos cincuenta años, esto no se refleja en el desarrollo humano de la gente.

Ahora bien, ya sabiendo quienes somos, podemos decir hacia dónde vamos.

Vamos hacia donde los dominicanos y dominicanas nos decidamos a ir. Los caminos están claros: el desorden o la institucionalidad, el sálvese quien pueda o la lucha colectiva, el irrespeto a la ley o la seguridad jurídica, un modelo económico más equitativo o el neoliberalismo salvaje, un Estado fallido o un Estado de derecho.

El futuro puede cambiar, pero todo dependerá de la actitud que asumamos. Claro está, si bien nuestro país puede cambiar, hay que tomar medidas concretas para que esto ocurra. ¿O es que acaso creemos que por obra y gracia del espíritu santo, la política clientelista va a desaparecer?

En las calles, al conversar con el ciudadano de a pie, percibimos como va en decadencia la educación dominicana. Si no cambiamos de barco y buscamos nuevos tripulantes; los pasajeros no tendrán las oportunidades de poder viajar tranquilos, y nuestro destino será funesto. Trabajemos y unámonos más para que no suceda así.

Me llena de esperanza que la indiferencia de la gente se está transformado en vocación de cambio real (muestra de ello es la diversidad de movilizaciones políticas y sociales que se han formado en los últimos meses); Ahora bien, el reto es que esto se refleje en un nuevo proyecto político-social; incluyente, plural, y sobre todo no sesgado ideológicamente. Un proyecto que llene de votos las urnas electorales. Sólo así caminaremos bien.

lunes, 23 de febrero de 2009

Inconstitucionalidad decreto indultos: formalidad contra la informalidad...


Por: Crystal Fiallo

Hoy mis esperanzas fueron regadas con un gran jarrón de agua repleta de abono. Ambos abogados que solicitaron la inconstitucionalidad del famoso decreto de los indultos No. 487-08, son los responsables de mi entusiasmo, de mi felicidad. .

Si al gobierno no le gustan las protestas, no le agradan los piquetes, los encuentros revolucionarios en los distintos rincones de República Dominicana, ahí tienen la formalidad que necesitaban.

Un recurso de inconstitucionalidad muy bien documentado, explicando como el pueblo dominicano fue timado por el Poder Ejecutivo.

La evidencia, los buenos argumentos, la formalidad en general, es necesaria en algunas ocasiones para poder derribar la posición de aquellos personajes que quieren vendernos el correcto uso de mecanismos legales, cuando la realidad es que son crudos quebrantadores de la Ley.

No me malinterpreten, los espacios de participación ciudadana son múltiples; algunas veces invitados, abiertos, cerrados y hasta mixtos. Las huelgas, los manifiestos, las creativas resistencias son necesarias para alertar a la población. Pero a la hora de lidiar con “intelectuales” de las maniobras políticas y/o legales, hay que hablarles con el mismo lenguaje técnico.

Siendo abogada, cuando hablo con los demás colegas, siento que tenemos un mundo totalmente aparte al de otras disciplinas (pasa con la mayoría de las carreras) es por eso que me encanta la gente aterrizada y sin muchos formalismos; pero admito que algunas veces hay que retomar el disfraz profesional y hablarles, contestarles y “pelearles” con sus mismo tecnicismos que creen manejar 100%. Estos dos juristas utilizaron “el” mecanismo legal nacional necesario para poder conseguir la anulación de este decreto. Pero no estaban contestándole a una formalidad, porque esos indultos fueron una “informalidad” por parte de las autoridades.

Entonces: ¡formalidad contra la informalidad!!! Bien por ustedes. El indulto es un mecanismo que invade la competencia judicial y desautoriza la imparcialidad y la justicia en general. Ahora bien, ya que la figura existe en nuestro ordenamiento, deben ser respetadas las condiciones impuestas por los legisladores para conceder este “perdón”.

Es necesario que nos unamos a esta iniciativa y le demos seguimiento al curso de este recurso, ya que las autoridades correspondientes DEBEN pronunciarse al respecto. No queremos otra decisión “si pero no”. No nos queden mal esta vez. ¡Crucemos los dedos para que todo salga bien!

Aboguemos por un país donde el “check and balance” se lleve a cabo; donde un poder no intimide o amenace a otro poder; un país donde la separación de poderes sea real y no una artimaña escondida. Organizaciones y movimientos de la sociedad civil, empujen este proceso y movilicen a la población para que se sumen. Agotados los recursos locales y sin conseguir respuesta, propongo que se eleve a nivel internacional.

sábado, 21 de febrero de 2009

Muchachas como Elizabeth


Por: Millizen Uribe

Ella vive bien, por lo que, de acuerdo a la regla general, poco debería importarle eso de justicia social. Ella podría dedicarse a vivir su propia vida sin importarle un comino eso de bienestar común. Pero no, a Elizabeth Mateo le interesó su país. Le molestaron los casos de corrupción y le dolió la impunidad.

Por eso, en vez de quedarse de brazos cruzados, presenciando por televisión como la corrupción se traga al país, Elizabeth quiso hacer algo. Así, decidió, conjuntamente con un grupo de también inquietos jóvenes, formar una organización juvenil de ideales patrióticos, el cual creativamente denominaron: “Toy jarto…pero creo en mi país”.

Desde el mismo, Elizabeth y los demás chicos y chicas expresaban verdades como: “TOY JARTO/A de que se nos enseñe que es mejor ser corrupto que tener un trabajo digno”.

“TOY JARTO/A de la indiferencia de los gobernantes hacia las verdaderas necesidades sociales”.

“TOY JARTO/A de que a los corruptos como Vivian Lubrano y los del Plan Renove se les indulte por compasión, cuando no mostraron ellos compasión alguna cuando cometían sus actos delictivos”.

“TOY JARTO/A de tener Presidentes que constantemente violan la Constitución de la República y la modifican como un traje hecho a la medida”.“

Pero de lo que más TOY JARTO/A es de que las autoridades tomen nuestro país de relajo y que sean partícipes de actos de corrupción.

Precisamente por esto, por canalizar el sentimiento popular de rechazo a la corrupción, por decir en voz alta lo que muchos decían en voz baja, Elizabeth Mateo fue despedida.

Pero no de cualquier trabajo y mucho menos de una singular oficina, sino del órgano que está llamado justamente a salvaguardar la justicia y la libertad de expresión: La Suprema Corte de Justicia. ¿Increíble no? Pero cierto

Mas, como Elizabeth no es una joven cualquiera y mucho menos una ciudadana común, de esas que todo lo callan y todo lo permiten, aunque fue invitada a abandonar sus ideales su respuesta fue un rotundo NO, pues Elizabeth también está jarta del chantaje.

Su camino es difícil, ya imaginamos la angustia que la valiente joven ha de padecer, pero desde este rinconcito aprovecho para decirle que no está sola y que en el camino de la rebeldía, de la inquietud, del querer hacer algo… ella cuenta con muchas personas que al igual que ella

“Estamos jartos…pero creemos en nuestro país”. A continuación un escrito que Elizabeth dirigió a todos ustedes.

A LOS DOMINICANOS Y DOMINICANAS EN TODAS PARTES DEL MUNDO:"LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA VIOLENTÓ MI DERECHO A LA LIBRE EXPRESION Y QUIERO PROTEGER EL TUYO".

Este es mi testimonio como ciudadana y ex empleada de la Suprema Corte de Justicia, de la cual fui separada de mis funciones el pasado viernes 6 de enero del 2009 por pertenecer a un movimiento cívico, de conciencia ciudadana, llamado "TOY JARTO PERO CREO EN MI PAÍS".

Soy una joven abogada preocupada, como muchos otros, por el clima de corrupción e impunidad que opera en República Dominicana, y esa preocupación me llevó a formar parte de un movimiento de ideales patrióticos, que lucha por los derechos ciudadanos y por el respeto a las leyes.Para mi sorpresa, y con mucha decepción, el más alto tribunal de nuestro país, cabecera del Poder Judicial, guardiana de la Ley Constitucional Dominicana, ha calificado mis acciones, amparadas por la Constitución, como desleales e incompatibles con la institución.

Como profesional en ciencias jurídicas entiendo y tengo la plena conciencia de que los ciudadanos no solo estamos facultados a ejercer nuestros derechos ciudadanos y sociales, sino que estamos obligados a reclamarlos y exigirlos cuando éstos son vulnerados y debemos cuestionar a aquellos que lo hacen; y que la Suprema Corte de Justicia, como cabeza del Poder Judicial, debe proteger y respetar tales prerrogativas, en lugar de llegar a esparcir una intolerancia que no se corresponde con la misión de la institución, que es proteger los derechos de los ciudadanos, no constreñirlos.

Si las distintas instituciones que conforman al Estado Dominicano, para mi caso particular la Suprema Corte de Justicia, entienden que sus deberes institucionales se encuentran por encima de los derechos fundamentales de todo ciudadano y ciudadana, es que definitivamente ha llegado el momento de propiciar un nuevo liderazgo que impulse un cambio de mentalidad para que con ello, se inicien nuevas y buenas prácticas.

Es que definitivamente debemos abrir los ojos y cuestionar el Estado en el que vivimos.Hago esta declaración porque quiero proteger a otros ciudadanos y ciudadanas que también poseen un empleo en el Estado. Mi propósito no es la reposición en mis labores, sino la protección del derecho a la libre expresión de todos nosotros. Lo que me ha sucedido a mí es un paradigma con el que tenemos que romper.

Todos los empleados públicos trabajan para el Estado y el Estado tiene dolientes, sus ciudadanos, que somos cada uno de nosotros. Por tanto, no dejemos que las órdenes nos lleven a violentar derechos; que los intereses nos hagan violentar las leyes; que los deberes institucionales se superpongan por encima de nuestra dignidad y derechos fundamentales, y cuando eso suceda cuestiónenlos y por sobre todo no callen.

No tengo ninguna instancia judicial a la cual recurrir, porque la instancia que se supone garante de mi derecho constitucional ha sido quien ha promovido su negación por medio de una intolerancia ilimitada. Hoy, mi derecho a la libre expresión fue violentado, mañana puede ser el tuyo. No lo permitas.


Elizabeth Mateo Pérez

Ciudadana Coordinadora General Movimiento Cívico Toy Jarto

lunes, 9 de febrero de 2009

Somos un país (I)


Por: Guillermo Peña Capellán

Somos un país donde la gran mayoría de sus habitantes está buscando cómo conseguir una visa para realizar el sueño americano o europeo. El 57% de los dominicanos y dominicanas quiere irse del país y más del 50% piensa que es imposible el cambio; según el Informe de Desarrollo Humano 2008.

Somos un país de corrupción rampante, en una escala de 1 a 10, siendo 1 el peor estado de corrupción, la República Dominicana obtuvo el 3.0, la misma puntuación del año pasado; señala el Índice de Percepción de la Corrupción 2008, realizado por la organización Transparencia Internacional.

Somos un país de gente que se sienta en los parques a esperar que le llegue una chiripa porque no tiene absolutamente nada que hacer. Y es que el 14% de la población esta desempleada; informan cifras oficiales del Banco Central.

Somos un país donde el apoyo a las actividades del campo son ínfimas, por ello el 70% de las y los trabajadores rurales se dedican a actividades no agrícolas, tales como el transporte, las zonas francas, el comercio y el turismo; comparado con el 40% en 1997; según el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

Somos un país de analfabetos o analfabetos funcionales, donde el 11% de la población mayor de 10 años es analfabeta y las cifras se incrementan a un 24% y 31% en Bahoruco y Elías Piña; indica la Encuesta Demográfica y Salud (ENDESA 2007).

Somos un país de estudiantes que no reciben el tiempo necesario para educarse porque siempre hay imprevistos o excusas, donde el tiempo académico real es insuficiente porque se diluye entre ceremonia de bandera, desayuno, recreo y tardanzas por carencias del transporte; señala un estudio realizado por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) en el 2004.

Somos un país con estigmas y estereotipos sociales tan grandes que la presión social obliga a una estudiante embarazada salir del centro de estudio porque no da un buen ejemplo a sus compañeras. El 11.8% de las adolescentes que abandonan los centros educativos lo hace por haber quedado embarazada y en su mayoría no sobrepasan el nivel básico; según el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) y el Consejo Nacional de Población y Familia (CONAPOFA).

Somos un país con hambre acumulada. Simple ejemplo de esto es que cuando vamos a los hoteles, rebozamos los platos de comida para saciar nuestra hambre atrasada. El 29% de la población dominicana esta desnutrida; revela la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).

Somos un país desinformado sexualmente a tal punto que, muchos pensamos que con un beso en la mejilla se contagia del Síndrome de Inmunidad Adquirida (SIDA), no usan el preservativo porque les quita el placer o sino se ponen dos condones para cuidarse más de contagiarse. El 18% de los casos de Síndrome de Inmunidad Adquirida (SIDA) lo protagoniza la población entre 15 y 24 años de edad. En esta población joven, el 48% corresponde a mujeres; según el Consejo Presidencial del Sida (COPRESIDA) y el Consejo nacional para la Niñez y Adolescencia (CONANI).

Somos un país que paga la energía más cara del mundo. 21.97 centavos de dólar por cada kilovatio-hora Fuel oil no 6, cuando deberíamos pagarlo a 10 centavos de dólar.

Este panorama es desalentador y frustrante para quienes queremos y luchamos por un país menos desigual. Tenemos muchos problemas sociales pendientes por resolver. Mucho/as desconocemos la magnitud de ellos y otros nos mostramos indiferentes y desesperanzados de que algún día se resuelvan.

La corrupción y la impunidad promovida en el seno de los partidos políticos ha sido una de las causas de nuestros males ancestrales. La falta de transparencia, de institucionalidad y de ética, tanto en el sector público como en el privado también se le suma al causal de nuestras debilidades como nación.

Ahora bien, no todo es negativo en nuestra República Dominicana….

Somos un país que ocupa el primer lugar en biodiversidad en las Antillas, y el tercer lugar mundial en biodiversidad insular en proporción al territorio, por la cantidad de zonas tropicales, subtropicales, templadas y frías; según el Fondo Para El Medio Ambiente Mundial (FMAM)

Somos un país que ha tenido el mayor crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) entre las naciones de Latinoamérica y El Caribe desde 1961 hasta el 2005, sin embargo estamos entre los países que menor crecimiento de Desarrollo Humano ha tenido en ese mismo periodo; indica el informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) 2005.

Somos un país de grandes logros en el deporte. Tenemos los mejores peloteros de gran calidad mundial. Nos destacamos por ser fuertes bateadores y ágiles corredores. Nuestro alto nivel en el baseball es un orgullo dominicano. Tan fanáticos somos que si perdemos en un evento internacional nos sentimos derrotados.

Somos un país con leyes tan importantes y conflictivas como: la Ley de Libre Acceso a la Información Pública, Ley de Seguridad Social, Ley General de Medio Ambiente y Recursos Naturales, Ley de Juventud, Ley contra la Violencia Intrafamiliar y Ley de Función Pública; solo por citar algunas. El simple hecho de tenerlas es positivo porque nos hace contar con un marco jurídico ideal, fruto de peleadas conquistas sociales. El reto hoy es que la ciudadanía las demande y las autoridades las hagan cumplir.

Somos un país destino mundial de millones de turistas, los cuales son recibidos con la hospitalidad y la alegría que nos caracteriza, contamos con playas hermosas tales como; San Rafael, Las Terrenas, El Macao, Punta Cana y Chiquito. Las Terrenas fue declarada por el diario El Mercurio de Chile como una de las 25 mejores playas del mundo y El Macao fue investida por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) como una de las mejores playas del mar Caribe.

Continuará…

¿Qué nos queda a los jóvenes?


Por: Millizen Uribe

El nombre de Mario Benedetti definitivamente está en la lista de mis poetas favoritos. El amor, el desamor, las inquietudes sociales, políticas y culturales son magistralmente expuestas por la pluma del escritor uruguayo.

El tema juventud no es la excepción. En el poema ¿Qué les queda a los jóvenes? Benedetti describe perfectamente esa pregunta cuasi existencial que toda persona el estar en la juventud se hace: ¿Qué voy a hacer con mi vida? Y, con toda esa magia que hay en sus letras, el poeta responde con una certera invitación a ir más allá de las drogas, el grafitti, el alcohol, el consumismo y las discotecas y, en cambio, ser jóvenes con habla y con utopía, a vivir sin prisa, pero con memoria, a situarnos en nuestra historia, a convivir con la madre naturaleza, a ir por las calles siendo solidarios y a construir el futuro.

El sábado se celebra el Día de la Juventud y sé que muchos jóvenes, y hasta aquellos que no son tan jóvenes, se estarán haciendo la referida pregunta de qué hacer con su vida. Superar el estigma que se nos pone (vacíos, inmaduros y boncheros), hacer de nosotros la coyuntura actual y disponernos a trabajar para cambiar el panorama y construir un mejor país, un nuevo mundo con mejores seres humanos, es para mí una recomendación esencial.

Acá les dejo el poema completo:

¿Qué les queda a los jóvenes?

¿Qué les queda por probar a los jóvenes en este mundo de paciencia y asco? ¿sólo grafitti? ¿rock? ¿escepticismo? también les queda no decir amén no dejar que les maten el amor recuperar el habla y la utopía ser jóvenes sin prisa y con memoria situarse en una historia que es la suya no convertirse en viejos prematuros.

¿Qué les queda por probar a los jóvenes en este mundo de rutina y ruina? ¿cocaína? ¿cerveza? ¿barras bravas?les queda respirar / abrir los ojos descubrir las raíces del horror inventar paz así sea a ponchazos entenderse con la naturaleza y con la lluvia y los relámpagos y con el sentimiento y con la muerte esa loca de atar y desatar.

¿Qué les queda por probar a los jóvenes en este mundo de consumo y humo? ¿vértigo? ¿asaltos? ¿discotecas? también les queda discutir con dios tanto si existe como si no existe tender manos que ayudan / abrir puertas entre el corazón propio y el ajeno /sobre todo les queda hacer futuro a pesar de los ruines de pasado y los sabios granujas del presente.

Mario Benedetti

“Vamos a jugar al Ladrón y al Policía”


Por: Crystal Fiallo

"Vamos a jugar al Ladrón y al Policía”, gritábamos los muchachos/as de la calle ciega llamada Gala, cerca del club de Codetel. Fue en ese club donde todos los muchachos/as del sector nos deslizamos por el tobogán, cruzamos el puentecito de madera, celebramos cumpleaños en los quioscos y soñábamos con una piscina. En los alrededores, nos bañábamos en la lluvia y montábamos bicicleta por el parquecito.

El Ladrón y el Policía era uno de mis juegos favoritos: perseguir y ser perseguida era una adicción a la que pocos niños/as nos podíamos resistir. Eso de jugar muñecas y cocinita eran cosas que solía hacer en mi tiempo libre. Sentía que los juegos de “calle” eran juegos reales. Eran verdaderas dinámicas que me entrenaban para la batalla. Pero eso sí, cuando sonaba la campanita de los helados “el corre corre” se armaba y el mundo de repente se paralizaba para todos los niños y niñas.

El heladero se convertía en nuestra presa y lo asfixiábamos de peticiones e indecisiones sobre colores y sabores hasta conseguir ese preciado producto frío que tanto nos refrescaba después de tanta “carpeta”. Entre la temperatura y el azúcar, recuperábamos la energía suficiente para seguir personificando a los ladrones y a los policías.

Las reglas del juego consistían en lo siguiente: nos dividíamos en dos equipos, unos hacían de Policías y otros jugaban a ser los ladrones. Unos peleaban por ser los defensores de la justicia, y los demás anhelaban ser los rebeldes que quebrantaban las reglas de la sociedad; ah, y claro, como olvidar el calabozo el cual era elegido por todos para apresar a los hoy llamados “imputados”.

Lo ideal era que siempre ganaran los uniformados, los hombres que pretendían defender las leyes, pero no siempre era así. Bastaba con que el equipo de los ladrones fuera bastante atlético o con buenas estrategias como para escapar y burlar a los Policías.

Ahora que lo pienso, era bueno que desde pequeños supiéramos que no siempre los policías serian los vencedores: pero no porque los ladrones fueran ágiles o no, sino porque en nuestra sociedad no sabemos distinguir entre uno ni el otro: quien hace lo correcto o lo incorrecto; quién respecta las reglas y quién no. Pero, ¿y entonces? ¿Quién podrá defendernos?

Propongo que el nombre de este juego sea modificado. Ahora, la pregunta del millón es: ¿cómo podemos denominarlo?: “Los Ladrones”, o “El Ladrón y/o El Policía”, o simplemente “La Policía”, que tal “La Policía y la Ciudadanía”, ¿les parece? El problema va más allá de un simple “juego de calle”; esta aberración afecta a las futuras generaciones y es un quebrantamiento institucional peor de lo que muchos imaginan.

Cuando un cuerpo de oficiales, asignados para custodiar una nación y defender a los ciudadanos/as de cualquier desorden público, se corrompe, las posibilidades de desarrollo se ven obstaculizadas en un alto porcentaje. Esto se debe a que: (1) el clima de inseguridad ahuyenta las inversiones tanto nacionales como internacionales; (2) intimida a la ciudadanía y su inclusión en la sociedad civil contestataria; (3) incremento de la violencia por no haber obstáculo estatal; (4) legitima la corrupción; (5) nos proyecta como un destino inseguro para cualquier viajero y, (6) refleja un desorden institucional sediento de intervenciones foráneas que lo único que trae como resultado es que perdamos parte de nuestra soberanía.

El caso de la Policía de La Paz, Bolivia y su interacción con los mercados dirigidos por las “Maestras Mayores” y los Policías asignados en distintos puntos del mismo, es un ejemplo de cómo un solo cuerpo gubernamental puede contaminar toda la dinámica de una nación. Los oficiales Bolivianos abusaron de su poder hasta el punto de que era una de las razones principales por la cual el mercado y sus vendedores/as se encontraban estancados y envueltos en actos que pasaban desde altos impuestos cobrados por la misma Policía, manipulaciones de poder, hasta favores sexuales como ritual para obtener aprobación o cambios en asuntos del mercado.

Eso no es lo peor, lo grave es que, cuando el ex alcalde McLean decidió trabajar, en el 1991, en reformar este departamento y su interacción con el mercado de las “cholitas”, los Aymara (una de las tribus de Bolivia que representan la mayoría en la provincia de La Paz) y los demás vendedores se opusieron, puesto que entendían que todo estaba bien tal y como ellos lo conocían y que hasta ahora había funcionado perfectamente. Se conformaban con un sistema que estaba corrompido por miedo al cambio y lo único que habían aprendido y conocido hasta la fecha era eso que los consultores de McLean llamaban corrupción.

La corrupción no solo son actos tipificados en normas legales. Es una deformación que se adhiere a nuestra cultura (como pasó en La Paz) y que cada vez se hace más complejo luchar contra ella.

Es necesario que las autoridades se unan a la lucha contra este mal, identificando las soluciones posibles para cada uno de los departamentos que componen la burocracia dominicana, porque no sólo es en la Policía Nacional.

La ciudadanía en general, en crudo, hagamos eco de esta situación y frenemos este descalabro nacional. Invitemos a cambios radicales estructurales donde dignifiquemos el trabajo de aquellos oficiales que si creen en su labor y formemos una nueva camada de ciudadanos/as comprometidos con el orden y la paz.

No más comisiones que no generen resultados sustanciales. No más esperas mientras indultan, mientras se extorsionan a ciudadanos y mientras los jóvenes materializamos la esperanza en un ticket de avión. Sumo estas palabras al artículo “Policías o Criminales” de Nassef Perdomo, porque se que nuestra preocupación va de la mano.

¡Hay que limpiar la casa!