jueves, 9 de octubre de 2008

Justos por pecadores


Por: Millizen Uribe

Indignación, rabia, dolor fueron los sentimientos que experimenté el jueves pasado al observar como las autoridades, esas llamadas a garantizar la seguridad de los ciudadanos, utilizaban la fuerza para violentar el derecho a la libertad de expresión y de manifestación que garantiza nuestra constitución en su artículo 8.

Y es que la imagen no podía ser más deprimente: el presidente del Colegio Médico Dominicano, Waldo Ariel Suero, cargado por un grupo de oficiales, quienes le obligaban a poner fin a una huelga de hambre que con todo derecho inició un grupo de galeno.

Sí, esto es precisamente lo que hacían los médicos: exigir su derecho a un aumento salarial. Y uno podrá discutir los medios y la forma empleados por los galenos, y quizás pensar que ante el desgaste de las huelgas convendría buscar formas de protestar más creativas. Pero creánme, en este país colocado en el trayecto del sol y de los dictadores eso no es suficiente, sino recuerden lo que nos pasó a los jóvenes cuando realizamos La Otra Feria (Gobierno reprime disidencia; impide celebración de 'La Otra Feria: la Verdadera República Dominicana. Periódico Clave Digital. http://www.clavedigital.com/Portada/Articulo.asp?Id_Articulo=8073

Por eso considero que este hecho es preocupante y alarmante, ya que evidencia una vez más la persistente presencia de Rafael Leonidas Trujillo en la idiosincrasia de los gobernantes dominicanos.

Sin embargo, más preocupante que la actitud del jefe de Estado que permanece callado, del Jefe de la Policía Nacional que justifica el atropello y de los oficiales que cometieron el hecho, es la actitud del pueblo dominicano, que ante acciones como esta permanece silente y los pocos que hablan es para justificar la agresión por la supuesta "necedad" de los médicos.

Así, sostienen argumentos como: "hay muchos médicos que no trabajan y tratan mal a los pacientes". Pero recordemos que en todas las áreas hay malos profesionales y que los justos no deben pagar por los pecadores, por lo que considero que lo que se debe procurar es que los médicos que incumplen cumplan.

Además, recordemos que el costo de la vida en República Dominicana se ha incrementado en un nivel que no se corresponde con la tasa de los salarios no sólo de los médicos, sino de ninguno de los profesionales.

Es por esto que entiendo que el reclamo de los médicos es válido y que los demás sectores profesionales estamos en el deber de apoyarlos y de tener presente la famosa frase atribuida a Berton Brech (pero que algunos dicen es de Martin Niemöller):

"Primero vinieron a por los comunistas, y yo no hablé porque no era comunista.
Después vinieron a por los judíos, y yo no hablé porque no era judío.
Después vinieron a por los católicos, y yo no hablé porque era protestante.
Después vinieron a por mí, y para entonces, ya no quedaba nadie que hablara por mí".

lunes, 6 de octubre de 2008

Constituyente:promesa pendiente


Por: Guillermo Peña Capellán

La sociedad dominicana ha sido engañada por sus representantes políticos con reformas a la medida del gobierno de turno.

Recordemos el proyecto elaborado en el 2001. En el mismo, los partidos políticos mayoritarios y una amplia representación de la sociedad civil acordaron convocar una reforma por asamblea revisora para instituir la asamblea constituyente como mecanismo para redactar una nueva constitución.

Este documento establecía que la asamblea constituyente estaría integrada por 155 miembros postulados por los partidos políticos, 5 de ellos en representación de los que no alcanzaren suficientes votos y 31 por bloques de organizaciones sociales. Esfuerzo perdido, palabra incumplida, promesa pendiente.

También recordemos, el “Pacto para la Reforma Constitucional”, suscrito en el Palacio Nacional en Septiembre del 2001 por los 3 partidos mayoritarios, los cuales ratificaron el mecanismo de la constituyente por elección popular. Burlado ulteriormente por el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) y el Presidente Mejía para hacer una reforma fugaz en el 2002. Esfuerzo perdido, palabra incumplida, promesa pendiente.

El Partido de la Liberación Dominicana (PLD) reniega sus explicaciones históricas de que una asamblea constituyente es una “genuina expresión de la democracia”; al cambiar sus argumentos contradicen igualmente su programa de gobierno 2004-2008. Ver: http://www.pld.org.do/02-documentos/programa2004.pdf

Además, el Presidente Fernández, en su último discurso de campaña electoral en el año 2004 se comprometió con una asamblea constituyente.

Los argumentos en contra de la asamblea constituyente son los siguientes:

1. La asamblea constituyente no está prevista en la constitución actual.

2. La asamblea constituyente es apropiada para cambios dramáticos o profundos en el orden democrático, para crear algo nuevo, y ese no es nuestro caso porque estamos en la etapa de la consolidación de la democracia y no en la construcción.

3. La constituyente no garantiza la participación de las mayorías.

Es cierto que la constituyente no está prevista en la constitución actual, en cambio la consulta popular tampoco lo estaba y la voluntad política logró que se utilizare.

El mecanismo de la asamblea revisora es muy sutil, conveniente sólo para el partido de gobierno. La historia nos ha demostrado que, no se toman en cuenta las consultas ni los acuerdos previos, como en efecto, sino el interés del partido que posee la mayoría.

La forma es tan importante como el fondo, porque la forma puede determinar lo que al final se aprobará. Recodemos la reforma del 2002, en la que a último momento se cambio el orden de lo que se reformaría y se terminó solamente reformando la nefasta reelección presidencial.

Los que defendemos la asamblea constituyente pensamos que sí es nuestro caso hacer un cambio profundo en el orden democrático, porque las reformas constitucionales anteriores solo han sido parches coyunturales de los partidos mayoritarios.

Es el mejor momento para realizar une verdadera revolución democrática que, implicará una nueva sociedad. Y si no es nuestro caso realizar un cambio dramático, entonces no es una revolución democrática la que se hará, sino una simple reforma.

Es cierto que la constituyente no garantiza 100% la participación de las mayorías. De ninguna manera afirmamos que la constituyente es el mecanismo perfecto, garantizador de un proceso democrático por completo. Sino que, este mecanismo es más transparente y con mayor grado de legitimidad.

Y es que legalmente puede estar todo establecido, pero si los mecanismos no son claros, hay incertidumbre y desconfianza.

Según la encuesta CLAVE-CIES, realizada el año pasado, el 64% de la población favoreció la asamblea constituyente. Solamente 31 de cada 100 dominicanos mayores de edad se inclinan por la asamblea revisora.

Asimismo, el 62% de los dominicanos y dominicanas se mostró a favor de la asamblea constituyente en la consulta popular.

Por todo lo expuesto, me sumo a una asamblea constituyente donde los partidos políticos estén representados en un 50 % y el otro 50 % restante por la sociedad civil, y finalmente un referéndum para confirmar los resultados. Sin lugar a dudas, ésta sería una fórmula más democrática y transparente.

“Egos revueltos”


Por: José Carlos Nazario

Continúa la cháchara dicharachera. Se exaltan los egos, como siempre, en un país que viene de una tradición autocrática carente de autocrítica. Personajes de distintos bandos discuten la necesidad de esto o de aquello, siempre resplandeciendo lo personal sobre lo institucional. La vida pública es eso, un gran plato de “egos revueltos”. Por un lado, nos instan a apoyar a Wilton Guerrero, por otro, se le descalifica. ¿Y lo que denuncia?

No nos damos cuenta; somos parte de un juego peligroso que termina arropando al más crítico, al más conceptualmente versado. Arrastrados hacia la unidad, bajo un discurso ausente de verdades, vamos como rebaño, detrás de cualquier pastor sin mirar la sangre que destilan sus colmillos de lobo. Sin alarmarnos.

La “Constitución del Presidente” pretende desterrar esta tradición que data de los tiempos de Santana. Sin embargo se requiere un esfuerzo de los dominicanos y dominicanas, para que dejemos de preguntar por Leonel Fernández cada vez que nos pica un mosquito, se suspende la energía eléctrica o matan a siete en Paya.

Hace falta que dejemos de llamar en apoyo a Huchi, a Nuria, a Wilton, para proclamar el respaldo a la libertad de expresión, al cumplimiento de las leyes. Superar el ‘yo’ es parte del desarrollo democrático de las naciones. Eliminar los egos inflamados y omniscientes es el primer paso.

La democracia moderna va más allá del derecho al voto. No podemos seguir bajo la misma cultura impuesta por los hateros en el siglo XIX y continuada por tantos déspotas ilustrados y sin lustre. Comencemos a empoderar, a superar ese ‘yo’ y agrupar el nosotros para convertirlo en futuro, como ciudadanos, frente a instituciones. Solo así lograremos hacer del pseudo-Estado dominicano una democracia genuina, que nos cuente (y no cuentos) a la hora de tomar decisiones.

viernes, 3 de octubre de 2008

Un optimismo muy peligroso


Por: Millizen Uribe Moreno
Para las matemáticas: datos, planteo, solución y respuesta. Para las naturales: definición del problema, formulación de hipótesis, experimentación, análisis de los resultados, formulación de teorías, etc.

Pero para todo primero el reconocimiento del problema, esto según los conocimientos elementales aprendidos en la primaria. Es por esto que no entiendo el empeño del excelentísimo señor Presidente de la República, doctor Leonel Fernández, de insistir en que: “la economía dominicana está blindada frente a la crisis mundial”.

Y aunque se sabe que en el plano político su negativa está orientada a la creencia de que un ejercicio de sinceridad afectaría la imagen de su gobierno, en el plano humano sólo cabe el calificativo de irresponsabilidad para la insistencia en ese falso blindaje.

¿Cómo negar que sectores importantes dentro de la economía dominicana, a saber turismo y remesas, se verán disminuidos ante la crisis económica que afecta a los Estados Unidos? Esto porque como consecuencia, el pueblo estadounidense establecerá prioridades y viajar a la República Dominicana e invertir en propiedades en el país no será una de ellas. Igualmente el flujo de remesas que envían los dominicanos residentes en el exterior se verá afectado.

Y es que esa terrible dependencia de la economía dominicana hacia la economía estadounidense, que tantas veces hemos criticado, implica que si las cosas se ponen feas en la casa en “el patio trasero” se ponen mucho peor.

Por eso en vez de continuar la venta de ilusiones, es recomendable que el gobierno dominicano admita de una vez por todas la influencia de esta crisis en el país. Esto no para hacer un “mea culpa” y darse golpes en el pecho, sino para comenzar su mandato en base a la realidad económica, social y política que se vive en el mundo.

Así la austeridad, la disminución del gasto público, la concentración de recursos en alimentación, salud, educación y vivienda (y no los viajes, las jeepetas, las dietas, y las construcciones para pagar comisiones a los compañeritos de partidos) serán las prioridades.

Ahora bien, una posible insistencia en mantener la posición de que “todo está muy bien”, sólo podría entenderse desde el aspecto de que como se prevé un aumento del narcotráfico, y a este factor algunos sociólogos y periodistas atribuyen influencia en cierta bonanza de la economía dominicana, sea aquí donde resida la tranquilidad de que la sangre no llegará al río. Lejos de esto no se entiende el porque se insiste en un optimismo que, sobretodo para el país, resulta muy peligroso.

jueves, 2 de octubre de 2008

Democracia directa en la nueva Constitución


Por: José Carlos Nazario

En días pasados el Presidente de la República presentó el Proyecto de Reforma Constitucional que, fruto de las consultas en diversos sectores, preparó el grupo de juristas que fuera convocado por el Ejecutivo para los fines. Sin entrar en discusiones sobre el mecanismo de modificación, nos gustaría tratar algunos aspectos.

En dicho proyecto, como hemos podido comprobar, se establecen principios que podrían dar espacio a una interesante e importantísima apertura del Estado hacia la participación social y ciudadana. En tal sentido hemos querido señalar algunos puntos del articulado que representan un claro avance en la materia.

Según establece el artículo 2 de la nueva propuesta constitucional, “el pueblo ejerce la soberanía por medio de sus representantes o en forma directa (…)” Hablamos, pues, de la superación del mito del Estado-padre/protector.

En el artículo 6 se reconoce a la República Dominicana como un Estado Social y Democrático de Derecho, esta cuestión, tocada anteriormente por nosotros y anunciada por el Presidente Fernández, constituye una llave para la creación de nuevos mecanismos de democracia directa que nos lleven al perfeccionamiento social de la organización jurídico-política de la nación.

Yendo más lejos, la comisión de juristas propone, en el numeral 3ro del artículo 20, sobre los derechos de las ciudadanas y los ciudadanos, el derecho a la “iniciativa congresional y municipal”, así como la formulación de “peticiones a los poderes públicos para solicitar medidas de interés público”.

Ambos puntos pueden constituirse, sin duda, en una apertura hacia la gestión pública de intereses, el denominado lobbying, como mecanismo de participación política de la ciudadanía.

Por último los artículos 82 y 83 completan la alusión constitucional a la temática, postulando que dicha iniciativa legislativa se ejerce mediante la participación de no menos del 2% de los inscritos en el registro de electores y deja abierta la opción a una ley especial que establezca el procedimiento para la propuesta. De igual forma se estipula que quien ejerza dicha iniciativa tendrá derecho a sostener su propuesta ante la otra Cámara.

Con este articulado se abre paso, en la nueva Constitución, a la, tantas veces invocada, regulación del cabildeo ante las instituciones públicas. El famoso lobbying (gestión de intereses privados ante instituciones públicas), satanizado con intenciones non gratas por muchos promotores del arcaísmo estatal, debe ser limitado y diferenciado del tráfico de influencias.

Su control daría paso al necesario proceso de empoderamiento ciudadano, que vendría a potenciar los cambios que por tanto tiempo hemos esperado de los políticos y que sin duda son responsabilidad exclusiva de nosotros, los ciudadanos.