“Me cancelaron de la Secretaría de Relaciones Exteriores”, me dijo acongojada vía telefónica Natalia Mármol; una excepcional estudiante de Comunicación Social de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM), miembra de la organización juvenil, La Revuelta.
A pesar de que se lo había advertido en una ocasión, jamás pensé que aquella joven de ideas transformadoras y notables cualidades humanas, sería cancelada, y mucho menos después de que recientemente desahuciaran de la Suprema Corte de Justicia a otra brillante y talentosa joven, Elizabeth Mateo, por el simple hecho de ejercer su condición de ciudadana.
No bastó si quiera cierto grado de consideración por lo que representa su padre para la cultura dominicana; el destacado cantautor y costumbrista Roldán.
Y es que no bien acabamos de condenar la bochornosa actitud de expulsar de la Suprema Corte de Justicia a la joven abogada Elizabeth Mateo, por participar en el movimiento cívico “Toy Jarto, pero creo en mi país”, cuando ya tenemos otro caso igual.
La táctica de las irresponsables autoridades ya sabemos cuál es. Desaparecer a los movimientos juveniles, dividirlos y cortarles los recursos económicos para que desistan de luchar por la Otra República Dominicana, la que merecemos.
Que sepan quienes se encargan de esto, que nuestro compromiso con el país, es más grande que un simple empleo público.
Que sepan las autoridades, que nuestros principios y valores son más fuertes que su dinero mal habido.
Que sepa el gobierno, que no nos intimidarán con sus amenazas.
Que así como nos manifestamos fervientemente en el gobierno de Hipólito Mejía, en las explanadas del Mirador Sur y de la Churchill contra la crisis económica de aquel entonces, así mismo lo seguiremos haciendo hoy, mañana y siempre.
Que sepa el gobierno, que como escribiera alguna vez el inmortal poeta Pablo Neruda, “Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera”.
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