Por: Millizen Uribe
Aunque todavía mis años son pocos he de confesar que ya hay temas que me comienzan a lucir demasiado reiterativos, más por su tratamiento, que por lo que encierra el tema en sí.La constitución es uno de ellos y lamentablemente en estos días nueva vez el tema reaparece en la palestra pública. El cansancio no es para menos, pues en lo que tengo de vida las reformas constitucionales que he presenciado, más las que aprendí en mi tiempo de estudiante, superan con creces hasta mi propia edad.
¿Y qué se ha resuelto con esas reformas? Pues que los gobernantes de turnos sacien, temporalmente, sus ansias de poder, pues cuando se les antoja más poder, simplemente vuelven a reformarlas.
Así lo demuestra la historia la cual recoge cómo nuestra carta magna ha sido modificada ¡38 veces!
Y reitero que lo lamentable de esto es que estas reformas no han significado ningún cambio importante dentro de la cultura de derecho de nuestro país, pues esa visión de que la constitución es un “pedazo de papel” continúa vigente en la mente de mucho de nuestros funcionarios.
Precisamente aquí radica el problema, pues más que quitarle y ponerle palabras, lo primero que hay que hacer con la constitución se resume en una sola palabra: ¡Cumplirla!
Y es que, sin ser una especialista del derecho constitucional, sé que en nuestra carta magna están los lineamientos generales para que esta nación prospere de una manera organizada. Mas si nunca se cumplen la leyes de nada sirve que contemos con la constitución más maravillosa del mundo.
Y es que, sin ser una especialista del derecho constitucional, sé que en nuestra carta magna están los lineamientos generales para que esta nación prospere de una manera organizada. Mas si nunca se cumplen la leyes de nada sirve que contemos con la constitución más maravillosa del mundo.
Es por esto que, independientemente de la cantidad, la diversidad y las buenas intenciones que mueven a algunas personas e instituciones participantes en el actual proceso de reforma, independientemente de las maravillosas y atinadas propuestas, de nada sirven cuando en la cultura del país predomina el incumplimiento a las leyes y se violan hasta los artículos que están actualmente en ella.
Y es que para cultivar ese respeto a las leyes, además de normas y modificaciones necesitamos funcionarios públicos que respeten la carta magna y la vean más que como “un simple pedazo de papel”. Y yo no sé ustedes, pero al menos yo, en personas que les pasan por encima a las leyes para construir metros y aumentarse el sueldo, lo que soy yo, no confío.
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