Por: Crystal Fiallo
El Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Ban Ki-moon, manifestó la necesidad de aumentar a nivel global la producción de alimentos en un 50% para el 2030, ya que, según sus declaraciones, de no ser así la demanda será mucho más elevada a la oferta lo cual causaría, probablemente, un impacto a la economía mundial difícil de subsanar a corto plazo.
Los consejos se toman de quien vengan. Pero este no es ni debe ser un consejo. La autoridad más elevada de la sociedad internacional organizada hizo un llamado que debe ser acogido de manera inmediata por todos los gobiernos.
Esta propuesta debe ser mas bien una orden, un mandato, una obligatoriedad que deben asumir todos los países del mundo si quieren garantizar vida y estabilidad a las generaciones venideras.
El periódico digital estadounidense, muchas veces parcializado, cnn.com, reseñó que tanto el presidente Iraní, Mahmoud Ahmadinejad, y el controversial Robert Mugabe, de Zimbabwe, culpan al occidente por esta crisis.
El primero propone “la formación de un organismo poderoso e independiente compuesto por todos los países, para regular de manera justa el mercado de los alimentos y organizar todos los asuntos relacionados desde producción hasta consumo” (extraído noticia portada cnn.com).
¿Podrá crearse un organismo neutral que regule el tema de los alimentos sin que los sectores empresariales, farmacéuticos, industriales intervengan sin manipular sus decisiones? Eso habría que verlo para creerlo.
Esta no es más que la crónica de una crisis repetidamente anunciada. Hasta Marx lo anunció en su obra “El capital” hace años. Unos tienen más la culpa que otros pero ya es tarde para ponerse de chismosos: hay que buscar soluciones.
Es labor de nuestro presidente electo, el Dr. Leonel Fernández Reina, tomar cartas en el asunto. Si se crea dicho organismo, debemos, necesariamente, buscar la forma de pertenecer de manera activa para conocer a fondo y desde el inicio la maquinaria que se construiría para combatir dicha crisis.
Revisando el programa de gobierno del recién electo candidato del partido de la Liberación Dominicana, me percaté de se pretenden cumplir las siguientes metas (extraído programa de gobierno 2008-2012 PLD) relacionadas con el tema que hoy es una alarma mundial:
Un sector agropecuario más competitivo y mayor equidad rural: garantizar la demanda doméstica agroalimentaria, incrementar las agro-exportaciones que generan divisas, mitigar la pobreza y crear empleos rurales, finalizar el proceso de reforma y modernización institucional del sector.
Promover la productividad y competitividad: eliminando ineficiencias que se generan en las empresas y creando condiciones propicias para la innovación y el desarrollo de nuevos productos y formas de hacer negocios.
Micros, pequeñas y medianas empresas (MIPYME): promoción y modernización tecnológica, fortalecimiento y expansión de capital social y humano, seguir con la implementación del DR-CAFTA, logro de un TLC con México y Canadá, desarrollar el EPA con la Unión Europea (que tanto se han tratado de llegar a acuerdos y que los distintos sectores participen y aún sabiendo la importancia no lo priorizan), concretar acuerdo MERCOSUR y fortalecer presencia de RD en las negociaciones en la OMC.
Estas propuestas pueden ser un buen comienzo pero se necesita más. Este programa, más que ser un plan de gobierno, es una rendición de cuentas que deja sin aterrizar propuestas que serían imposibles cumplir en una sociedad con una institucionalidad tan débil y una voluntad política totalmente selectiva.
En República Dominicana la tasa de desnutrición ya es demasiado alta y descaradamente todavía nos encontramos con situaciones como leche “aguada” en las escuelas. Entonces, debemos hacer algo y pronto. Pero sin la ayuda de nosotros/as, ciudadanos/as comprometidos con las generaciones próximas, y la sociedad internacional, no podemos lograr mucho.
Excelentísimo Presidente Fernández: escuche las voces internacionales y nacionales y recuerde que usted fue el que dijo que: comer es primero. Quíteles la leche del café a sus funcionarios más ñoños y mézclela con la de las escuelas que de seguro sale purita.
Elimine esos incentivos innecesarios de instituciones públicas, refrigerio carísimo, transportes, dietas, gasolina, en fin, aplique la Ley de austeridad para que entonces el dinero ahorrado lo invirtamos en los campos nacionales y le demos una vida digna al campesino y despertemos con entusiasmo a los productores nacionales.
Incentive a esos aldeanos, pues serán ellos los que nos salven de quedarnos sin comer el día de mañana. Llamemos a la ciudadanía a jornadas de siembra de alimentos y cultivo. Involucre a todos/as en esta tarea tan difícil: pero no se quede de brazos cruzados porque entonces usted y todo su grupo serán cómplices y actores intelectuales de la violación a los derechos humanos de nuestros y sus descendientes: derecho a una vida digna, a la alimentación, a la salud, a recibir protección de nuestros gobiernos…
No dictar las políticas públicas correspondientes a vencer este mal que se avecina es un acto de irresponsabilidad que debe ser penado como un crimen.
Este programa debe ajustarse a las eventualidades y consultar a la sociedad civil para involucrarla en el proceso de buscar y consensuar soluciones. O es que acaso ¿“robar es primero”?
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