viernes, 24 de abril de 2009

Derecho a decidir


Por: Millizen Uribe

Una vez más religiosos, médicos, abogados, personas particulares, conservadores todos, doble moral algunos, se sienten con capacidad para decidir si María, la niña de 11 años que fue violada por su padre y que ahora embarazada, se debate entre la vida y la muerte debe morir por un hijo que ella no pidió, de un hombre que no amó.

Decidir si Ana, la ingenua nena de 15 años, a quien nunca se le habló de educación sexual, pues sus padres no tuvieron tiempo y en la escuela no se tocó el tema (ya que la Santa Iglesia se opuso) y quien dio a su novio una “prueba de amor” debe dar su vida por lo que crece dentro de ella, algo que todavía ella misma no entiende.

Decidir si Josefina y Manuel, dos amantes apasionados, que decidieron casarse dentro de dos años, plazo que consideraron prudente para que Josefina termine su universidad y Manuel puede ahorrar para ambos tener una casita decente y un hijo que no pase hambre (algo elemental en este país), deben adelantar todos sus planes, corriendo el riesgo de pasar trabajo, pues el condón se rompió y no se ve bien que usen la pastilla del día después.

Decidir si Víctor José un estudiante meritorio que mediante una beca desarrolla un postgrado en Inglaterra, y quien vino al país sólo por unas semanas a celebrar unas breves vacaciones, debe dejar sus años de estudios perdidos para hacerse cargo del hijo que tendrá la “puta” de la Duarte que embarazó en una noche de tragos pues según su cultura machista: “Los hombres no necesitan protegerse”.

Decidir si Juanita debe tener un hijo odiado al que independientemente de su instinto maternal odiará, pues cada vez que lo vea recordará el peor momento de su vida: cuando su propio hermano la violó.

Decidir ellos las circunstancias y el rumbo de la vida de estas y millones de mujeres más. Decidir ellos, 98 años después del primer 8 de marzo.

Decidir ellos después que Mary Wollstonecraft escribió la “Vindicación de los derechos de la mujer”, de que Olympe de Gouges hizo la “Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana”, de que Simone de Beauvoir mezcló la filosofía existencialista con el feminismo y de que Rosa Luxemburgo pronunciará decenas de discursos a favor de la libertad.


Decidir ellos después de que Marie Curie se convirtiera en la pionera en el campo de la radiactividad, la primera persona en recibir dos premios Nobel y la primera mujer en ser profesora en la Universidad de París y después de que Minerva Mirabal formó el 14 de junio para luchar contra uno de los más grandes dictadores de América: Rafael Leonidas Trujillo.

Y es que años después de la liberación femenina, de la incorporación de la mujer al mundo laboral, a la político, a lo social y a lo académico ellos quieren seguir decidiendo cómo nosotras debemos vivir nuestras vidas.

Y años y años después estamos en el deber de nueva vez luchar, acompañadas en el camino por esos hombres conscientes y respetuosos, y luchar, una y mil veces más por cada uno de nuestros derechos, entre ellos el elemental derecho a decidir cuándo y cómo ser madre.

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