Por: Crystal Fiallo
No todo en mi columna es un bombardeo a las autoridades que gestionan nuestros servicios públicos. Es necesario también reconocer las iniciativas del gobierno para combatir ciertas problemáticas que corroen nuestro desenvolvimiento como nación, como lo es la tan mencionada corrupción. “La cruzada contra la corrupción en la administración pública”, conjunto de medidas que se propulsarán desde el gobierno, demuestra cierta apertura por parte de la actual administración y una actitud responsiva en este momento en el que se han destapado tantas canastas podridas.
Por otro lado, debemos aceptar que la lucha contra la corrupción es una batalla de todos/as los dominicanos/as y que no se la podemos tirar en las espaldas solo al gobierno: el pueblo debe estar alerta, pendiente, participando, supervisando, dando seguimiento, exigiendo, advirtiendo.
Las palabras del Presidente reseñadas en los periódicos de circulación nacional sobre este tema demuestran que existe disposición política para iniciar esta lucha, pero igual ‘él me dijo’ lo mismo cuando se creó la Comisión Nacional de ética y combate a la corrupción a la cual le di seguimiento desde dentro y fuera y los resultados nunca fueron los esperados; o también el caso del DPCA que en más de una ocasión gritó no tener fondos suficientes para llevar la cantidad de casos denunciados. Por eso esta cruzada puede que “te’ cruzá”. Hay que estar vigilantes con estas medidas y exijamos resultados.
El gobierno anunció también la instalación de líneas y buzones para que la ciudadanía denuncie actos de corrupción en las distintas instituciones del Estado, lo cual representa una medida de respuesta y no de prevención. Sí hay que admitir que es un paso de avance, pero no es el ‘pleito’ que esperamos que el gobierne le ‘eche’ a la corrupción. Está demás decir que el presidente indicó que muchas de las denuncias y campañas respeto al tema también son estrategias de los partidos opositores para restar credibilidad al mandatario; ahora bien, sean o no estrategias, los casos son tangibles y son un virus para la sociedad.
Entiendo que el gobierno debe perseguir la corrupción pero lo más importante es evitar que nazca. Una lucha agresiva, con patá y trompá, promoviendo espacios abiertos de participación ciudadana, consultas públicas, reforzar la institucionalidad, implementar los mecanismos participativos y de control ciudadano como lo son: el presupuesto participativo de los gobiernos locales, las oficinas de acceso a la información, plebiscitos, referéndum, declaración jurada de bienes, tabla de escala de salarios en la administración pública, talleres de educación cívica y funciones del gobierno, entre otros. Pero no lo hagamos por pedacitos, desarrollemos un plan a 10 años, evaluemos los resultados y trabajemos en mejorar los indicadores básicos de la transparencia y corrupción. Para esto es necesario comprometer “a to’ er vivo”, como diría un buen dominicano/a.
Muchos de estos mecanismos antes mencionados y otros por mencionar promueven la democracia directa, fortalecen la gobernabilidad y generan una ciudadanía consciente y demandante. Por otro lado, pero no tan divorciado de lo antes indicado, se hace necesario promover verdaderas reformas de descentralización ya que, mientras más centralista es un gobierno o unitario es un Estado, menos accesibilidad para al ciudadano a estos mecanismos.
Dejemos ya el Balaguerismo y el Trujillismo atrás; promovamos una nación basada en una correcta y balanceada distribución del poder.
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