Por: Millizen Uribe
El 28 de agosto del año 1963 un ministro de la iglesia bautista y activista del Movimiento por los Derechos Civiles en Estados Unidos se atrevió a decir en voz alta su sueño. En ese entonces las personas negras no eran vistas como ciudadanos, por eso se les negaba el derecho de entrar a los cines y a los restaurantes. Había escuelas para niños negros y para niños blancos. Si se montaban en un tren tenían que ir parados. La discriminación era tan fuerte que se sentía hasta en los baños públicos ya que había baños para gente negra y otros separados para las personas blancas.
El panorama era muy tétrico por lo que pocas personas se atrevían a soñar con un día en que estas situaciones cambiasen y el mundo fuese diferente. Pero Martín Luther King se atrevió a soñar y a luchar por el cambio. El ministro y activista civil soñó “con la llegada del día en que las niñas y los niños negros puedan unir sus manos con las niñas y los niños blancos, como hermanas y hermanos.”
En ese entonces supongo lo mucho que atacaron a Luther King. Apuesto a que iluso, loco y hasta rebelde fueron las palabras más usadas, inclusive por sus familiares y amigos, para describirlo en la lucha por su objetivo.
Mas él no se detuvo. Soñó y luchó por un sueño que aunque en ese entonces no vio realizarse, hoy 20 de enero, cuando un negro llega a la Presidencia de los Estados Unidos, en una gran parte se hace realidad.
Siglos atrás esta media isla no era una nación independiente. Su propiedad se debatía entre españoles, franceses y haitianos, por lo que pocos criollos se atrevían a soñar con un día en que este territorio fuere una nación libre. Sin embargo, Juan Pablo Duarte, los Trinitarios y otros hombres se atrevieron a soñar con una República Dominicana. Lucharon por independizar la media isla y construir una nación.
Hoy día, cuando el desempleo, el alto costo de la vida, la inseguridad ciudadana, la violencia, el déficit de energía eléctrica y la baja calidad de la salud y la educación pública azotan el país, se hacen necesarios hombres y mujeres que se atrevan a soñar con una mejor nación.
Hombres y mujeres que no teman ser tachados de ilusos, soñadores y rebeldes. Hombres y mujeres dispuestos a trabajar para que así como el sueño de Martín Luther King, que en ese entonces parecía imposible, hoy se hace realidad, llegué el día en que el sueño de Duarte, de una nación libre, justa, próspera e independiente, deje de ser un sueño y se convierta en una dulce realidad.
El 28 de agosto del año 1963 un ministro de la iglesia bautista y activista del Movimiento por los Derechos Civiles en Estados Unidos se atrevió a decir en voz alta su sueño. En ese entonces las personas negras no eran vistas como ciudadanos, por eso se les negaba el derecho de entrar a los cines y a los restaurantes. Había escuelas para niños negros y para niños blancos. Si se montaban en un tren tenían que ir parados. La discriminación era tan fuerte que se sentía hasta en los baños públicos ya que había baños para gente negra y otros separados para las personas blancas.
El panorama era muy tétrico por lo que pocas personas se atrevían a soñar con un día en que estas situaciones cambiasen y el mundo fuese diferente. Pero Martín Luther King se atrevió a soñar y a luchar por el cambio. El ministro y activista civil soñó “con la llegada del día en que las niñas y los niños negros puedan unir sus manos con las niñas y los niños blancos, como hermanas y hermanos.”
En ese entonces supongo lo mucho que atacaron a Luther King. Apuesto a que iluso, loco y hasta rebelde fueron las palabras más usadas, inclusive por sus familiares y amigos, para describirlo en la lucha por su objetivo.
Mas él no se detuvo. Soñó y luchó por un sueño que aunque en ese entonces no vio realizarse, hoy 20 de enero, cuando un negro llega a la Presidencia de los Estados Unidos, en una gran parte se hace realidad.
Siglos atrás esta media isla no era una nación independiente. Su propiedad se debatía entre españoles, franceses y haitianos, por lo que pocos criollos se atrevían a soñar con un día en que este territorio fuere una nación libre. Sin embargo, Juan Pablo Duarte, los Trinitarios y otros hombres se atrevieron a soñar con una República Dominicana. Lucharon por independizar la media isla y construir una nación.
Hoy día, cuando el desempleo, el alto costo de la vida, la inseguridad ciudadana, la violencia, el déficit de energía eléctrica y la baja calidad de la salud y la educación pública azotan el país, se hacen necesarios hombres y mujeres que se atrevan a soñar con una mejor nación.
Hombres y mujeres que no teman ser tachados de ilusos, soñadores y rebeldes. Hombres y mujeres dispuestos a trabajar para que así como el sueño de Martín Luther King, que en ese entonces parecía imposible, hoy se hace realidad, llegué el día en que el sueño de Duarte, de una nación libre, justa, próspera e independiente, deje de ser un sueño y se convierta en una dulce realidad.
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