lunes, 25 de agosto de 2008

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viernes, 22 de agosto de 2008

Entre lo que somos y lo que deberíamos ser


Por: Millizen Uribe

El pesimismo, con toda la negatividad y desconfianza que implica, es una de las características que se nos adjudica a los dominicanos. El sentimiento no es para menos, pues en 164 años de vida republicana son pocos los logros que como nación podemos exhibir en temas tan fundamentales como salud, educación, transparencia en el manejo de los recursos públicos y transporte.

De ahí que muchos nos crucemos el semáforo en rojo porque, total, “todo el mundo lo hace”, que no reclamemos castigo para el funcionario corrupto porque “nunca será juzgado” y que para gobernar el país votemos por cualquiera porque “todos son iguales” Sin embargo, como la esperanza es lo último que debe perderse, creo trascendental que los dominicanos recuperemos la confianza y la fe en nosotros mismos, en nuestras cosas.

Esto para comenzar a transitar en ese difícil, largo, pero muy necesario camino hacia la conclusión de la obra de Duarte: una nación dominicana próspera, soberana e independiente.

Para esto lo primero que debemos hacer es cambiar la visión de que “aquí las cosas están muy mal y nunca estarán mejor”. Y una vez pensemos de manera más positiva necesitamos comenzar a actuar, a ejecutar las cosas de una manera diferente.

Por supuesto que el cambio debe iniciar por nosotros mismos: ser mejores en nuestras familias, en nuestros lugares de trabajo, en nuestros centros de estudios y en cada calle de este país.

De modo que acciones como golpear a la esposa, gritarle al hijo, llegar a clases sin estudiar, tirar la basura a la calle o colocarnos en el carril de seguir derecho para doblar quedaran erradicadas de nuestro día a día.

Una vez que esto sea así, seremos mejores ciudadanos y estaremos facultados para comenzar la gran pelea y constituirnos en guardianes del bien social.

Así nos inquietarán las desigualdades sociales y el contraste entre el niño que amanece en una caja de cartón en una calle de la ciudad colonial y el funcionario que viaja en primera clase con toda su familia (querida incluida) a “una reunión de negocios”.

Sólo así veremos la necesidad de que todo dominicano tenga acceso a la educación, a un trabajo, a comer 5 veces al día, a ir a un hospital con la garantía de que será atendido “como la gente”, a tener energía eléctrica, a transitar por una calle sin correr el riesgo de caer en uno de los tantos hoyos, a contestar el celular sin exponerse a que lo atraquen, a salir en las noches sin que esto le implique una muerte casi segura.

Sólo así repudiaremos los altos niveles de corrupción, de derroche estatal, de abuso comercial. Sólo así comenzaremos a ser los pobladores de una media isla que además de paisajes hermosos, de gente contenta, música alegre y comida sabrosa, sea una nación justa, esa en la que sueño que la hija que ya comienzo a anhelar pueda vivir en paz.

lunes, 18 de agosto de 2008

Un país ‘discapacitado’


Por: Crystal Fiallo

Soy de las que cree que las imperfecciones humanas son marcas distintivas que hacen especial a cualquier individuo.

Son sellos exclusivos de sus dueños/as que los permiten ser sacados del montón. En el caso específico de las personas con discapacidad, frente al esfuerzo de cualquier persona sin ningún impedimento, los multiplico por 10 y el único resultado es: semidioses.

Al principio, y debo ser completamente honesta con mis lectores/as, verlos me ocasionaba un sentimiento de lástima que me llevaba a sentir un estrujón en el corazón sin posibilidad de controlarlo (como cuando nos enamoramos).

Sentía (creo que nos pasa a todos/as) que le debía dar gracias a Dios por la salud que me había asignado y el cuerpo que me había regalado.

Con el tiempo fui conociendo a muchos hombres y mujeres con discapacidad que hacían labores humanitarias y por largos instantes olvidaba sus frenos naturales, y los veía igual a mí.

Empecé a darme cuanta lo que significaba para ellos que entre nosotros no existieran barreras.
Fue pasando el tiempo y empecé a verlos tan superiores que la lástima se convirtió en una innegociable admiración.

Por razones biológicas, accidentales y/o intencionales, en el mundo existen personas que viven con discapacidades. Las denominaciones a estas personas con insignias de nacimiento o como consecuencia de eventos particulares, variaron a medida de que las discusiones internacionales importantizaron el tema.

En el 1971 se emitió la Declaración del Retrasado Mental, en el 75 se les llamaba personas Incapacitadas, a finales de los 70 salió la Declaración de personas Sordas y Ciegas, en el 1983 se hablaba de personas Inválidas, en el 88 de Minusválidos, otra denominación también era Personas Impedidas, y ya, a partir del 1992, empezó a ser prácticamente obligatorio referirse a ellos/as como personas con discapacidad.

El concepto de persona con discapacidad acumula todos los tipos de discapacidades: física, sensorial, psíquica, intelectual o mental.

Se estima que a nivel mundial hay unas 650 millones de personas que viven con discapacidad. La proporción es de 1 de cada diez personas.

La ONU declaró el 3 de diciembre como Día Mundial de la Discapacidad. Creo que los países reunidos interiorizaron lo que al inicio traté de expresar: literalmente son semidioses, y más aún en países en vía de desarrollo como el nuestro, donde ellos no son una prioridad y se la tienen que buca´.

Actualmente, en nuestro país rigen varios tratados sobre el tema, pero como legislación interna principal está la Ley General sobre la Discapacidad No. 42-2000 que creó el Consejo Nacional de Discapacidad (CONADIS).

En principio, este Consejo tiene como funciones las destacadas en el artículo 14 de dicha Ley que, resumidas, engloban lo siguiente: creación y seguimiento de políticas de los distintos temas tratados en la Ley, velar por el respeto a los derechos de las personas con discapacidad, actualización de la normativa legal sobre el tema y, el que más me interesa, la planificación y supervisión de la ejecución de programas dirigidos a alcanzar la plena integración de las personas con discapacidad a la sociedad.

Para eliminar esas barreras a las que hice referencia más arriba se hace necesario la accesibilidad de estas personas a los espacios públicos (no solo refiriéndome a los del Estado, sino a los lugares abiertos al público en general) donde todos y todas transitamos ocasionalmente.

No hay que ser un genio para saber que las rampas, sin lujos ni accesorios, son menos costosas que las escaleras y, en estas, todos podemos transitar.

En esta isla parecería que no habitan muchas personas con discapacidad; nos resulta extraño verlos/as en las plazas; es hasta heroico verlos en nuestros espacios de trabajo laborando.

¿Debería ser esa la actitud? ¿No se supone que nada de esto deba extrañarnos?
Porque tengamos tantos problemas de institucionalidad, económicos, sociales, ¿deben pasar las personas con discapacidad a un 2do o último plano?

Este sector es parte esencial de la Sociedad civil activa. Han construido un espacio de renombre y solidez que pocos sectores pueden vencer.

No podemos excluirlos; no podemos darle la espalda. Y creo que está demás mencionar, pero como quiera hago eco de lo “requetedicho”, que son seres humanos con iguales derechos y hasta con más garantías a cargo del Estado.

Actualmente reposa en la Cámara de Diputados, desde el 13 de junio de este año, un proyecto de resolución bicameral, aprobada por el Senado de la República el 27 de mayo del 2008, que aprueba la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, del 13 de diciembre del 2006, firmada por nuestro país el 30 de marzo del 2007.

Dicho convenio trata el tema de Accesibilidad mucho más detallado y explicativo, y obliga a los Estados partes a adoptar normas que garanticen que estas personas puedan vivir de manera independiente y participar plenamente en todos los aspectos de la vida, asegurando el acceso al entorno físico, el transporte, la información y las comunicaciones, tanto de carácter privado como público.

Aprobar definitivamente esta Convención sería un gigantesco paso de avance, es por eso que invito a las autoridades correspondientes a priorizar este compromiso nacional e internacional. Transformemos esta cultura de rechazo e ignorancia a ese sector, en una cultura de inclusión y participación plural.

Senador, civilización o barbarie

Por: José Carlos Nazario

Apelaremos al dilema de Sarmiento para tocar una temática que siempre ha encendido las pasiones de las mayorías. Son muchas las personas que muestran su opinión favorable hacia las vías de hecho, que suponen la toma de la justicia de la población por sus propias manos.

Entendemos que, desde la óptica de un desentendido de los meollos de la vida social y de las cuestiones políticas, en un bar o en un estadio, un particular se exprese en esos términos.
Sin embargo, nos parece un exceso que sea un Senador, una autoridad cuyas acciones debieran buscar donar ejemplos a la población y proponer políticas públicas en busca de soluciones en el Congreso Nacional, quien sustente estas opiniones públicamente.

El ius punendi, desde los primeros intentos teóricos por explicar el Estado y su surgimiento, ha sido una facultad exclusiva de este organismo, cuyo deber es organizar jurídica y políticamente la nación.

El Estado posee y debe administrar correctamente el monopolio sobre la violencia. En tiempos remotos, cuando en Estados Unidos, el juez del Estado de Virginia Charles Lynch, ordenó en 1780, la ejecución de una banda sin dar lugar a juicio, la sociedad estadounidense no contaba con los mecanismos suficientes para combatir las cuestiones que le afectaban.

Por aquellos años regía aún la ley del revólver. Ni siquiera había sido proclamada la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

A casi doscientos treinta años de aquellos hechos un legislador del “Congreso para el progreso” le pide a la población que utilice aquellos medios arcaicos.

Hoy, cuando tratamos de adentrarnos en los debates por sembrar avances institucionales y en tiempos en los que nuestro Presidente nos habla del Estado Social y Democrático de Derecho, nos parece tozudo proponer los linchamientos.

Plagadas de populismo y falta de tacto se muestran las declaraciones del Senador, que teniendo en su favor herramientas poderosísimas que permitirían cambiar el estado de cosas, prefiere llamar a la población al respaldo de los llamados linchamientos.

Al parecer, aquella pregunta abierta que nos presentaba el intelectual y mandatario argentino Domingo Faustino Sarmiento en su novela, está aún sin contestar. Nos ofrecen, sin permitirnos elegir otra opción, la barbarie, como salida a la propia ineficiencia del Estado.

Nos proponen ensangrentar las manos de la ciudadanía para detener una criminalidad que nace de la inequidad generada paulatina y voluntariamente por las nefarias administraciones de los poderes estatales.

Cuando el senador hace un llamado a los linchamientos no recuerda que muchos de los personajes de su entorno podrían ser linchados por actos delictivos.

El perfil del delincuente, en nuestros días, no es el mismo que se manejaba, a posta, en los tiempos del Balaguer autoritario que servía de chivo expiatorio para las fechorías de muchos.

Trabajemos pues, para prevenir el delito, atacándolo por sus causas y combatiéndolo por las vías que el Estado de Derecho y la civilización nos proporciona.

miércoles, 13 de agosto de 2008

¡A reciclar!

Por: Guillermo Peña Capellán

Frank Rainieri, el empresario turístico del Grupo Punta Cana ha hecho una propuesta que nos parece necesaria y urgente: reciclar los desechos sólidos.

La idea consiste en realizar una “alianza verde” a los fines de implementar un Plan Nacional de Reciclaje de Basura.

El Aeropuerto Internacional Punta Cana diminuyó los gastos de recolección de basura en un 56% con un plan de manejo integral de residuos sólidos.

Al año sobrepasan las 1,586 toneladas métricas de basura, de éstas 985 son recicladas y 602 quemadas.

El material reciclado es usado como abono orgánico en los campos de golf de los hoteles Punta Cana.

La Red Nacional de Apoyo Empresarial a la Protección Ambiental (Renaepa) ha apoyado esta iniciativa argumentando que los incrementos en los costos de las empresas dominicanas pueden mermar usando los residuos sólidos para generar ingresos.

Comparto la afirmación de que para motivar esta iniciativa es necesario bajar los impuestos para la importación de equipos que sirven para reciclar residuos sólidos. Ahora bien, cuando el sector privado no se motiva es necesaria la iniciativa empresarial del Estado.

Y es que, en muchos países los plásticos y las latas son reciclados. Aquí nos hemos quedado rezagados.

El desarrollo sostenible de un país depende de acciones como éstas.

Sin lugar a dudas, el reciclaje es una oportunidad para generar nuevos negocios y empleos entorno a este sector. No podemos desperdiciar tanto. ¡Reciclemos!

viernes, 1 de agosto de 2008

¿La respuesta a todos los males?


Por: Millizen Uribe

Como su única alternativa, así entienden muchas personas la migración, la cual defienden como un mecanismo valedero para salir de la pobreza y de la miseria que puedan estar padeciendo en sus respectivos países.

Así, señalan que es un proceso natural, que debe carecer de normativa y que debe dejarse al libre albedrío de las personas, quienes si así lo desean pueden cruzar cuantas fronteras se les antoje.

Indican, además, el carácter histórico de las migraciones, las cuales ciertamente han estado presente a través de la historia de todos los pueblos.

Como un retroceso, así entiende otro grupo de personas las migraciones, las cuales consideran lascivas para el fin último de la construcción de mejores países, pues explican que la salida de unos ciudadanos de su país de origen, por problemas económicos, sociales, culturales e inclusive políticos, no contribuye en nada a la solución de los mismos, sino que la aleja.

Y es que, según argumentan, el hecho de que las personas “salgan corriendo” ante un problema de su país no incide en la solución.

Si vemos esto gráficamente tenemos que, por ejemplo, ante el desempleo, una persona se va, y, ¿qué pasa entonces?, pues que el Estado obvia su responsabilidad de implementar una política laboral.

Ambas posturas representan las dos caras del debate que actualmente se sostiene referente a las migraciones, un fenómeno que en la actualidad presentan rasgos de evolución, pues anteriormente, los desplazamientos de nuestros antepasados estuvieron motivados por hechos como la formación de los primeros imperios (Egipto, Persia, Grecia, Macedonia, Fenicia) y el desarrollo de la navegación.

Después se acrecentó con el inicio de la Revolución Industrial, la cual motivó grandes desplazamientos humanos, pues se ameritaba de mano de obra barata, la cual fácilmente proporcionaban los migrantes de los países pobres.

Esta situación sumada a las convulsiones políticas y sociales del siglo pasado provocó que Estados Unidos y la misma Europa motivaran la migración como forma de tener obreros y de descongestionar y evitar así las revueltas sociales.

Sin embargo hoy día, definitivamente hay un cambio en la visión acerca de la migración. Países que antes eran receptores de migrantes, inclusive que la fomentaban están promoviendo y desarrollando políticas anti migratorias.

Ejemplos reciente de esto lo constituye la propuesta de construcción de un muro para sellar la frontera con México, en los Estados Unidos, y la propuesta que presentó España de pagar a los migrantes que están allá, sobretodo a los desempleados, para que regresen a sus países.

A esto se suma el aspecto cultural, el cual señala el politólogo estadounidense Samuel Huntington, quien en su libro Who are we: The Challenges to America's National Identity (Quiénes somos:

Los desafíos a la identidad nacional americana) señala que la migración latinoamericana en gran escala constituye una amenaza tal para la identidad estadounidense que podría“dividir los Estados Unidos en dos pueblos, dos culturas y dos lenguajes”.

Este planteamiento, sumado a informes del Banco Mundial en los que indica que las remesas que envían los migrantes no contribuyen a la eliminación de la pobreza, evidencian la necesidad de discutir y replantearse este tema.

En lo personal veo como muy lamentable el hecho de que muchas personas, inclusive, jóvenes y profesionales, vean la migración como la única salida a todos sus males.

Por eso, aunque respeto mucho la decisión de quienes deciden irse del país, soy de las que se queda aquí, de las que dice que para fuera sólo me iría a hacer una maestría (máximo por dos años), pero que para vivir escojo este país, este pedacito de tierra que me vio nacer.

Y aunque definitivamente disfruto mucho viajar por las posibilidades de conocer y aprender de otras culturas, me quedó aquí a echar la pelea, a cada día enfrentarme con el chofer imprudente, con el político corrupto, con el niño huele cemento, con el funcionario altanero, con el empresario abusador, con el cristiano falso profeta, con el joven desinteresado, con el profesional que está harto…

Y es que es que sólo ellos, usted y yo podemos echar este país hacía adelante y hacer de República Dominicana, además de un país bello, un lugar para vivir dignamente.