lunes, 18 de agosto de 2008

Un país ‘discapacitado’


Por: Crystal Fiallo

Soy de las que cree que las imperfecciones humanas son marcas distintivas que hacen especial a cualquier individuo.

Son sellos exclusivos de sus dueños/as que los permiten ser sacados del montón. En el caso específico de las personas con discapacidad, frente al esfuerzo de cualquier persona sin ningún impedimento, los multiplico por 10 y el único resultado es: semidioses.

Al principio, y debo ser completamente honesta con mis lectores/as, verlos me ocasionaba un sentimiento de lástima que me llevaba a sentir un estrujón en el corazón sin posibilidad de controlarlo (como cuando nos enamoramos).

Sentía (creo que nos pasa a todos/as) que le debía dar gracias a Dios por la salud que me había asignado y el cuerpo que me había regalado.

Con el tiempo fui conociendo a muchos hombres y mujeres con discapacidad que hacían labores humanitarias y por largos instantes olvidaba sus frenos naturales, y los veía igual a mí.

Empecé a darme cuanta lo que significaba para ellos que entre nosotros no existieran barreras.
Fue pasando el tiempo y empecé a verlos tan superiores que la lástima se convirtió en una innegociable admiración.

Por razones biológicas, accidentales y/o intencionales, en el mundo existen personas que viven con discapacidades. Las denominaciones a estas personas con insignias de nacimiento o como consecuencia de eventos particulares, variaron a medida de que las discusiones internacionales importantizaron el tema.

En el 1971 se emitió la Declaración del Retrasado Mental, en el 75 se les llamaba personas Incapacitadas, a finales de los 70 salió la Declaración de personas Sordas y Ciegas, en el 1983 se hablaba de personas Inválidas, en el 88 de Minusválidos, otra denominación también era Personas Impedidas, y ya, a partir del 1992, empezó a ser prácticamente obligatorio referirse a ellos/as como personas con discapacidad.

El concepto de persona con discapacidad acumula todos los tipos de discapacidades: física, sensorial, psíquica, intelectual o mental.

Se estima que a nivel mundial hay unas 650 millones de personas que viven con discapacidad. La proporción es de 1 de cada diez personas.

La ONU declaró el 3 de diciembre como Día Mundial de la Discapacidad. Creo que los países reunidos interiorizaron lo que al inicio traté de expresar: literalmente son semidioses, y más aún en países en vía de desarrollo como el nuestro, donde ellos no son una prioridad y se la tienen que buca´.

Actualmente, en nuestro país rigen varios tratados sobre el tema, pero como legislación interna principal está la Ley General sobre la Discapacidad No. 42-2000 que creó el Consejo Nacional de Discapacidad (CONADIS).

En principio, este Consejo tiene como funciones las destacadas en el artículo 14 de dicha Ley que, resumidas, engloban lo siguiente: creación y seguimiento de políticas de los distintos temas tratados en la Ley, velar por el respeto a los derechos de las personas con discapacidad, actualización de la normativa legal sobre el tema y, el que más me interesa, la planificación y supervisión de la ejecución de programas dirigidos a alcanzar la plena integración de las personas con discapacidad a la sociedad.

Para eliminar esas barreras a las que hice referencia más arriba se hace necesario la accesibilidad de estas personas a los espacios públicos (no solo refiriéndome a los del Estado, sino a los lugares abiertos al público en general) donde todos y todas transitamos ocasionalmente.

No hay que ser un genio para saber que las rampas, sin lujos ni accesorios, son menos costosas que las escaleras y, en estas, todos podemos transitar.

En esta isla parecería que no habitan muchas personas con discapacidad; nos resulta extraño verlos/as en las plazas; es hasta heroico verlos en nuestros espacios de trabajo laborando.

¿Debería ser esa la actitud? ¿No se supone que nada de esto deba extrañarnos?
Porque tengamos tantos problemas de institucionalidad, económicos, sociales, ¿deben pasar las personas con discapacidad a un 2do o último plano?

Este sector es parte esencial de la Sociedad civil activa. Han construido un espacio de renombre y solidez que pocos sectores pueden vencer.

No podemos excluirlos; no podemos darle la espalda. Y creo que está demás mencionar, pero como quiera hago eco de lo “requetedicho”, que son seres humanos con iguales derechos y hasta con más garantías a cargo del Estado.

Actualmente reposa en la Cámara de Diputados, desde el 13 de junio de este año, un proyecto de resolución bicameral, aprobada por el Senado de la República el 27 de mayo del 2008, que aprueba la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, del 13 de diciembre del 2006, firmada por nuestro país el 30 de marzo del 2007.

Dicho convenio trata el tema de Accesibilidad mucho más detallado y explicativo, y obliga a los Estados partes a adoptar normas que garanticen que estas personas puedan vivir de manera independiente y participar plenamente en todos los aspectos de la vida, asegurando el acceso al entorno físico, el transporte, la información y las comunicaciones, tanto de carácter privado como público.

Aprobar definitivamente esta Convención sería un gigantesco paso de avance, es por eso que invito a las autoridades correspondientes a priorizar este compromiso nacional e internacional. Transformemos esta cultura de rechazo e ignorancia a ese sector, en una cultura de inclusión y participación plural.

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