Por: Guillermo Peña Capellán
El ideal independentista fue un sueño de un pequeño
grupo de patriotas denominados "Los Trinitarios", que tuvieron como líder e ideólogo
a Juan Pablo Duarte.
Como todos sabemos aquella ilusión se ve realizada
la noche del 27 de febrero de 1844 con el lanzamiento del trabucazo de Matías Ramón
Mella. La ausencia de Juan Pablo Duarte ese día no fue un simple acto de cobardía,
es justo recordar que había sido expulsado por el presidente haitiano en 1843.
Lo que muchos desconocen es que ese día no se derramó
una gota de sangre. Se efectuó la declaración
formal de la independencia, pero la lucha en armas dominico-haitiana ocurre en
las batallas del 19 y 30 de marzo de 1844 hasta el año 1856 porque los
haitianos en principio aceptaron la independencia, pero posteriormente
insistieron con la idea de que la isla era única e indivisible.
Es también desconocido que el acta de declaración de
independencia fue elaborada por el conservador Bobadilla, quien nunca creyó
en el ideal independentista y es por ello que la misma habla de separación, no
de independencia.
Otro dato interesante que ha quedado documentado
es la ayuda de grupos haitianos, congregados en el movimiento “La Reforma”,
quienes eran opuestos al gobierno del dictador Boyer.
La independencia nacional tuvo razones culturales, religiosas, de raza e
idiomáticas. Los haitianos hablaban francés, eran mayormente negros y practicaban el vudú.
En cambio, los habitantes de la parte del Este de la isla eran mulatos, católicos
y hablaban español.
Juan Pablo Duarte y los trinitarios tras la proclamación
de la independencia nacional fueron desplazados y traicionados por los líderes conservadores
Santana y Bobadilla. Esa es la razón por
la cual no pudo consolidarse la nación libre,
soberana e independiente de toda dominación extranjera que Duarte soñó. Ideal independentista que no fue anti-haitiano
solamente, como puede probarse en una carta poco difundida, fechada el 2 de
mayo de 1865 cuando Duarte escribió:
“Si
me pronuncié dominicano independiente desde el 16
de
julio de 1838, cuando los nombres de la Patria, Libertad,
Honor
Nacional se hallaban proscritos como palabras
infames;
si después del año 1844 me pronuncié contra el
protectorado
francés decidido por esos facciosos y la cesión a
esta
potencia de la península de Samaná, mereciendo por
ello
todos los males que sobre mí han llovido; si después de
veinte
años de ausencia he vuelto espontáneamente a mi Patria
a
protestar con las armas en la mano contra la anexión
a
España, llevada a cabo a despecho del voto nacional por la
superchería
de ese bando… no es de esperarse que yo deje de
protestar
(y conmigo todo buen dominicano) cual protesto y
protestaré
siempre, no digo contra toda anexión de mi Patria
a
la de Estados Unidos, sino a cualquiera otra potencia
de la
tierra”. (Alfau Duran, Ideario de
Duarte, pp. 15-16.)