Por: Crystal Fiallo
“Ninguno” es un candidato con cero antecedentes. Una hoja de vida blanca que deposita como CV en todos los escritorios de las organizaciones, movimientos y órgano electoral de la República Dominicana, aspirando a ser un candidato electo por la masa de ciudadanos.
Una masa compuesta de la siguiente manera: unos olvidados por el sistema (la mayoría), otros privilegiados (la minoría), otros vencedores de las brechas y obstáculos de la sociedad, y otros simplemente indiferentes (este grupo baila en todos los anteriores y son muchos).
Ninguno es valiente al irrumpir en una sociedad segmentada de esa forma sin programa de gobierno, sin plan para mantenerse en el poder, sin estrategias de movilización: ¿Será esa su intención?
Ninguno garantiza que con su victoria se confirma la pobre e incompleta oferta electoral actual y el descontento ciudadano frente a los programas de gobierno que serán destinados a ellos/ellas. Es un hecho que si Ninguno gana se debe reprogramar unas nuevas elecciones, descartando aquellos candidatos/as que completan la boleta electoral y presentar una nueva oferta capaz de poder vencer a Ninguno.
El votar por Ninguno, el candidato del desencanto, es equiparable al voto en blanco, no así, OJO con esto, a la abstención electoral. Votar por Ninguno (si hubiese sido aprobado por la JCE) o votar en blanco (en el caso de otros países) es participar. Ejercer el voto por ninguno o en blanco no es ser indiferente o practicar el abstencionismo electoral: usted está ejerciendo su deber, lo único que esta vez su deber no tiene cara ni color. Es gritar a los cuatro vientos que la conformidad no es una opción en un sistema democrático.
En países como: Inglaterra (“blank vote”), Perú, Colombia, México y entre otros, hace años que el voto en blanco es una propuesta defendida y reclamada por la sociedad civil. La misma ha sido explicada como una manera de que los ciudadanos y ciudadanas respeten y fortalezcan el sistema democrático mediante el voto, manifestando pacíficamente que no están conformes con las opciones presentadas en las vitrinas de las casas de los partidos.
Pero la candidatura de Ninguno fue rechazada por la JCE y ahora queda buscar una alternativa para que, aunque él no participe como candidato, la apatía cívica sea acogida en las urnas y tomada en cuenta por las autoridades correspondientes. Una opción es el voto en blanco que mencioné más arriba. Sin embargo, debo subrayar que para tener control de esta propuesta, todos/as aquellos que se reúnen para resistir las ofertas electorales actuales deben demandar su participación en las mesas electorales para llevar el conteo más transparente.
Creo que enfrascarnos en luchar por una propuesta que ya fue rechazada puede conducirnos a un estancamiento en la lucha; una pistola sin balas. Ninguno puede tomarse estos dos años para proyectarse y prepararse para las presidenciales.
Es cierto que Ninguno hubiese sido un dolor de cabeza para muchos. Ahora bien, si usted está seguro/a de que su electorado está satisfecho de su obra y/o su programa de gestión municipal o congresual, no le tema a Ninguno, mejor que Ninguno le tema a usted.
En lo personal, creo que Ninguno era un buen candidato para muchos, pero me aterra la idea de que Ninguno arrastraría a personas valiosas que reposan en esas casillas de las boletas; personas que llevan años luchando por un mejor país y que Ninguno pudo haberlas aniquilado.
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