viernes, 15 de febrero de 2008

¿Democracia o Timo-oligocracia en República Dominicana?

Por: Guillermo Peña Capellán

Una de las palabras más conocidas de origen griego es la democracia que, según el diccionario de la Real Academia Española significa, “predominio del pueblo en el gobierno político de un estado”. El mismo diccionario define oligarquía como, “una forma de gobierno en la cual el poder supremo es ejercido por un reducido grupo de personas que pertenecen a una misma clase social, un gobierno de pocos, un conjunto de algunos poderosos negociantes que se aúnan para que todos los negocios dependan de su arbitrio”; y timocracia como, “predominio del poder de los ciudadanos que tienen cierta renta”.

En la nación timocrática por la riqueza se estima a la persona, es una sociedad individualista en la que importa más el tener, que el ser. En cambio, en la nación democrática se respeta al ciudadano por su condición misma.


Hoy en día, los propietarios territoriales tienen igual o mayor poder que los industriales, comerciantes, rentistas, capitalistas y banqueros. Lo propiedad mobiliaria supera ya la inmobiliaria por su fácil movilidad, productividad y su dependencia de la voluntad humana. Sin embargo, los creadores de esta riqueza no poseen ni ¼ parte de la misma. Las y los oligarcas son dueños de grandes propiedades o acumulaciones de dinero, tienen mucho poder político gracias a su tráfico de influencias, no tienen parámetros éticos e históricamente han tenido la fuerza para decidir los destinos de la nación dominicana.


Los tres partidos del sistema político dominicano están comprometidos con la timo-oligocracia, que consiste en una forma de gobierno predominante del poder supremo de unos pocos ciudadanos poderosos que tienen cierta renta y se aúnan para que todos sus negocios prosperen. El costo del sistema político es insostenible si el mecanismo de los partidos tradicionales para motivar a los votantes sigue siendo el clientelismo o asistencialismo político; que se cimienta en dar dinero del Estado a cambio de recibir votos. Con esto los aspirantes presidenciales sustituyen el debate de las ideas y propuestas que deben ofertar para que la ciudadanía decida quien pudiera hacer un mejor gobierno.


Superamos la etapa de la dictadura y ahora estamos en la lucha de la transición de la timo-oligocracia a la democracia dominicana. Vivimos en una timo-oligocracia, en la cual sale airoso el candidato que más recursos logró acumular, sin importar si su procedencia es del narcotráfico o de la corrupción administrativa. La forma de obtener los votos es el fin, sin importar el mecanismo que se utilice, y vales por lo que tienes, sin importar los valores humanos que poseas.


Se hace necesario trabajar por la transición de la repugnante timo-oligocracia a la esperanzadora democracia que anhelamos y merecemos. No esperemos que se repita una crisis económica como la del gobierno anterior, ni nos creamos que sólo nos queda seguir en lo mismo porque supuestamente avanzamos. Tan peligroso es el retroceso como el estancamiento político.


Participemos en el proceso electoral con entusiasmo y sentido crítico. Hagamos lo que nos diga nuestra conciencia, no nuestro bolsillo, porque al final del camino nos saldrá caro dar un espaldarazo a la timo-oligocracia dominicana.

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