viernes, 20 de noviembre de 2009

Incidencia pública


Por: José Carlos Nazario

La incidencia pública es un conjunto de acciones, deliberadas y sistematizadas, por medio de las cuales los ciudadanos influyen sobre los procesos de políticas públicas. Entendidos estos como la toma de decisiones por parte de las instituciones o el poder estatal.

Para incidir se motoriza el diseño, elaboración y presentación de propuestas que ofrezcan soluciones específicas a problemas de la población. Dichas acciones se realizan con el fin de hacer valer la voluntad de esos sectores ante las autoridades.

Esas acciones involucran la participación de actores múltiples con intereses diversos que buscan influir sobre la arena en beneficio propio o para dar solución a los problemas de política planteados.

Las soluciones y propuestas son presentadas, explicadas y monitoreadas por los sectores interesados. Los que a su vez se valen de las herramientas de comunicación para lograr que la gente se interese y, por tanto, las decisiones cobren un sentido de importancia para los que las toman. Así, sensibilizados los sectores y marcados los puntos de conveniencia o no, las decisiones de los políticos se ven bañadas de la riqueza técnica y la legitimidad suficiente para ser acertadas.

En nuestro país, la activación de estos procedimientos catalizaría la operación de sectores sociales que tradicionalmente han estado relegados al depósito esperanzado del voto en la urna. Además dotaría de organización y efectividad las acciones de muchos grupos que hoy se ven interesados por el acontecer nacional.

Su valor, como herramienta, reside en la capacidad de empoderar sectores que, fruto de una lógica equivocada del ejercicio del poder, han sido sometidos a la inacción o a la simple indiferencia. Por esto, el mecanismo de la incidencia política podría ser útil en la generación de participación. Esa que, lo hemos dicho en otras ocasiones, tanto nos falta para dejar de ser habitantes y convertirnos en ciudadanos. Pero sobre todo, para que las políticas de Estado sean eficientes y den respuesta a los problemas que nos aquejan desde hace mucho tiempo.

Como el cangrejo


Por: Millizen Uribe


El cangrejo, ese crustáceo que da dos pasos adelante y dos pasos para atrás, no puede ser el modelo a seguir en la sociedad dominicana. ¡No podemos darnos el lujo de retroceder!

En una sociedad como la nuestra, en la que la corrupción está “a la orden del día”, la transparencia se convierte en un asunto de vida o muerte.

La aprobación de la ley 200-04 significó un avance debido a que es una útil e importante herramienta en la compleja e importante tarea de transparentar la administración pública, un interés que debemos de acoger todos los dominicanos y dominicanas.

Aceptar la modificación a esta ley que propone el diputado por Puerto Plata, Alfonso Crisóstomo, sería retroceder, pues su proyecto hecha al traste el derecho y la posibilidad de los ciudadanos y ciudadanas a conocer la forma en que las autoridades que elegimos administran los recursos que emanan de nuestros bolsillos.

Las cosas se toman de quien las dice, y el mensaje de una autoridad pública que al tiempo que dice que quiere modificar la Ley de Libre Acceso a la Información Pública reconoce, con plena desfachatez, que tiene a un hermano y a su papá trabajando en el Congreso Nacional, en pleno acto de nepotismo, es bastante “claro”.

El interés de “ocultar” habla de su intención de “malversar”. Yo no creo en la gran mayoría de los legisladores del Congreso Nacional de la República Dominicana, pues numerosas veces han demostrado con sus acciones, que independiente de lo que digan con sus palabras, legislan a favor de sus intereses particulares, no de los nacionales.

Por eso sé que, aunque juren y perjuren que no votarían por ese proyecto, puede ser que tal y como paso con la aprobación del famoso artículo 30, si la modificación favorece a sus intereses no duden en darle el sí.

Es por esto que creo que está discusión trasciende la funesta propuesta de modificación o no de la ley 200-04, y nos lleva a preguntarnos ¿Qué tipo de diputados, senadores y “representantes populares” estamos eligiendo?, pero, sobretodo, el 16 de mayo del 2012, ¿Le daremos otra oportunidad más de que nos decepcionen?