Por: Guillermo Peña Capellán
El camino de los principios no puede estar de lado de quienes han contribuido al mantenimiento de la corrupción. La mala praxis no se defiende, se combate, no se justifica, se enfrenta. No se puede llevar a la práctica un ideal cuando las personas que dirigen la sociedad son las mismas que practicaban y practican aún las cosas que criticamos, es necesario cambiarlas.
Hay que romper esas estructuras cimentadas en el poder corrupto y combatirla con educación. Para nadie es un secreto el hecho de que los niveles de educación en nuestro país son alarmantes y oscuros en comparación con Latinoamérica. En consecuencia podemos decir que el desarrollo de un Estado-Nación se construye con educación en el sentido más amplio de su concepto, es decir una educación moral y cívica, fundamentada a su vez en el conocimiento general y en la ética como cultura para construir un ciudadano.
Cuando hablamos de educación para reducir la corrupción nos referimos a fomentar la enseñanza de principios bien argumentados y razonables a los jóvenes para que crezcan fuertes y decididos a mantener lo que aprendieron desde su niñez hasta su vejez.
De igual modo educando con ejemplos de casos de corrupción y tomando en cuenta las consecuencias que genera, se puede colaborar a reducir este flagelo. Lo más idóneo es que se aprenda con la experiencia del otro pero generalmente no es así, sino todo lo contrario se aprende por experiencia propia. "El hombre inteligente aprende de sus propios errores, el sabio aprende de los errores de los demás."
La dádiva y el clientelismo fomentan la cultura del robo y ello puede identificarse con mayor frecuencia en personas con bajos niveles de educación moral y cívica. La corrupción se enfrenta disminuyendo estas prácticas que se nos enseña como buena y necesaria para poder vivir en sociedad.
Ahora bien, el tema de la corrupción no es algo nuevo, a través de la historia dominicana se han denunciado casos de funcionarios públicos y personas influyentes del sector empresarial vinculadas a la corrupción, teniendo un efecto nefasto para la sociedad dominicana, que ha tenido que pagar con impuestos el robo del erario público.
No podemos seguir tapando los parches que dejan las crisis gubernamentales con préstamos millonarios por causa de un mal manejo del fondo público.
Desde la misma génesis de la humanidad existe la corrupción, es un mal que se incentiva en la educación de todos desde niños. Con actitudes como: “Tira la basura ahí que nadie te está viendo corre”, “Todos roban”, o “Dile a tu papa si llama que no estoy aquí” se nos enseña la mentira, el robo y el engaño. El reto está en cambiar esto para lograr sustituir las palabras de Fouché cuando dijo “Todo hombre tiene su precio, lo que hace falta es saber cual es” por el consejo de Duarte al apuntar “Mientras no se escarmiente a los traidores como se debe, los buenos y verdaderos dominicanos serán siempre víctima de sus maquinaciones”, y así castigar a los corruptos con todo el peso de la ley.
Dentro de los principales problemas de la sociedad dominicana está la corrupción. La encuesta realizada por el CIES-UNIBE señala que la población estima que otros problemas importantes son: “corrupción, bajos salarios, narcotráfico, situación de la educación pública, energía eléctrica, combustibles y situación de la salud pública. Un 24.5% cree que la corrupción administrativa no es un problema que interese al gobierno y el 73% de la población entrevistada entiende que se ha progresado poco o nada en el combate a la corrupción”
Sin lugar a dudas a los dominicanos nos preocupa este problema enormemente. Tantos No Ha Lugar y el hecho de que sólo existe un precedente de una condena en caso de corrupción que posteriormente fue indultada, constituye una debilidad en el sistema judicial.
Con educación para la libertad y ejemplo de condenas en los tribunales podemos reducir esta repudiable corrupción que se torna cada vez más gigante y compleja dando cabida a una cadena de corruptos y corruptores.
La corrupción no es un problema de crear más leyes o no (sin descartar su importancia), sino de rendición de cuentas, transparencia y compromiso de educar para ser ciudadano. No es un problema de falta de normas sino de falta de ejecución.
Hay que romper esas estructuras cimentadas en el poder corrupto y combatirla con educación. Para nadie es un secreto el hecho de que los niveles de educación en nuestro país son alarmantes y oscuros en comparación con Latinoamérica. En consecuencia podemos decir que el desarrollo de un Estado-Nación se construye con educación en el sentido más amplio de su concepto, es decir una educación moral y cívica, fundamentada a su vez en el conocimiento general y en la ética como cultura para construir un ciudadano.
Cuando hablamos de educación para reducir la corrupción nos referimos a fomentar la enseñanza de principios bien argumentados y razonables a los jóvenes para que crezcan fuertes y decididos a mantener lo que aprendieron desde su niñez hasta su vejez.
De igual modo educando con ejemplos de casos de corrupción y tomando en cuenta las consecuencias que genera, se puede colaborar a reducir este flagelo. Lo más idóneo es que se aprenda con la experiencia del otro pero generalmente no es así, sino todo lo contrario se aprende por experiencia propia. "El hombre inteligente aprende de sus propios errores, el sabio aprende de los errores de los demás."
La dádiva y el clientelismo fomentan la cultura del robo y ello puede identificarse con mayor frecuencia en personas con bajos niveles de educación moral y cívica. La corrupción se enfrenta disminuyendo estas prácticas que se nos enseña como buena y necesaria para poder vivir en sociedad.
Ahora bien, el tema de la corrupción no es algo nuevo, a través de la historia dominicana se han denunciado casos de funcionarios públicos y personas influyentes del sector empresarial vinculadas a la corrupción, teniendo un efecto nefasto para la sociedad dominicana, que ha tenido que pagar con impuestos el robo del erario público.
No podemos seguir tapando los parches que dejan las crisis gubernamentales con préstamos millonarios por causa de un mal manejo del fondo público.
Desde la misma génesis de la humanidad existe la corrupción, es un mal que se incentiva en la educación de todos desde niños. Con actitudes como: “Tira la basura ahí que nadie te está viendo corre”, “Todos roban”, o “Dile a tu papa si llama que no estoy aquí” se nos enseña la mentira, el robo y el engaño. El reto está en cambiar esto para lograr sustituir las palabras de Fouché cuando dijo “Todo hombre tiene su precio, lo que hace falta es saber cual es” por el consejo de Duarte al apuntar “Mientras no se escarmiente a los traidores como se debe, los buenos y verdaderos dominicanos serán siempre víctima de sus maquinaciones”, y así castigar a los corruptos con todo el peso de la ley.
Dentro de los principales problemas de la sociedad dominicana está la corrupción. La encuesta realizada por el CIES-UNIBE señala que la población estima que otros problemas importantes son: “corrupción, bajos salarios, narcotráfico, situación de la educación pública, energía eléctrica, combustibles y situación de la salud pública. Un 24.5% cree que la corrupción administrativa no es un problema que interese al gobierno y el 73% de la población entrevistada entiende que se ha progresado poco o nada en el combate a la corrupción”
Sin lugar a dudas a los dominicanos nos preocupa este problema enormemente. Tantos No Ha Lugar y el hecho de que sólo existe un precedente de una condena en caso de corrupción que posteriormente fue indultada, constituye una debilidad en el sistema judicial.
Con educación para la libertad y ejemplo de condenas en los tribunales podemos reducir esta repudiable corrupción que se torna cada vez más gigante y compleja dando cabida a una cadena de corruptos y corruptores.
La corrupción no es un problema de crear más leyes o no (sin descartar su importancia), sino de rendición de cuentas, transparencia y compromiso de educar para ser ciudadano. No es un problema de falta de normas sino de falta de ejecución.
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