Por: Guillermo Peña Capellán
El gobierno y demás promotores del Plan Nacional de Competitividad pretenden colocar al país en condiciones de competir en el mercado global, fijando como meta para lograr los avances necesarios el año 2020.
Nietzsche decía que sólo puede haber igualdad entre iguales. Es lógico pensar así, porque para poder verdaderamente competir en el DR-CAFTA (por sus siglas en inglés), hay que contar con condiciones homogéneas a los países en vía de desarrollo.
Con la entrada en vigencia de este supuesto acuerdo, estamos obligados a optimizar nuestra producción nacional o simplemente verla desaparecer poco a poco. Es un sueño imposible lograr esta meta en el año 2020 por varias razones:
El Plan Nacional de Competitividad comenzó muy tarde, sólo se hablan de promesas a cumplir para mejorar. Era necesario trazar este plan 5 años atrás (por lo menos) para ir creando las condiciones necesarias, a los fines de proteger la producción nacional.
La inversión que tenemos que hacer como país para entrar al standard competitivo de nuestros hermanos vecinos es sumamente cuantiosa. Ningún gobierno puede realizarla de manera sostenible. Los subsidios destinados para alcanzar un nivel de competencia son abrumadores, se critican, pero se practican.
La República Dominicana ha quedado muy mal posicionada en las evaluaciones internacionales realizadas en los últimos años referentes al nivel de competitividad. El Reporte Global de Competitividad del 2006-2007, publicado por el Foro Económico Mundial sitúa a nuestro país en el lugar 83, de entre 125 países, en términos de competitividad sistemática.
Los índices de confianza y situación actual del país se han reducido considerablemente según la Encuesta de Opinión Empresarial de la Asociación Nacional de Jóvenes Empresarios (ANJE). El índice de confianza en el gobierno paso de 112.5% en agosto de 2006 a 89.2% en este mes, mientras que el índice de situación actual disminuyo de 120.9% a 96.2% en el mismo periodo. Esto se atribuye a la falta de planes de las autoridades, la ineficacia de la lucha contra la corrupción y la violación a las leyes.
Esta realidad nos hace pensar que hay una competitividad entre desiguales en extremo. Entramos a un juego de competencia global sin garantías de que podamos ser un jugador exitoso. Conocíamos las reglas del juego, no podemos alegar ignorancia, ya no hay marcha atrás.
La visión del gobierno es que podemos competir en el 2020, para eso se necesita un crecimiento económico competitivo, sostenible, y un desarrollo humano integral que permita mejorar la calidad de los servicios básicos de los dominicanos. ¿Lograremos eso en el año 2020 si seguimos como estamos o desaparecerá la producción nacional?
El gobierno y demás promotores del Plan Nacional de Competitividad pretenden colocar al país en condiciones de competir en el mercado global, fijando como meta para lograr los avances necesarios el año 2020.
Nietzsche decía que sólo puede haber igualdad entre iguales. Es lógico pensar así, porque para poder verdaderamente competir en el DR-CAFTA (por sus siglas en inglés), hay que contar con condiciones homogéneas a los países en vía de desarrollo.
Con la entrada en vigencia de este supuesto acuerdo, estamos obligados a optimizar nuestra producción nacional o simplemente verla desaparecer poco a poco. Es un sueño imposible lograr esta meta en el año 2020 por varias razones:
El Plan Nacional de Competitividad comenzó muy tarde, sólo se hablan de promesas a cumplir para mejorar. Era necesario trazar este plan 5 años atrás (por lo menos) para ir creando las condiciones necesarias, a los fines de proteger la producción nacional.
La inversión que tenemos que hacer como país para entrar al standard competitivo de nuestros hermanos vecinos es sumamente cuantiosa. Ningún gobierno puede realizarla de manera sostenible. Los subsidios destinados para alcanzar un nivel de competencia son abrumadores, se critican, pero se practican.
La República Dominicana ha quedado muy mal posicionada en las evaluaciones internacionales realizadas en los últimos años referentes al nivel de competitividad. El Reporte Global de Competitividad del 2006-2007, publicado por el Foro Económico Mundial sitúa a nuestro país en el lugar 83, de entre 125 países, en términos de competitividad sistemática.
Los índices de confianza y situación actual del país se han reducido considerablemente según la Encuesta de Opinión Empresarial de la Asociación Nacional de Jóvenes Empresarios (ANJE). El índice de confianza en el gobierno paso de 112.5% en agosto de 2006 a 89.2% en este mes, mientras que el índice de situación actual disminuyo de 120.9% a 96.2% en el mismo periodo. Esto se atribuye a la falta de planes de las autoridades, la ineficacia de la lucha contra la corrupción y la violación a las leyes.
Esta realidad nos hace pensar que hay una competitividad entre desiguales en extremo. Entramos a un juego de competencia global sin garantías de que podamos ser un jugador exitoso. Conocíamos las reglas del juego, no podemos alegar ignorancia, ya no hay marcha atrás.
La visión del gobierno es que podemos competir en el 2020, para eso se necesita un crecimiento económico competitivo, sostenible, y un desarrollo humano integral que permita mejorar la calidad de los servicios básicos de los dominicanos. ¿Lograremos eso en el año 2020 si seguimos como estamos o desaparecerá la producción nacional?
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