Por: Millizen Uribe
A primera vista pudiese parecer una exageración, pero lo hemos analizado y un grupo de jóvenes llegamos a la conclusión de que en República Dominicana se está desarrollando un plan contra la juventud.
Diferentes episodios en los que el autoritarismo, la represión, y la intolerancia rodean las manifestaciones juveniles lo demuestran. Episodios como la censura que se ensañó contra un grupo de jóvenes que a través de una actividad denominada “La Otra feria: República Dominicana desde Adentro” buscaban expresar su inconformidad por el rumbo que llevan al país, y cuya respuesta obtenida fue mandar 75 oficiales de la Policía Nacional para impedir que, en cumplimiento del articulo 8 de la constitución dominicana, esa juventud hiciera uso de la libertad de expresión y de movilización.
Se demuestra cuando cada sábado la Dirección Nacional de Control de Drogas, entre tanto escenarios para “combatir el narcotráfico”, elige, de manera reincidente, el Parque Duarte, lugar que es frecuentado de forma habitual por un grupo de jóvenes.
Lo confirman cuando la Secretaría de Interior y Policía, ante la incapacidad de controlar la delincuencia, pero la de verdad, impone la ley seca, que hemos denominado decreto Cenicienta, porque nos dan un permiso hasta las 12 de la media noche. Se le dice a la gente “a que hora debe irse a dormir” y hasta cuando puede bailar y toma un trago en la disco o en un bar de su preferencia, limitando su derecho a la recreación y al esparcimiento.
Y lo indican episodios más aislados. Un grupo de jóvenes circulábamos por la calle El Conde gritando ¡Viva la Patria!, ¡Viva Duarte! y un policía nos detuvo. Argumentó que perturbábamos la paz pública. Para sorpresa de este oficial le citamos el artículo 8 de la Constitución y le preguntamos por qué no manda a callar las guaguas anunciadoras de los políticos que cuando están en campaña perturban la paz y otras cosas más.
También aquel incidente en el que otros jóvenes nos reunimos en una tertulia en el Parque Duarte para discutir el “Impacto del TLC en la República Dominicana”, y unos oficiales de Politur nos dijeron que no podíamos estar ahí porque no habíamos pedido permiso.
Y ahora lo confirma el cierre del Cinema Café, un lugar que rinde tributo a la diversidad y a la cultura. Ese lugar conquistó el cariño de los jóvenes, precisamente por el respeto y la libertad que allí se respira, porque allí no se nos dice como debemos vestirnos, ni que consumir, ni que escuchar.
Esto y otras cosas más nos dicen que se está desarrollando ese plan, en el que se cree que la represión de las libertades ciudadanas es la formula para acabar con la “delincuencia”, la violencia y la inseguridad ciudadana.
Un plan donde el transitar las calles después de las 12 o las 2 de la mañana, el vestirse de negro, tener un piercing o un tatuaje, el pelo largo, en el caso de los chicos, y consumir un traguito social, son dizque los elementos culpables de la podredumbre de esta nación. Un plan que criminaliza la juventud y todas las actitudes y elementos ligados a ella.
Pero ¡error 404!. Sepan ustedes, que los verdaderos males de esta nación son la corrupción, la pobreza, el desempleo, la impunidad, el analfabetismo, el deterioro de las escuelas y hospitales públicos….., que son estos y no otros factores, las raíces de la delincuencia y de la inseguridad ciudadana, y que reprimiendo a los y las jóvenes no se atacan esos factores.
Por eso, pequemos de ingenuos e ingenuas, y supongamos que existe la voluntad política para atacar estos males, entonces en vez de intervenir el Parque Duarte, cerrar el Cinema Café o militarizar Drinks to Go, deberían dirigirse hacia el Palacio Nacional, el Congreso de la República y la sede de uno que otro partido político porque hay, y no en otros lugares, es donde se encumbran estos males.
Diferentes episodios en los que el autoritarismo, la represión, y la intolerancia rodean las manifestaciones juveniles lo demuestran. Episodios como la censura que se ensañó contra un grupo de jóvenes que a través de una actividad denominada “La Otra feria: República Dominicana desde Adentro” buscaban expresar su inconformidad por el rumbo que llevan al país, y cuya respuesta obtenida fue mandar 75 oficiales de la Policía Nacional para impedir que, en cumplimiento del articulo 8 de la constitución dominicana, esa juventud hiciera uso de la libertad de expresión y de movilización.
Se demuestra cuando cada sábado la Dirección Nacional de Control de Drogas, entre tanto escenarios para “combatir el narcotráfico”, elige, de manera reincidente, el Parque Duarte, lugar que es frecuentado de forma habitual por un grupo de jóvenes.
Lo confirman cuando la Secretaría de Interior y Policía, ante la incapacidad de controlar la delincuencia, pero la de verdad, impone la ley seca, que hemos denominado decreto Cenicienta, porque nos dan un permiso hasta las 12 de la media noche. Se le dice a la gente “a que hora debe irse a dormir” y hasta cuando puede bailar y toma un trago en la disco o en un bar de su preferencia, limitando su derecho a la recreación y al esparcimiento.
Y lo indican episodios más aislados. Un grupo de jóvenes circulábamos por la calle El Conde gritando ¡Viva la Patria!, ¡Viva Duarte! y un policía nos detuvo. Argumentó que perturbábamos la paz pública. Para sorpresa de este oficial le citamos el artículo 8 de la Constitución y le preguntamos por qué no manda a callar las guaguas anunciadoras de los políticos que cuando están en campaña perturban la paz y otras cosas más.
También aquel incidente en el que otros jóvenes nos reunimos en una tertulia en el Parque Duarte para discutir el “Impacto del TLC en la República Dominicana”, y unos oficiales de Politur nos dijeron que no podíamos estar ahí porque no habíamos pedido permiso.
Y ahora lo confirma el cierre del Cinema Café, un lugar que rinde tributo a la diversidad y a la cultura. Ese lugar conquistó el cariño de los jóvenes, precisamente por el respeto y la libertad que allí se respira, porque allí no se nos dice como debemos vestirnos, ni que consumir, ni que escuchar.
Esto y otras cosas más nos dicen que se está desarrollando ese plan, en el que se cree que la represión de las libertades ciudadanas es la formula para acabar con la “delincuencia”, la violencia y la inseguridad ciudadana.
Un plan donde el transitar las calles después de las 12 o las 2 de la mañana, el vestirse de negro, tener un piercing o un tatuaje, el pelo largo, en el caso de los chicos, y consumir un traguito social, son dizque los elementos culpables de la podredumbre de esta nación. Un plan que criminaliza la juventud y todas las actitudes y elementos ligados a ella.
Pero ¡error 404!. Sepan ustedes, que los verdaderos males de esta nación son la corrupción, la pobreza, el desempleo, la impunidad, el analfabetismo, el deterioro de las escuelas y hospitales públicos….., que son estos y no otros factores, las raíces de la delincuencia y de la inseguridad ciudadana, y que reprimiendo a los y las jóvenes no se atacan esos factores.
Por eso, pequemos de ingenuos e ingenuas, y supongamos que existe la voluntad política para atacar estos males, entonces en vez de intervenir el Parque Duarte, cerrar el Cinema Café o militarizar Drinks to Go, deberían dirigirse hacia el Palacio Nacional, el Congreso de la República y la sede de uno que otro partido político porque hay, y no en otros lugares, es donde se encumbran estos males.
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