Por: Millizen Uribe
Históricamente las relaciones dominico haitianas han constituido un tema que ha generado mucho interés. Medios de comunicación, historiadores, intelectuales tratan el tema con regularidad. Sin embargo, en la mayoría de los casos, lo hacen de manera tan superficial, que aunque ha sido mucho lo que se ha escrito y hablado, en definitiva, es muy poco lo que uno y otro pueblo se conocen. Precisamente, es en este desconocimiento donde tienen origen los prejuicios y miedos que prevalecen en ambas naciones.
Sin embargo, probablemente sea hoy cuando sea abordado de manera más trivial, pues, más que en el análisis de los pronunciamientos, el interés se centra en calificarlos de anti haitianos o pro haitianos.
Por eso, consciente de que al tratar el tema corro el riesgo de ser encasillada en un grupo u otro, quisiera compartir con ustedes algunos puntos concernientes al mismo. El primero se refiere a la necesidad de, al analizar las relaciones dominico haitianas, establecer distintas esferas y no hacer generalizaciones, ya que cada grupo social presenta un comportamiento diferente.
La primera corresponde a las relaciones entre los gobiernos de ambas naciones, quienes históricamente han manejado el tema de manera ambigua, no han fijado una política clara, sino que toman medidas dependiendo de los intereses particulares de los gobernantes de turno. Por eso no es de extrañarnos que, en el caso dominicano, x gobierno maltrate a un inmigrante haitiano e irrespete sus derechos humanos, pues este mismo gobierno maltrata e irrespeta los derechos del pueblo dominicano.
Tampoco ha de resultar raro que, en el caso haitiano, escudados en reclamos al Estado dominicano, los gobernantes haitianos oculten su propio incumplimiento para con sus ciudadanos y ciudadanas.
En una segunda esfera están los empresarios y comerciantes, quienes a nivel público critican la migración haitiana por considerarla lesiva a los intereses nacionales, pero por debajo propician la entrada ilegal de haitianos para emplearlos como mano de obra mal pagada, y evitar así pagar un sueldo justo a un dominicano. Pero tampoco ha de extrañarnos este comportamiento con los haitianos, pues estos mismos empresarios tampoco pagan lo justo a los trabajadores y trabajadoras dominicanos.
Una tercera esfera está compuesta por la mal llamada comunidad internacional, donde tres países, en nombre del mundo, intentan ignorar que naciones como Francia, Estados Unidos y España tienen una responsabilidad histórica con Haití, pues parte de la pobreza que enfrente este país hoy día se debe a que en el pasado, estos saquearon sus riquezas e intervinieron su economía y su vida política. Así muchos de los palacios y obras de arte que hoy exhiben estos países se construyeron con madera y materiales preciosos extraídos de Haití.
No obstante, estos países hacen una alharaca denunciando que en República Dominicana se discriminan a los haitianos, e intentan cubrir su culpa con promesas de desembolsos de ayuda internacional que consume la burocracia haitiana y de las que el pueblo haitiano sólo recibe las migajas. Además, se quejan del trato que se le da al inmigrante haitiano en Dominicana, pero al recibir en su territorio inmigrantes haitianos lo devuelven instantáneamente.
Otra esfera corresponde a intelectuales y activistas sociales de ambos países, quienes se consumen acusándose mutuamente de pro haitianos y antihaitianos. Los primeros limitan la defensa de Haití a la defensa de la migración. Ignoran estos que la migración es un derecho, pero que esta debe ser una opción, no una obligación o el único medio de sobrevivencia. La defienden argumentando que el migrante haitiano con el trabajo en las construcciones, en los cañaverales y en los puestos de frutas aporta a la economía dominicana y realizan un trabajo rechazado por los dominicanos. Pero, ¿es qué acaso el desarrollo, por ejemplo, de la industria de la construcción debe basarse en la explotación de la mano de obra haitiana?
Su contraparte, los calificados anti haitianos critican la migración explicando que esta disminuye la posibilidad de un cambio social en Haití, ya que se constituye en un escape para el ciudadano y la ciudadana, quienes prefieren irse a otro país en vez de reclamar los derechos que le corresponden ante su propio Estado e impulsar los cambios necesarios para lograrlos.
Por ultimo, pero no menos importantes, están los ciudadanos y ciudadanas comunes de ambos pueblos, quienes viven en una nebulosas ataviados por el desconocimiento uno acerca del otro, pero que una vez que se conocen conviven sin mayores problemas. Pues estos dominicanos y haitianos comunes, además de compartir una isla comparten la pobreza. Y esta pobreza es la causante de los conflictos entre ambos pueblos. Pues más que discriminación y prejuicios contra los haitianos, en toda la isla lo que existe es maltrató hacia los pobres, sin importar su nacionalidad.
Pero mientras el debate sobre las relaciones dominico haitianas se centra en definir quienes son los antihaitianos y quienes los pro haitianos, discusión esta que no sólo separa a los dominicanos de los haitianos, sino a los dominicanos de los dominicanos, la élite económica y política de ambos países administran los recursos económicos, sociales y políticos de manera tan desigual que continúan generando más y más pobreza.
De aquí la necesidad de, en vez de centrarnos en divisiones y establecimientos de estigmas, ver mejor como en cada lado de la isla, sus respectivos pueblos, idean la forma de lograr que los recursos sean administrados de manera más equitativa, de modo tal que se diminuya la pobreza y la desigualdad económica que aqueja a la gran mayoría de sus poblaciones.
Mientras esto pasa usted puede elegir entre buscar una forma de aportar soluciones a la problemática real o calificar este articulo de anti o pro haitiano.
Sin embargo, probablemente sea hoy cuando sea abordado de manera más trivial, pues, más que en el análisis de los pronunciamientos, el interés se centra en calificarlos de anti haitianos o pro haitianos.
Por eso, consciente de que al tratar el tema corro el riesgo de ser encasillada en un grupo u otro, quisiera compartir con ustedes algunos puntos concernientes al mismo. El primero se refiere a la necesidad de, al analizar las relaciones dominico haitianas, establecer distintas esferas y no hacer generalizaciones, ya que cada grupo social presenta un comportamiento diferente.
La primera corresponde a las relaciones entre los gobiernos de ambas naciones, quienes históricamente han manejado el tema de manera ambigua, no han fijado una política clara, sino que toman medidas dependiendo de los intereses particulares de los gobernantes de turno. Por eso no es de extrañarnos que, en el caso dominicano, x gobierno maltrate a un inmigrante haitiano e irrespete sus derechos humanos, pues este mismo gobierno maltrata e irrespeta los derechos del pueblo dominicano.
Tampoco ha de resultar raro que, en el caso haitiano, escudados en reclamos al Estado dominicano, los gobernantes haitianos oculten su propio incumplimiento para con sus ciudadanos y ciudadanas.
En una segunda esfera están los empresarios y comerciantes, quienes a nivel público critican la migración haitiana por considerarla lesiva a los intereses nacionales, pero por debajo propician la entrada ilegal de haitianos para emplearlos como mano de obra mal pagada, y evitar así pagar un sueldo justo a un dominicano. Pero tampoco ha de extrañarnos este comportamiento con los haitianos, pues estos mismos empresarios tampoco pagan lo justo a los trabajadores y trabajadoras dominicanos.
Una tercera esfera está compuesta por la mal llamada comunidad internacional, donde tres países, en nombre del mundo, intentan ignorar que naciones como Francia, Estados Unidos y España tienen una responsabilidad histórica con Haití, pues parte de la pobreza que enfrente este país hoy día se debe a que en el pasado, estos saquearon sus riquezas e intervinieron su economía y su vida política. Así muchos de los palacios y obras de arte que hoy exhiben estos países se construyeron con madera y materiales preciosos extraídos de Haití.
No obstante, estos países hacen una alharaca denunciando que en República Dominicana se discriminan a los haitianos, e intentan cubrir su culpa con promesas de desembolsos de ayuda internacional que consume la burocracia haitiana y de las que el pueblo haitiano sólo recibe las migajas. Además, se quejan del trato que se le da al inmigrante haitiano en Dominicana, pero al recibir en su territorio inmigrantes haitianos lo devuelven instantáneamente.
Otra esfera corresponde a intelectuales y activistas sociales de ambos países, quienes se consumen acusándose mutuamente de pro haitianos y antihaitianos. Los primeros limitan la defensa de Haití a la defensa de la migración. Ignoran estos que la migración es un derecho, pero que esta debe ser una opción, no una obligación o el único medio de sobrevivencia. La defienden argumentando que el migrante haitiano con el trabajo en las construcciones, en los cañaverales y en los puestos de frutas aporta a la economía dominicana y realizan un trabajo rechazado por los dominicanos. Pero, ¿es qué acaso el desarrollo, por ejemplo, de la industria de la construcción debe basarse en la explotación de la mano de obra haitiana?
Su contraparte, los calificados anti haitianos critican la migración explicando que esta disminuye la posibilidad de un cambio social en Haití, ya que se constituye en un escape para el ciudadano y la ciudadana, quienes prefieren irse a otro país en vez de reclamar los derechos que le corresponden ante su propio Estado e impulsar los cambios necesarios para lograrlos.
Por ultimo, pero no menos importantes, están los ciudadanos y ciudadanas comunes de ambos pueblos, quienes viven en una nebulosas ataviados por el desconocimiento uno acerca del otro, pero que una vez que se conocen conviven sin mayores problemas. Pues estos dominicanos y haitianos comunes, además de compartir una isla comparten la pobreza. Y esta pobreza es la causante de los conflictos entre ambos pueblos. Pues más que discriminación y prejuicios contra los haitianos, en toda la isla lo que existe es maltrató hacia los pobres, sin importar su nacionalidad.
Pero mientras el debate sobre las relaciones dominico haitianas se centra en definir quienes son los antihaitianos y quienes los pro haitianos, discusión esta que no sólo separa a los dominicanos de los haitianos, sino a los dominicanos de los dominicanos, la élite económica y política de ambos países administran los recursos económicos, sociales y políticos de manera tan desigual que continúan generando más y más pobreza.
De aquí la necesidad de, en vez de centrarnos en divisiones y establecimientos de estigmas, ver mejor como en cada lado de la isla, sus respectivos pueblos, idean la forma de lograr que los recursos sean administrados de manera más equitativa, de modo tal que se diminuya la pobreza y la desigualdad económica que aqueja a la gran mayoría de sus poblaciones.
Mientras esto pasa usted puede elegir entre buscar una forma de aportar soluciones a la problemática real o calificar este articulo de anti o pro haitiano.
Millizen:
ResponderEliminarExcelente análisis, muy pedagógico, sobre todo porque en este tema hay mucha bruma, muchos mitos y sobre todo se ha creado mucha confusión para provocar división entre nuestros pueblos de Haití y RD desviándonos de los objetivos que debemos compartir para que ambos pueblos construyan una nueva nación con libertad, progreso y sobre todo donde las riquezas que tenemos sean utilizadas para que cada ser humano viva por lo menos en condiciones dignas.
Afectos,
RR