Por: Guillermo Peña
Capellán
La sociedad dominicana anhela un
sistema de justicia que condene la corrupción e impunidad que hemos aguantado por
siglos. Como dijo Juan Pablo Duarte: ¨El
buen dominicano tiene hambre y sed de justicia¨
El Consejo Nacional de la
Magistratura (CNM) debe llenar las expectativas de lo que demanda hoy el país
para lograr superar los niveles de desconfianza en los fiscales y los jueces.
Según los resultados del
Barómetro de las Américas del Proyecto Opinión Pública para América Latina
(LAPOP, por sus siglas en inglés) han descendido 10 puntos porcentuales la
confianza en que los tribunales puedan realizar un juicio justo, es decir de un
50,6 a un 40,1. de 2008 al 2014.
En el sistema judicial en general
la confianza se redujo de 50,1 en 2008 a 38,5 en 2014, y la confianza en que el
sistema judicial castigaría al culpable de un delito ha caído de 50,6 en 2008 a
43,9 en 2014 según el mismo estudio.
El legislador perremeísta,
miembro del (CNM) Jose Ignacio Paliza, ha advertido que la sociedad dominicana
está muy pendiente de la escogencia de los jueces de las altas cortes, debido a
la sed de justicia que impera en estos momentos. El país sigue demandando que
la justicia actué como un verdadero órgano independiente.
La ciudadanía dominicana espera
juezas y jueces de carrera o no, pero íntegros, democráticos y progresistas
para que impartan justicia apegados a los derechos humanos y a los principios
que rigen un Estado Social y Democrático
de Derecho como establece el artículo 7 constitucional.
¿Hacia dónde va un país que no
cree en su sistema judicial? ¿Si el CNM no selecciona juezas o jueces dignos y
expertos en sus temas, puede cambiar la percepción de la ciudadanía sobre el
sistema judicial dominicano?
Cuando no se cree en las
instituciones puede pasar cualquier cosa. Es una oportunidad histórica para el CNM
seleccionar jueces democráticos que eleven la confianza en el sistema judicial.
Con los vientos reeleccionistas se
avecina una crisis política e institucional a mayor escala, y es sobre la
judicatura del Tribunal Superior Electoral (TSE), del Tribunal Constitucional y
de la Suprema Corte de Justicia que recae la débil estabilidad democrática
electoral que tenemos.
Un país que no cree en su sistema
de justicia no tiene futuro. La sociedad dominicana quiere juezas y jueces que
impartan justicia por el fin de la impunidad.
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