Por: Millizen Uribe
Si el pueblo dominicano no entra al mercado de conciencia y no vende su voto al postor menos malo, es probable que en los próximos comicios la abstención electoral resulte con un alto porcentaje.
Y es que no ha de extrañarnos que ante unas elecciones donde los candidatos principales exhiban como mayor virtud para convencer al electorado la disponibilidad de recursos para repartir por diestra y siniestra, el abstenerse a votar y no resignarse a elegir el malo entre los peores sea la opción por la que se inclinen muchas personas, sobretodo aquellas con mayores niveles de conciencia y que no dependan de un trabajito en el gobierno.
¡Pero el voto es un deber!, dirán algunos y algunas, mas, ¿y qué hay de los derechos que debería garantizar el votar? La concesión de un voto es la elección de un conjunto de personas para que desde el gobierno garanticen a los miembros y miembras del Estado, derechos tales como salud, educación, alimentación, vivienda, empleos, entre otros.
Sin embargo, esto no sucede en este país, donde levantarse temprano un 16 de mayo para ir a elegir un Presidente (a), un senador (a), un diputado(a), o un síndico(a), no garantiza que una vez electos/as estos/as vayan a cumplir la función de velar por los mejores intereses del pueblo dominicano.
Entonces, ¿Para qué votar? ¿Para darle apoyo y legitimar a quienes cada cuatro años prometen y prometen pero una vez llegan al poder incumplen sus promesas y se dedican a gobernar defendiendo sólo sus intereses personales y partidarios.
¡No ombe! Hay que hacer un alto en el camino, no podemos seguir actuando de forma mecánica, cometiendo los mismos errores una y otra vez.
Si no nos sentimos representados con esos candidatos y candidatas tradicionales pues ¿para qué elegirlos? Más bien, se hace necesario reflexionar, trascender la “representación” y trabajar la participación ciudadana. Si el síndico no recoge la basura, pues organicemos la Junta de Vecinos y hagámoslo, pero el 16 no vayamos a votar por el o por otro igual a él.
La Junta Central Electoral no debe castigar la abstención, porque aunque sabemos que esta atenta contra su naturaleza hay quienes entienden la negación espontánea a sufragar como un mecanismo de participación, pues expresa la inconformidad con el resto de las “opciones”. De modo que, aunque parezca un poco contradictorio, la no elección, es también una forma de elegir. Además, ¿Quién dijo que la única forma de participación es la electoral?
Ahora bien, reconozco que lo ideal sería que el sistema democrático se fortaleciera cada día más y que las personas sientan la confianza necesaria para ir a votar. Eso sería lo ideal. Pero la realidad es que este sistema electoral no inspira confianza ni da garantías.
¿Y los candidatos de los partidos minoritarios?, preguntarán algunos/as, bueno, esa también puede ser una opción, pero insisto en que quienes no lo entiendan así deben tener la opción de no votar, ya sea a través del voto en blanco o de la no asistencia, pues, precisamente, la democracia implica respeto y garantía a la diversidad de criterios.
De modo que, en un proceso donde no hay muchas opciones, es probable que después de todo el no votar sea la mejor.
Y es que no ha de extrañarnos que ante unas elecciones donde los candidatos principales exhiban como mayor virtud para convencer al electorado la disponibilidad de recursos para repartir por diestra y siniestra, el abstenerse a votar y no resignarse a elegir el malo entre los peores sea la opción por la que se inclinen muchas personas, sobretodo aquellas con mayores niveles de conciencia y que no dependan de un trabajito en el gobierno.
¡Pero el voto es un deber!, dirán algunos y algunas, mas, ¿y qué hay de los derechos que debería garantizar el votar? La concesión de un voto es la elección de un conjunto de personas para que desde el gobierno garanticen a los miembros y miembras del Estado, derechos tales como salud, educación, alimentación, vivienda, empleos, entre otros.
Sin embargo, esto no sucede en este país, donde levantarse temprano un 16 de mayo para ir a elegir un Presidente (a), un senador (a), un diputado(a), o un síndico(a), no garantiza que una vez electos/as estos/as vayan a cumplir la función de velar por los mejores intereses del pueblo dominicano.
Entonces, ¿Para qué votar? ¿Para darle apoyo y legitimar a quienes cada cuatro años prometen y prometen pero una vez llegan al poder incumplen sus promesas y se dedican a gobernar defendiendo sólo sus intereses personales y partidarios.
¡No ombe! Hay que hacer un alto en el camino, no podemos seguir actuando de forma mecánica, cometiendo los mismos errores una y otra vez.
Si no nos sentimos representados con esos candidatos y candidatas tradicionales pues ¿para qué elegirlos? Más bien, se hace necesario reflexionar, trascender la “representación” y trabajar la participación ciudadana. Si el síndico no recoge la basura, pues organicemos la Junta de Vecinos y hagámoslo, pero el 16 no vayamos a votar por el o por otro igual a él.
La Junta Central Electoral no debe castigar la abstención, porque aunque sabemos que esta atenta contra su naturaleza hay quienes entienden la negación espontánea a sufragar como un mecanismo de participación, pues expresa la inconformidad con el resto de las “opciones”. De modo que, aunque parezca un poco contradictorio, la no elección, es también una forma de elegir. Además, ¿Quién dijo que la única forma de participación es la electoral?
Ahora bien, reconozco que lo ideal sería que el sistema democrático se fortaleciera cada día más y que las personas sientan la confianza necesaria para ir a votar. Eso sería lo ideal. Pero la realidad es que este sistema electoral no inspira confianza ni da garantías.
¿Y los candidatos de los partidos minoritarios?, preguntarán algunos/as, bueno, esa también puede ser una opción, pero insisto en que quienes no lo entiendan así deben tener la opción de no votar, ya sea a través del voto en blanco o de la no asistencia, pues, precisamente, la democracia implica respeto y garantía a la diversidad de criterios.
De modo que, en un proceso donde no hay muchas opciones, es probable que después de todo el no votar sea la mejor.
Hola, realmente mis felicitaciones por este interesantisimo punto de vista que expones, estoy totalmente de acuerdo, tan es así que fuí uno de los que se sumarón en las pasadas elecciones a hacer uso del derecho a no votar, aunque parezca increible, pero es un derecho y debemos saber en que forma y con que objeto ejercerlo. La no escojencia de ningun de los yugos representa la escogencia por la libertad.
ResponderEliminarSolo cuando entendamos la abstencion como un proceso conciente, y de rompimiento del "orden" actual, es que podremos verificar cambios.
ResponderEliminarFíjate en los acontecimientos inmediatos (NOel), donde se puede comprobar que simplemente no importamos. Donde el verdadero apoyo se puede ver en los hermanos dominicanos. Yo ya tome la desicion de no participar en nada que involucre la clase política, espero que algún dia se conveza a la mayoria a hacer lo mismo, de esta forma talves pueda haber un desplazamiento de los caudillos politicos y surgimiento de una clase preocupada por el pueblo.