viernes, 19 de febrero de 2010

Voto: ¿Derecho y deber?


Por: Guillermo Peña Capellán

Un grupo de ciudadanas y ciudadanos independientes, conscientes de sus derechos políticos, impulsados y motivados por lograr que la República Dominicana se constituya algún día en una democracia sólida, participativa y de calidad; entregó a la Junta Central Electoral, un importante documento político que propone votar por ninguno.

El “Voto por Ninguno” consiste en la inclusión de un recuadro en la boleta electoral con la inscripción NINGUNO para ser marcado por el o la votante, con el propósito de expresar su rechazo a las candidatas y candidatos impuestos por una elite política corrupta hasta los tuétanos.

Una figura parecida existe en Colombia, donde se marca la casilla “Voto en Blanco”, con el propósito de que la ciudadanía exprese su rechazo a los candidatos presentados por los partidos colombianos. Sin embargo, concientes de que en el país existe un partido blanco, este grupo de ciudadanas y ciudadanos responsables optó por denominarle “Voto por Ninguno”, a los fines de no generar confusiones a los votantes con el Partido Revolucionario Dominicano (PRD).

En otros países se considera “Voto en Blanco” cuando la boleta electoral no se encuentra marcada por ningún candidato, pero en nuestro país se cuenta como voto nulo. En consecuencia, no se computa como una forma de rechazo.

Y es que ante la incipiente y débil democracia dominicana, la ciudadanía tiene la obligación y el deber moral y cívico de votar por ninguno en la mayoría de las provincias, y su vez trabajar para crear una nueva propuesta política realmente democrática y participativa.

Quienes votan a conciencia por nuestros representantes de la indignidad, la corrupción y la impunidad, son cómplices de la degradación de la sociedad dominicana.

Es necesario recordarle al Juez Presidente de la Junta Central Electoral, Julio Cesar Castaños, que el voto fue conquistado como un derecho a la libertad de elegir y ser elegidos. Que a costa de muchos años de lucha y reivindicaciones sociales se logró que el voto pasara de ser simple a universal, cuando en el año 1942 se instituye en la República Dominicana el derecho al voto de las mujeres.

El voto es un derecho político facultativo de ejercerlo como todo derecho. Es tan claro que es un derecho y no un deber que no existe ninguna sanción penal ni económica para quien decida no votar.

Los deberes cívicos se enmarcan en la sociedad civil, no en la sociedad política. Es una contradicción lógica considerar el voto como un deber cívico y un derecho político a la vez. Si es derecho político no puede ser a la vez un deber. Y es que no se puede estar obligado a ejercer un derecho. Frente al derecho del acreedor existe el deber de pagarle, no viceversa.

En Chile el voto es un derecho, mas no una obligación ni un deber. Para votar allá es necesario inscribirse en el Registro Electoral. En cambio, la calidad de la democracia chilena supera a creces la dominicana.

Es un atrevimiento irracional del Presidente de la Junta Central Electoral, Julio Cesar Castaños calificar de maniqueos a este grupo de ciudadanas y ciudadanos conscientes, sin siquiera discutir la propuesta con el Pleno de los Jueces.

Esa actitud refleja lo poco democrático que es. Nuestro deber como ciudadano responsables es votar por ninguno, para no tener como representantes a politiqueros corruptos, narcotraficantes o estafadores como gran parte de los actuales senadores y diputados.

Ninguno: El candidato del desencanto…


Por: Crystal Fiallo

“Ninguno” es un candidato con cero antecedentes. Una hoja de vida blanca que deposita como CV en todos los escritorios de las organizaciones, movimientos y órgano electoral de la República Dominicana, aspirando a ser un candidato electo por la masa de ciudadanos.

Una masa compuesta de la siguiente manera: unos olvidados por el sistema (la mayoría), otros privilegiados (la minoría), otros vencedores de las brechas y obstáculos de la sociedad, y otros simplemente indiferentes (este grupo baila en todos los anteriores y son muchos).

Ninguno es valiente al irrumpir en una sociedad segmentada de esa forma sin programa de gobierno, sin plan para mantenerse en el poder, sin estrategias de movilización: ¿Será esa su intención?

Ninguno garantiza que con su victoria se confirma la pobre e incompleta oferta electoral actual y el descontento ciudadano frente a los programas de gobierno que serán destinados a ellos/ellas. Es un hecho que si Ninguno gana se debe reprogramar unas nuevas elecciones, descartando aquellos candidatos/as que completan la boleta electoral y presentar una nueva oferta capaz de poder vencer a Ninguno.

El votar por Ninguno, el candidato del desencanto, es equiparable al voto en blanco, no así, OJO con esto, a la abstención electoral. Votar por Ninguno (si hubiese sido aprobado por la JCE) o votar en blanco (en el caso de otros países) es participar. Ejercer el voto por ninguno o en blanco no es ser indiferente o practicar el abstencionismo electoral: usted está ejerciendo su deber, lo único que esta vez su deber no tiene cara ni color. Es gritar a los cuatro vientos que la conformidad no es una opción en un sistema democrático.

En países como: Inglaterra (“blank vote”), Perú, Colombia, México y entre otros, hace años que el voto en blanco es una propuesta defendida y reclamada por la sociedad civil. La misma ha sido explicada como una manera de que los ciudadanos y ciudadanas respeten y fortalezcan el sistema democrático mediante el voto, manifestando pacíficamente que no están conformes con las opciones presentadas en las vitrinas de las casas de los partidos.

Pero la candidatura de Ninguno fue rechazada por la JCE y ahora queda buscar una alternativa para que, aunque él no participe como candidato, la apatía cívica sea acogida en las urnas y tomada en cuenta por las autoridades correspondientes. Una opción es el voto en blanco que mencioné más arriba. Sin embargo, debo subrayar que para tener control de esta propuesta, todos/as aquellos que se reúnen para resistir las ofertas electorales actuales deben demandar su participación en las mesas electorales para llevar el conteo más transparente.

Creo que enfrascarnos en luchar por una propuesta que ya fue rechazada puede conducirnos a un estancamiento en la lucha; una pistola sin balas. Ninguno puede tomarse estos dos años para proyectarse y prepararse para las presidenciales.

Es cierto que Ninguno hubiese sido un dolor de cabeza para muchos. Ahora bien, si usted está seguro/a de que su electorado está satisfecho de su obra y/o su programa de gestión municipal o congresual, no le tema a Ninguno, mejor que Ninguno le tema a usted.

En lo personal, creo que Ninguno era un buen candidato para muchos, pero me aterra la idea de que Ninguno arrastraría a personas valiosas que reposan en esas casillas de las boletas; personas que llevan años luchando por un mejor país y que Ninguno pudo haberlas aniquilado.

“Hazte pipi en las drogas”


Por: José Carlos Nazario

Convertir un problema social y de políticas públicas en un asunto de carácter moral nunca ha sido buen camino. Habrá surtido efectos importantes en la construcción de liderazgos demagógicos y en la movilización de recursos (casi siempre mal empleados). Pero, a la larga, los resultados son difusos, cuando no erráticos.

Así ha sido el caso de la lucha contra el narcotráfico, que sustituyó el discurso hegemónico contra el “peligro comunista”. Un tema viejo como el de la droga pasó a ser dominante en las agendas de la región y se convirtió además en la excusa perfecta para todo tipo de intervenciones, nacionales y extranjeras.

Todos recordamos el spot publicitario de los años noventa en el que un niño orinaba en un baño público junto al slogan que lleva de título esta entrega. Fue una buena campaña de prevención. Sin embargo, antes y después de esta, se han sucedido miles de redadas barriales, enfrentamientos de las autoridades con narcotraficantes y luchas entre las mafias por el control de los puestos de distribución y venta.

La cultura de violencia generada en los lugares donde operan tanto autoridades como sujetos al margen de la ley, ha generado estragos importantes en la psiquis social de dominicanos y dominicanas.

Es difícil, en un Estado con las condiciones del nuestro, en un sistema que cierra las puertas a la pobreza dejando a la juventud en un callejón sin salidas, no pensar en la triste salida del delito. Sobre todo cuando es tan apetecible desde el punto de vista de su efectividad. Porque quien lo niega está ciego: el narcotráfico y la política, en nuestro país, son los caminos más cortos hacia la abundancia.

Ante esta situación de deterioro social y con un modelo vigente que no tiende a crear condiciones para contrarrestar la realidad imperante, por qué alarmarse tanto con una propuesta de discusión. Por qué volverse locos ante la disposición a dar salida a un escenario que cada día empeora. La lucha contra el narco ha fracasado. El gasto en armamentos y preparación de fuerzas especiales puede ser convertido en inversión para la prevención y ayuda al adicto, que es un enfermo. Planteárselo, discutirlo al menos, a no ser que afecte negocios privados de quienes forman parte del debate, no es tan descabellado.
La herejía de tan sólo proponer como tema la despenalización de las drogas es ya un paso de avance. Sin embargo hace falta poner los sesos, los números y la política donde va el Estado y la moral (sincera o no) donde va lo privado. Mientras nos decidimos, miles de inocentes pagamos diariamente el precio de la cultura de violencia. Mientras nos negamos al debate, cientos de jóvenes hipotecan su vida y la pierden en las calles.

Definitivamente ninguno

Por: Millizen Uribe

"Ninguno” es una forma de expresar nuestra inconformidad, sin que esta se interprete como desinterés.

En realidad sólo he votado una vez en mi vida y fue por “fiebre”. Acababa de cumplir los 18 años y estaba loca por ejercer mi “derecho al voto”. Así lo hice, aunque me enorgullece decir que no vote por ninguno de los partidos tradicionales.

Después de ahí fui madurando mis ideas y entonces comencé a considerar que ya ni siquiera valía la pena acudir a las urnas a votar por los partidos y candidatos no tradicionales, y esto por dos razones fundamentales: La primera, porque sabía que el simple hecho de que no sea tradicional no garantiza que sea un buen partido o un buen candidato y segundo porque entendí que el problema a veces trasciende el partido y el candidato y se torna en sistémico.

Entonces a menos que haya un trabajo muy grande con las personas, con el pueblo, es difícil, por no decir imposible, que en la coyuntura actual, uno de los llamados partidos alternativos derrote a los partidos tradicionales.

Que cambien la intención de voto de muchas personas que al votar lo hacen por tradición y/o por clientelismo. Esto último sobretodo si se consideran las desigualdades en cuanto a recursos y a campaña. Ahora bien creo que como parte de la democracia a la que aspiramos, todo aquel que encuentre “opciones” en los candidatos y partidos que se postulan para los certámenes electorales en el país pueden y están en el derecho de votar.

Mas esa democracia que mencioné anteriormente también es válida para quienes no encontramos opciones en las “propuestas” electorales. ¡Que simplemente no voten!, dirán algunos, pero el grupo de dominicanos y dominicanas que no nos sentimos identificados con los aspirantes electorales tenemos todo el derecho de expresar nuestro descontento.

Es aquí donde la propuesta que un grupo de ciudadanas y ciudadanos ha hecho a la Junta Central Electoral de incluir en la boleta electoral una casilla con la opción “Ninguno” cobra para mí relevancia, pues esta sería una forma de nosotros expresar nuestra inconformidad, sin que esta se interprete como desinterés. Y es que ahora la mal medida abstención electoral mezcla a los mansos con cimarrones, pues hay personas que no votan porque no se les antoja; otras porque no quieren hacer fila; algunos porque sencillamente no pueden acudir; pero hay otros a quienes nos interesan las cosas del país pero no votamos porque no estamos de acuerdo. Entonces, ¿Cómo se refleja ese desacuerdo? Sencillamente no se hace.

Es por esto que considero oportuno que la Junta Central Electoral considere valida esta propuesta, pues considerar a NINGUNO sería tomar en cuenta el parecer de MUCHOS.